Cuando aun tenía escoltas de la AFI por amenazas de muerte, los guardias privados de mi vecino, un millonario norteamericano, preguntaron a mi escolta cómo conseguir armas.
Cada día encontramos más grupos de seguridad privada dispuestos a llevar armas, legales o ilegales, para proteger las propiedades y personas de las familias adineradas de México, que a pesar de la inseguridad eligen quedarse en nuestro país.
Las leyes de la Física dicen que todo vacío tiende a llenarse eventualmente; es así como el vacío de seguridad poco a poco es llenado por especialistas de protección personal.
Ni siquiera las agencias de seguridad tradicional parecen confiables para quienes pueden pagarlas.
Nada pueden contra narcotraficantes, sicarios, zetas y secuestradores profesionales fuertemente armados. El comercio de armas ilegales es una realidad.
Este fenómeno no es nuevo, Colombia pasó por la creación de cuerpos especializados que más tarde pasaron a formar parte de grupos paramilitares criminales llamados Autodefensas Unidas. La complejidad del tema apenas nos permite poner sobre la mesa algunas preocupaciones.
En los tiempos del famoso Tigre Azcárraga, dueño del gran emporio televisivo nacional, el Ejército creó un grupo de especialistas asignados para él y para los periodistas de la empresa.
Estos soldados fueron elegidos minuciosamente, entrenados como escoltas y dotados de armas, cuyos permisos se renuevan cada año luego de un examen y el registro. Nadie más que el ejército puede autorizar la asignación de armas legales para guardianes que no pertenezcan a agencias policíacas especializadas.
Y sólo el ejército aprueba la portación de armas para caza deportiva o clubes de tiro. Los escoltas desarmados, lo sabemos, no son otra cosa que escudos humanos para balas, testigos de robo o secuestro, o chóferes de lujo. Los empresarios también lo saben.
Monterrey, el Distrito Federal, Sinaloa y Guadalajara son algunas de las ciudades con un mayor número de familias resguardadas por escoltas privados, la mayoría armados y entrenados para matar si es necesario.
Algunos privilegiados, como la dueña de FEMSA, son escoltados por el FBI.
Cada día más empresas especializadas en valoración de riesgo, risk assesment, abren oficinas en México. Son ejecutivos altamente especializados en estrategias integrales de protección de personas y familias adineradas. Negocian rescates, investigan al personal que labora en casa o en la empresa, desde la nana hasta la secretaria.
Algunos que han hecho grandes fortunas en Colombia, a raíz de la guerra contra el narco y la inseguridad resultante, han visto el potencial de México.
Su creciente presencia contradice las buenas noticias que nos cuentan desde Gobernación. Más allá de la anécdota, resulta imprescindible analizar las consecuencias que pueden resultar de este fenómeno de cuerpos de seguridad privada o policías paralelas.
Cuando el dueño de un poderoso diario nacional dijo que huye de México por miedo otros veinte le siguen. El nerviosismo del gobierno no es menor, los inversionistas que se expatrían por la inseguridad, eventualmente se llevaran su dinero, dejaran de invertir en nuestro país. Décadas de corrupción e impunidad revelan sus efectos, ahora contra ricos y pobres.
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Lydia Cacho: Paramilitares en casa
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Carmelo Ruiz Marrero: ¿Son seguros los transgénicos?
Pedro Echeverría: Presupuesto público anual al gusto de los dueños del capital
¿Quiénes aportan el mayor porcentaje con el que se integra el presupuesto anual? ¿Viene esencialmente de productos de capital, es decir de los negocios empresariales o de los productos del trabajo, es decir, de lo que debería corresponder a los trabajadores? Una vez integrado, ¿cómo se distribuye, en dónde y en qué se gasta? Se piensa y se cree que quien más gana y más riqueza posee debe pagar más y quien gana poco o nada debe recibir mayores apoyos. Pues no, es al contrario.
Luis Javier Garrido: La Sentencia
El país vive uno de los peores momentos de su historia por las políticas antinacionales y antipopulares del gobierno entreguista de Felipe Calderón.
1. La sentencia de 45 años en contra de Ignacio del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), de San Salvador Atenco –detenido desde hace dos años en el penal de alta seguridad del Altiplano–, pronunciada por el juez penal primero de Texcoco, Alberto Cervantes, el 21 de agosto, que se suma a la sentencia previa de 67 años y seis meses dictada por el mismo juez (lo que le acumula un total de 112 años de prisión), así como la sentencia de 31 años y 10 meses a otros 11 dirigentes del FPDT, todas ellas por los hechos del 4 y 5 de mayo de 2006 en Atenco, constituyen una aberración jurídica que avegüenza lo mismo al Poder Judicial federal que al pueblo de México.
2. ¿A quién puede extrañarle tras esta decisión que los policías culpables de innumerables delitos, incluyendo el de violación, durante su actuación en los operativos de esos días, permanezcan impunes? ¿O que algunos de los luchadores sociales detenidos, como el joven Héctor Galindo, permanezcan incomunicados en celdas de confinamiento, con la complicidad de los visitadores de la CNDH?
3. El “modelo político” neoliberal le ha asignado al Poder Judicial el papel de legitimar las decisiones políticas por muy aberrantes que éstas sean, y esto ha determinado que en el México de “la alternancia” no existan tribunales autónomos y que durante los años del panismo oscuros ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o magistrados y jueces “de consigna” estén ya convalidando decisiones de un poder político que actúa como mandatario de intereses privados, incluso extranjeros, y el caso de Atenco resulta por ello significativo.
4. Las sentencias en contra de los dirigentes del frente parecen ser no sólo una advertencia a los luchadores sociales que se oponen en los países sometidos por los mecanismos de “la globalización” –como es el caso de México– a los grandes intereses trasnacionales, sino que buscan sentar al mismo tiempo un precedente metajurídico para el futuro inmediato, de ahí su carácter monstruoso, pues rebasan cualquier fallo judicial en contra de opositores políticos del periodo del porfiriato o de los peores años del priísmo, como el sexenio diazordacista.
5. La aberración es absoluta asimismo si se considera la naturaleza de las acusaciones en contra de dirigentes campesinos que no cometieron delito alguno y a quienes se les responsabiliza por secuestro y ataques a las vías generales de comunicación. El instrumento utilizado desde los años 40 hasta el diazordacismo fue el delito de disolución social establecido en el artículo 145 del Código Penal, que fue suprimido como consecuencia de un debate abierto por el movimiento estudiantil y popular de 1968 (único punto, por cierto, del pliego petitorio de entonces que aceptó Díaz Ordaz), pero ahora se recurre a cualquier tipo de acusación, incluso de delitos del orden común, insostenible desde la lógica jurídica.
6. La paradoja resulta en consecuencia muy clara: un gobierno ilegítimo, cuyos principales integrantes son verdaderos presuntos delincuentes de Estado, empezando por Felipe Calderón, a quien se ha señalado en los últimos meses no sólo por peculado y tráfico de influencias como por innumerables delitos electorales, que le permitieron usurpar el cargo, y ahora nada menos que por haber cometido el delito de traición a la patria al pretender entregar a compañías extranjeras la industria petrolera nacional –que es de carácter estratégico para el país–, y sobre cuyo jefe de gabinete, el ciudadano español Juan Camilo Mouriño, se han presentado innumerables pruebas de presunta delincuencia organizada, se atreve a acusar de incontables delitos a algunos de los más dignos luchadores sociales de México.
7. Las sentencias no son únicamente “absurdas y abusivas”, como las calificó en agosto la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos, al evidenciar la desastrosa situación que hay en México en la materia, agravada por el hecho de no existir un Poder Judicial autónomo. Muestran sobre todo la impunidad del poder político, que quiere vengarse de luchadores sociales que al defender sus tierras frenaron el proyecto trasnacional multimillonario de construcción de un aeropuerto internacional, y que pretende por este acto despótico amedrentar al pueblo ciudadano.
8. Estos fallos judiciales muestran la colusión PAN-PRI en las grandes decisiones de Estado y su objetivo de imponerle al país un modelo económico –y político– transexenal, y por lo mismo son corresponsabilidad, como lo fueron los operativos del 4 y 5 de mayo de 2006, de Calderón y del gobernador priísta mexiquense Enrique Peña Nieto, y no van dirigidos por lo mismo nada más contra una organización social –el FPDT– o contra todo el movimiento social organizado, sino que constituyen una sentencia contra el pueblo de México.
9. Echarlas abajo y lograr la inmediata e incondicional libertad de Ignacio del Valle y de sus compañeros del frente es, por lo mismo, una responsabilidad de todos, más allá de ideologías y de capillas, si no se quiere que las estructuras fascistoides del actual poder político asfixien en poco tiempo todos los espacios de libertad por los que pugna el pueblo de México.
10. El mes patrio de 2008, marcado por la lucha de resistencia en defensa del petróleo, debe ser también de la defensa de los derechos individuales de los mexicanos si no se quiere que el actual gobierno avance en su pretensión de criminalizar a los movimientos sociales.
* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/09/05/index.php?section=opinion&article=024a1pol
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J. Enrique Olivera Arce: Inseguridad. Dejar pasar, dejar hacer, es la constante.
El fenómeno de violencia desbordada y deshumanización que ocupa nuestra atención hoy día, no es algo que surge por generación espontánea ni resultado de circunstancias coyunturales propias de un estado de cosas de un país que habiendo perdido el rumbo, tardíamente busca y no encuentra acomodo en la globalidad. Lo que hoy preocupa y tiene desconcertada a la sociedad mexicana viene de atrás; resultante de un proceso histórico de acumulación de frustración y descomposición social, en el que el dejar hacer, dejar pasar, es la constante. Hoy simplemente, conflictos históricamente no resueltos, hacen crisis saliéndose de cauce.
El fenómeno de la violencia no es nuevo en el país. Se remonta a la época colonial, con antecedentes en las sociedades prehispánicas y hoy día se expresa con mayor fuerza no en el ámbito de la seguridad pública como mediáticamente se construye una falsa percepción del fenómeno. El mayor grado de violencia se expresa, entre otras cosas, en la explotación y marginación de los pueblos indígenas, en el trabajo inhumano en las minas, en el trabajo infantil, en el congelamiento a lo largo de varias décadas de los salarios de los trabajadores, en el abandono del campo, en la relación asimétrica de genero, en la exclusión de los jóvenes de una vida digna y con esperanza, y en la expoliación de que es objeto el pueblo de México por parte de trasnacionales extranjeras, que controlan los principales renglones de la economía. La pobreza extrema, la desigualdad y la exclusión, son dialécticamente causa y efecto en el proceso de acumulación de frustración y descomposición de la sociedad mexicana.
La corrupción, la impunidad, la opacidad y el afán desmedido de acumulación de riqueza de una minoría rampante y el privilegio de la especulación por sobre la generación del valor real de la producción, impulsan y retroalimentan dicho proceso, pero de ninguna manera pueden considerarse causa última; en tanto que a su vez estas conductas antisociales son consecuencia estructural de raíces profundas en un México que no termina de construirse, que persiste siempre en arribar tardíamente a los eventos que jalonan el desarrollo de una humanidad en constante evolución. De un país que históricamente no ha encontrado rumbo y que persiste por marchar por camino equivocado entre conflictos no resueltos.
Pretender erradicar el mal de raíz, combatiendo los efectos sin atender las causas, es tanto o más criminal que aquello que se dice combatir. El número de niños que fallecen antes de cumplir cinco años, por hambre o por enfermedad, no se destaca ni en los discursos ni en las marchas de una clase media confundida y manipulada. Como tampoco figura en el mensaje mediático el número de indígenas víctimas del abandono o la represión, ni el número de trabajadores que mueren cotidianamente a consecuencia enfermedades propias de condiciones laborales inhumanas. Mucho menos es objeto de atención y preocupación el número cada vez mayor de mexicanos en condiciones de pobreza extrema, como eufemísticamente se califica a la miseria.
Así, la inseguridad pública, a la luz de la percepción mediática que se nos impone, en primera y última instancia, termina por ser simple pretexto para gobernantes y empresarios que con ello reproducen e incrementan corrupción e impunidad. Más vehículos, más armas, más equipo, más instalaciones, más publicidad, cierran el círculo de la demanda y la oferta de estos bienes materiales. Los mismos de siempre suman riqueza, en tanto avanza el proceso de acumulación de frustración y descomposición social, en un país que bien merece mejor destino.
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José Cueli: Lo omnioso
Infinidad de adjetivos se han vertido en días recientes para intentar calificar el estado emocional y los afectos que los acontecimientos recientes nos han despertado. A las brutales y desgarradoras imágenes se han agregado las palabras que intentan dar cuenta de lo experimentado en lo más íntimo de nuestro ser. Pero una vez más corroboramos que el lenguaje no nos alcanza para dar cuenta de lo que discurre por lo síquico, que siempre hay un plus que se escapa. Saturados los sentidos, aturdida la razón, rebasada nuestra capacidad elaborativa, sólo nos queda la confusión y el desasosiego.
La ficción ha rebasado a la realidad, y ahora el “enemigo” (la diferencia de conflagraciones anteriores) es del orden del fantasma, del orden de “algo” amenazante que no tiene rostro, de una amenaza que no puede encuadrarse en el tiempo ni en el espacio y que por tanto nos confronta descarnadamente a una experiencia ominosa, siniestra.
Freud publica en 1919 un escrito sobre la experiencia de lo ominoso. Allí puntualiza que no hay duda alguna de que lo ominoso, lo siniestro, pertenece al orden de lo terrorífico, siendo aquello que suscita angustia y horror. Para él, lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo. Al preguntarse cómo es posible que algo familiar se vuelva ominoso y en qué condiciones se presenta de esta forma, recurre al análisis de la palabra alemana unheimlich, que es lo opuesto de heimlich, que puede ser traducido como familiar, íntimo; luego entonces, lo unheimlich, lo ominoso, resulta algo terrorífico justamente porque no es consabido. Sin embargo, nos advierte lo siguiente: “Sólo puede decirse que lo novedoso se vuelve fácilmente terrorífico y ominoso; algo de lo novedoso es ominoso pero no todo. A lo nuevo y no familiar tiene que agregarse algo que lo vuelva ominoso (…) Lo ominoso sería siempre, en verdad, algo dentro de lo cual uno no se orienta”.
Lo heimlich se torna unheimlich, pero como Freud nos advierte, el vocablo no es unívoco, por tanto está abierto a múltiples sentidos y que lo que allí aparece es el retorno de lo reprimido, de lo reprimido infantil. El texto citado continúa con el análisis de una de las Piezas nocturnas, de Hoffman: El hombre de arena. Hace aquí valiosas aportaciones en cuanto al efecto del doble qué, en su origen, “fue una seguridad contra el sepultamiento del yo, una enérgica desmentida del poder de la muerte… el recurso a esa duplicación para defenderse del aniquilamiento… de un seguro de supervivencia, pasa a ser el ominoso anunciador de la muerte”.
La lectura de este texto de Freud ilustra a la perfección el juego macabro en el que parecemos suspendidos, como marionetas, en estos terribles momentos. Así como Nathaniel, el personaje de Hoffman, experimentó lo siniestro en la infancia al escuchar el relato del hombre de arena y el posterior encuentro con el óptico Coppola lo aterró, así nosotros creemos reconocer las figuras terroríficas de la infancia, en las aterradoras imágenes que las televisoras no se cansan de explotar.
Aquello antaño hospitalario se nos torna agreste e inhóspito, el amigo en enemigo, el civilizado en salvaje agresor, la seguridad en miedo, la certidumbre en paranoia y todo se torna un desdoblamiento especular de aquello íntimo, familiar y a la vez siniestro que nos habita. Se confunden el adentro y el afuera, la fantasía con la realidad y la razón se sale de sus goznes. Ante el “enemigo” sin rostro, ante el retorno de lo reprimido, ante la amenaza de lo fantasmático, aparecen, inevitablemente, las fantasías más arcaicas, la paranoia y las actuaciones. La angustia lo matiza todo, lo más irracional aflora y la capacidad para la reflexión nos abandona, creencia y delirio se traslapan con los graves riesgos que esto conlleva.
Parafraseando a Freud; el mundo se nos ha tornado unheimlich, el mundo se nos ha poblado de fantasmas. Convendría recordar en estos momentos las palabras del poeta Meleagro: “La única patria, extranjero, es el mundo en que vivimos; un único caos produjo a todos los mortales”.
Clitemnistra: El narco-reclamo
Ayer, mientras escuchaba el noticiero matutino en el radio, el locutor hizo mención a las primeras mantas que aparecieron en el país con narcomensajes. Las mantas exponían algo de lo que varios medios habían hecho mención antes: Que la tal guerra contra el narcotráfico del gobierno de facto estaba enfocada únicamente a pegarle a un cártel y a militarizar el territorio sólo de algunos.
Hoy, que aparecen nuevamente las mantas con “narcomensajes” en los puentes peatonales, no nos cabe la menor duda de que aquellos viejos acuerdos que mantenían en relativo equilibrio a la mafia en México, no sólo está en crisis, sino que se dobla sobre sí misma y hace publicos los reclamos. Algunos de ellos lo hacen con costosos spots en TV y el “narco” se limita a dejar los memos con todas las letras y tintas claras sobre mantas en todo el país.
Sólo hay dos explicaciones para estas mantas. 1) que no sean mensajes de narcos y 2) que lo sean. ¿Porqué me doy explicaciones tan burdas? Porque las implicaciones de cualquiera de estas dos opciones son las mismas.
CASO 1
Es muy extraña la manera en que estas mantas han aparecido como de la nada en puentes peatonales. No crean, yo he hecho eso muchas veces y puedo asegurarles que no es sencillo y no importa cuánta discreción procures, a cualquier hora del día o la noche hay autos y mirones. Supongo que si vas armado hasta los dientes es más sencillo pues, a lo que voy es que esas cosas no pasan desapercibidas hasta las seis de la mañana en ningún caso.
Uno se pregunta cómo es que estos presuntos narcos tan acostumbrados a la violencia se ven en la necesidad de verse tan civilizados y hacer sus manifiestos con anuncios impresos en lona a doble tinta y hasta con fotos. Será que ya se sumaron al México ganador?
Y las cabezas? Yo recuerdo bien los tiempos aquellos en que los narcomensajes se dejaban adornados como arbolito de navidad con una cabeza o algunos dedos. Las cartulinas a veces no se leían perfecto pero el reclamo quedaba claro. Y las panzas marcadas con picahielo? A poco los narcos ya se pusieron finolis?
La manera de operar en esta ocasión no coincide con las experiencias anteriores, y eso nos hace pensar que quizás no son narcos los que han puesto esos letreros, sino los mismos policiías locales. ¿Porqué? Pues porque en esta dichosa guerrita de la seguridad emprendida por el gobierno a quenes se están echando al plato son a los policías. La militarización ha causado que múltiples miembros de los cuerpos policiales de los diferentes estados y en diferentes mandos hayan sido torturados y asesinados por grupos en discordia. Estas mantas, que utilizan el lenguaje y las formas que usualmente usan los narcos es un medio de hacer una denuncia de lo que ellos saben.
CASO 2
El caso dos se resume a una llamada de atención como primer paso.
Recuerdan esas mantas que aparecieron en Reynosa hace mucho donde unos narcos hacían referencia a unos empresarios que les querían empezar a comer el mandado? También las llamadas de atención comenzaron con mantitas advirtiendo que no se anduvieron metiendo en nogocios que no conocían. El empresario en cuestión no hizo caso y apareció después decapitado con su respectiva cartulina.
Las mantas están denunciando la protección del gobierno de facto y el ejército hacia los cárteles de Sinaloa y Michoacán, adviertiendo que el problema no es con el otro bando. Entonces cuál es su problema? Pues que la protección de Felipe Calderón y el ejército no consiste en tener al cártel de Sinaloa sano y salvo en Los Pinos, sino en que la militariozación que se ha extendido por todo el país, sólo la están mandando a terrotorios que pertenecen al grupo de los quejosos. El negocio del narcotráfico es muy poderoso en este país, y las bajas en personal, las pérdidas de “terreno” y los días sin flujo de ventas propician caídas abismales en las ganancias. Así que tienen muy grandes razones para estar enojados con FeCal y sus aliados.
Si este es el caso ya estaremos viendo letreros más fuertecitos colgados de los puentes, supongo yo.
La violencia desbordada que existe hoy en México es consecuencia directa de la impunidad que gozan los grupos delictivos y la protección que desde el poder se le da. Por tanto, los compromisos de unos con otros varían de acuerdo a los cambios políticos y la situación económica del país. Si bien hemos planteado dos supuestos casos en que este conflicto de las mantas puede o no pertenecer a grupos de narcotraficantes, lo único que no cambia ahí son los mensajes en sí: la denuncia del involucramiento y protección de Felipe Calderón, el ejército más otros mandatarios con conocidos delincuentes.
Los “narcomandatarios” enlistados con nombre y apellido son los señalados por no cumplir los acuerdos tácitos de los grupos de delincuencia organizada. Por ello, podemos esperar en los siguientes meses el reacomodo de todos los involucrados y el escarmiento a quienes se hayan querido pasar de listos.
Y la pregunta obligada es: ¿Cómo es que todo mundo le truena los dedos a Felipe Calderón?
Alejandro Martí le dice que si no puede se vaya, la mujer de Nelson Vargas exije que haga su trabajo, los empresarios los hacen como chancla, las telvisoras lo traen como yoyo, el ejército se manda solo y los narcos le tienen que estar recordando a donde y a quienes pertenece. El gobierno de FECal ha probado más de una vez que no puede cumplir con su parte de los acuerdos adquiridos a partir de la compra de su silla presidencial. Y ahora los verdaderos dueñosde esa silla, los pusieron el dinero, los que manejaron los medios, los que lo hicieron mandatario y quienes hasta ahora lo siguen sostenciendo hacen respectivos reclamos.
Yo no lo sé de cierto. lo supongo… porque eso es todo lo que puedo ver.
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José Blanco: Impunidad y sectarismo
Reunida la totalidad de la representación de la República (más invitados), conformada esta vez como Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) –creado hace 23 años–, firmó un Acuerdo Nacional de la Seguridad, de 74 puntos, para enfrentar la ola de incontrolada delincuencia que se abate sobre el país. Un documento con muchas acciones necesarias, pero sin columna vertebral.
Aparentemente esa columna es la seguridad; es probable que esta nueva arma no esté apuntando al blanco central, aunque está ahí, entre los acuerdos. El blanco central se llama impunidad. En 23 años el CNSP, lejos de abatirla, ha contemplado pasivamente cómo las cabezas de la impunidad se multiplicaban como ocurría con la despiadada hidra de Lerna.
La principal función del Estado es justamente la seguridad de las personas. Lo dice a todas horas todo mundo. Así, el crecimiento de la inseguridad y el debilitamiento del Estado son las dos caras de la misma moneda. Un acuerdo nacional por la seguridad ha de ser un acuerdo por el fortalecimiento del Estado para cumplir esa función; fortalecer al Estado en esa función significa limpiar los establos de Augías (tarea que Hércules debía realizar en un solo día). El héroe debió desviar dos caudalosos ríos hacia los establos –el sistema policiaco y el sistema judicial– para barrer con la miles de toneladas de mierda que durante 30 años habían acumulado.
Sin esa hercúlea operación, la impunidad continuará reinando, es decir, la proliferación de la delincuencia seguirá encontrando campo fértil para crecer y multiplicarse. Ciertamente no es un trabajo de un día, y el atribulado padre de Fernando Martí no puede esperar que ello ocurra.
¿Es de creerse que alguien en sus cinco sentidos firme su propia sentencia de muerte? En México, por supuesto que sí. Todo lo que tiene que ocurrir es que la impunidad acorazada continúe incólume, indemne, rozagante. Por eso en el acuerdo por la seguridad se estamparon impúdicas firmas como la del precioso Mario Marín, la del de la piel paquidérmica Juan Sabines, la de la inefable maestra Gordillo, o la del de la cínica vida regalona, el caradura señor Deschamps, por ejemplo.
Las personas provenientes de los partidos políticos principalmente, que se han hecho cargo de las instituciones de la seguridad, son parte fundamental del problema, no de la solución; son ellos la encarnación de la impunidad. ¿Vamos a solicitarles atentamente que se practiquen el haraquiri?
Una sociedad que se organice y movilice será el único Hércules capaz de crear las condiciones para que personas responsables puedan llevar a cabo las arduas tareas que son indispensables para eliminar la impunidad. Los partidos no harán nada porque están hundidos en el sectarismo; lo peor de todo es que han arrastrado consigo a segmentos inmensos de la propia sociedad.
En uno de los textos más lúcidos que he leído de Carlos Monsiváis, el polígrafo escribe: “No hay discusión sobre la irracionalidad de esta matanza inenarrable, ¿pero qué significa la exigencia de tranquilidad y justicia? Sobre la violencia acrecentada de la delincuencia, no hay duda: debe frenarse con la acción de la justicia que impida el narcotráfico, los policías involucrados, los empresarios y políticos cómplices, etcétera. Pero esto se ha dicho en demasía y, ni modo, no ha pasado nada. Por eso, creo que uno de los pasos siguientes, al lado de las acciones del Poder Judicial, es un debate nacional de primer orden sobre la estructura de la impunidad, y creo que al lado de la Cumbre de Seguridad debe darse de varias maneras la Cumbre Alternativa donde las sociedades discutan desde su experiencia sobre su porvenir inmediato”.
Al tiempo que los establos son lavados, la prevención es indispensable, pero tampoco es un trabajo de un día. Es preciso abatir la desigualdad social, económica y educativa. Las tareas son ciertamente hercúleas. Pero la posibilidad de un debate instalado en la búsqueda de ese proyecto nacional para enfrenar los tres problemas señalados se antoja también para el poderoso hijo de Júpiter. Y en ello cuenta, y cuánto, el sectarismo ilimitado de nuestras elites políticas.
“No se necesita compartir la ideología de los organizadores de esta marcha para apreciar la decisión de los que van a marchar”, dice Monsiváis (refiriéndose a la marcha del próximo domingo). “Como se quiera ver, ejercen una alternativa ciudadana, válida en sí misma, y sus experiencias son las mismas de otros de convicciones políticas diversas. Ante la inseguridad, todos mezclamos el temor, el desconcierto, la confusión, el deseo de esclarecimiento, la crítica a las autoridades federales y regionales.” Si este tiempo de sectarismos brutales no fuera el que es, todos sin excepción tendrían que haber estado en esa marcha.
Pero el sectarismo nos impide ver la causa por la que pelear, y nos lleva a preguntarnos quiénes son los organizadores. Una desdichada confusión de partidos y ciudadanos. Cuánto nos hace falta mirar cómo las más extremas posiciones ideológicas marchan juntas en España contra los asesinatos de ETA. Contra los secuestros y las muertes y la extensa vida delincuencial que vivimos, debieran estar unidos los adversarios políticos y la sociedad toda.
Marco Rascón: La República Reunida
Mientras los discursos son de a mentiritas, la violencia es de “a deveritas”: mientras las causas de la criminalidad son profundas, las respuestas superficiales; mientras la drogas dañan, su negocio mata; mientras el dolor se acumula, la ingenuidad crece; mientras el mal se extiende se vuelve más inexplicable.
Es lamentable ver a todos los poderes de la república reunidos contra la nada. Reunión de lluvia de ideas que no ha generado un mínimo de confianza ante los tufos de cinismo y ocurrencias surgidos de la reunión. Un solo punto de partida podría haber ayudado: que explicaran lo que realmente pasa.
La república se reunió ante el reconocimiento de la gravedad de la situación, pero el resultado ha sido anticlimático, ante la repetición de los diagnósticos y los análisis de los gobernadores, los tres poderes federales, los representantes de las instituciones públicas y privadas. ¿Acaso los secuestradores se han detenido en este año, sabiendo que Arizmendi el mochaorejas pasará toda su vida en prisión por delitos similares a los actuales? ¿Cuánto se ha gastado desde 1997 hasta ahora en “la seguridad” en aumento de policías, armamento, equipos modernos? ¿Cuánto más se gastará y qué resultados habrá?
Si viéramos a México a través de sus prisiones, nos daríamos cuenta de que la situación actual no es sino el reflejo, la expresión, de una nación enferma, de instituciones decadentes.
La Revolución Mexicana sobrevino tres años después de que Porfirio Díaz “modernizó” el sistema penitenciario: de los viejos penales de San Juan de Ulúa o la cárcel de Belem construyó las nuevas prisiones de Lecumberri, entre otras en el país con arquitectura francesa. De los centros de rehabilitación de la década de los 70 se pasó hace años a los penales de “alta seguridad” y todos son el mundo del hacinamiento, la corrupción, los centros de poder de la criminalidad mezclada con la injusticia.
Los gobiernos deben a los ciudadanos una explicación, porque se desconoce la naturaleza exacta de las ejecuciones que se han sucedido principalmente en el norte, pero que ahora se extienden por todo el país. Por el tamaño y la impunidad, se podría pensar que ya estamos frente a un nuevo poder, que es el paramilitarismo, mismo que actúa con una lógica de objetivos claros y sistemáticamente.
En paralelo a esto, están los aumentos de los secuestros con fines económicos, de los que que según la misma Procuraduría General de la República iban 64 al mes desde enero, lo cual da una cifra mayor a 500 en lo que va del año. Si la industria es floreciente, ¿por qué matan a las víctimas después de que se cumple con el pago? En ese punto, la violencia ha dejado de tener una racionalidad meramente lucrativa y se acerca a los objetivos del terror, la intimidación social, la contrainsurgencia y el paramilitarismo.
Cuando la república se reúne para luchar contra la nada y lo inexplicable, la causa oculta ha ganado la primera batalla: se supone que México vive una transición, pero la violencia hace que la sociedad piense en formas intolerantes, de dureza, más que en democracia. El terror se ha ido convirtiendo en consejero del retroceso, las formas autoritarias, los regímenes parapoliciacos, en vez de ver hacia el futuro. ¿Hay fuerzas políticas que se beneficien de lo que hoy sucede?
La república no ha explicado qué ha significado la presencia militar del ejército en la franja fronteriza del norte de México, que no ha servido para detener el flujo de ejecuciones diarias. ¿Cuál es el balance que podría dar el jefe supremo de las fuerzas armadas sobre la actuación de la institución? ¿Qué significa el desmantelamiento de las policías municipales y estatales? ¿Quiénes mueren: los que se oponen al crimen o sus aliados? ¿Quiénes los matan? ¿Estamos saliendo de la violencia, estamos a la mitad o estamos empezando?
Los anuncios que hizo la república sobre la depuración de las policías y la restructuración total no sólo son ingenuos, sino irresponsables. Anunciar esto es como informar de una devaluación con días de anticipación. ¿Qué estará pensando un policía en activo que ha cometido actos de corrupción individual o de grupo, incluso obligado por sus jefes? ¿Cómo actuará ante la amenaza de despido y el señalamiento? ¿Quiénes los sustituirán?
El tema de la seguridad es el de la sobrevivencia. La marcha del 30 de agosto entrará por Madero, manifestando su duelo y preocupación; a la salida verá que lleva las manos vacías para enfrentarse de nuevo a la cotidianidad con todos los riesgos, mientras el gobierno sigue negándose a explicar el problema y el origen de la violencia, pues quizás tenga una parte de responsabilidad que no quiere reconocer ni mínimamente.
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J. Enrique Olivera Arce: Escepticismo. El pueblo a las pruebas se remite
Cadena perpetua, para los luchadores sociales del pueblo de Atenco. Impunidad y apapacho para sátrapas confesos que desde el gobierno atropellan al pueblo.
Doble moral y doble rasero es la lectura obligada que deja el cónclave elitista en el que lo más representativo de la clase gobernante se comprometiera a lo que por principio, saben que no pueden ni deben cumplir, so pena de escupir para arriba. Hablar de la soga en casa del ahorcado no siempre es lo más afortunado cuando a la luz de la realidad nacional, un pueblo escéptico y profundamente agraviado, reacciona frente al discurso mediático de su victimario con un indiferente y desganado ¡Que renuncien todos!
Hoy el tema de moda es la seguridad pública frente a manifestaciones criminales, sin más objeto aparente que desviar la atención del ciudadano de a pie sobre otros quizá estratégicamente más relevantes como la seguridad energética, la seguridad alimentaria o la seguridad social. Mañana o pasado bien podría utilizarse como cortinilla de humo cualquier otro pretexto que cale coyunturalmente en el estado de ánimo prefabricado por los medios, de una ciudadanía que ya no ve lo duro sino lo tupido.
Como ya es costumbre, lo pactado renuncia a lo obvio y choca con el manejo presupuestal y la inclinación a la rapiña de los virreyes estatales. Los gobernadores se suman al pacto y lo aplauden de dientes para afuera, pero ¿estarían dispuestos a renunciar al control de sus organismos de seguridad, y en nombre de la eficacia dejar en manos de la federación el manejo y control de la totalidad de los recursos presupuestales asignados a la tarea? Ni el más optimista de los mexicanos se atrevería a inclinarse por la afirmativa.
El caso es hacer mucho ruido aunque las nueces sean escasas, ante la incapacidad de la clase gobernante para atender y enfrentar con eficiencia y eficacia, problemas torales de una nación que marcha a paso acelerado en pos de la banca rota. Tiene razón la periodista Marcela López Zalce, cuando en Milenio escribe que “no hay nada que celebrar”. El pacto por la seguridad al igual que el pacto para la reforma del Estado, o el signado en su momento para el rescate del campo, son letra muerta. La clase gobernante seguirá por el camino andado de la mediocridad, la corrupción y la impunidad, ante el escepticismo y creciente indiferencia de los subordinados.
Si el Sr. Calderón Hinojosa esperaba otra cosa de la cumbre planeada para satisfacer su particular afán de legitimarse ante los mexicanos, terminó por ceder su escaso y cuestionado capital político al poder real de la Nación. La clase empresarial exige resultados concretos o la renuncia de los servidores públicos responsables. En tanto que las clases subordinadas, con mayor realismo, descalifican el intento, con un simple “a las pruebas me remito”.
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