Monthly Archives: July 2009

DAVID BROOKS: The Power of Posterity

Every day, I check a blog called Marginal Revolution, which is famous for its erudite authors, Tyler Cowen and Alex Tabarrok, and its intelligent contributors. Last week, one of those contributors asked a question that is fantastical but thought-provoking: What would happen if a freak solar event sterilized the people on the half of the earth that happened to be facing the sun?

If you take an individualistic view of the world, not much would happen immediately. There are millions of people today who do not reproduce, and they lead happy, fulfilling and productive lives.

Even after the event, material conditions would be exactly the same. People would still have an incentive to go to work, pay off their bills and educate the children who were already with us. For 20 years, there would still be workers flowing into the labor force. Immigrants from the other side of the earth could eventually surge into the areas losing population. If anything, the mass-sterilization might reduce the environmental strain on the planet. People might focus on living for the moment, valuing the here and now.

But, of course, we don’t lead individualistic lives. Material conditions do not drive history. People live in a compact between the dead, the living and the unborn, and the value of the thought experiment is that it reminds us of the power posterity holds over our lives.

If, say, the Western Hemisphere were sterilized, there would soon be a cataclysmic spiritual crisis. Both Judaism and Christianity are promise-centered faiths. They are based on narratives that lead from Genesis through progressive revelation to a glorious culmination.

Believers’ lives have significance because they and their kind are part of this glorious unfolding. Their faith is suffused with expectation and hope. If they were to learn that they were simply a dead end, they would feel that God had forsaken them, that life was without meaning and purpose.

The secular world would be shattered, too. Anything worth doing is the work of generations — ending racism, promoting freedom or building a nation. America’s founders, for example, felt the eyes of their descendants upon them. Alexander Hamilton felt that he was helping to create a great empire. Noah Webster composed his dictionary anticipating that America would someday have 300 million inhabitants, even though at the time it only had 6 million.

These people undertook their grand projects because they were building for their descendants. They were motivated — as ambitious leaders, writers and artists are — by their hunger for immortal fame.

Without posterity, there are no grand designs. There are no high ambitions. Politics becomes insignificant. Even words like justice lose meaning because everything gets reduced to the narrow qualities of the here and now.

If people knew that their nation, group and family were doomed to perish, they would build no lasting buildings. They would not strive to start new companies. They wouldn’t concern themselves with the preservation of the environment. They wouldn’t save or invest.

There would be a radical increase in individual autonomy. Not sacrificing for their own society’s children, people would themselves become children, basing their lives on pleasure and ease instead of meanings to be fulfilled.

Some people might try to perpetuate their society by recruiting people from the fertile half of the earth. But that wouldn’t work. Immigration is the painful process of leaving behind one culture and way of living so that your children and children’s children can enjoy a different future. No one would be willing to undertake that traumatic process in order to move from a society that was reproducing to a society that was fading. There wouldn’t be the generations required to assimilate immigrants. A sterile culture could not thrive and, thus, could not inspire assimilation.

Instead there would be brutal division between those with the power to possess the future and those without. If millions of immigrants were brought over, they would populate the buildings but not perpetuate the culture. They wouldn’t be like current immigrants because they wouldn’t be joining a common project, but displacing it. There would be no sense of peoplehood, none of the untaught affections of those who are part of an organic social unit that shares the same destiny.

Within weeks, in other words, everything would break down and society would be unrecognizable. The scenario is unrelievedly grim. An individual who does not have children still contributes fully to the future of society. But when a society doesn’t reproduce there is nothing left to contribute to.

But, of course, that’s the beauty of this odd question. There are no sterilizing sunspots. Instead, we are blessed with the disciplining power of our posterity. We rely on this strong, invisible and unacknowledged force — these millions of unborn people we will never meet but who give us the gift of our way of life.

Bob Herbert is off today.

Source: NY Times

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Julio María Sanguinetti: No basta votar

Bien se sabe que la democracia no es sólo elecciones, condición necesaria pero no suficiente. Una democracia supone un gobierno electo por el pueblo; como dice Popper, procedimientos no violentos para sacudirse una mala administración; la adecuada autonomía de los poderes de gobierno; la vigencia consentida de un Estado de derecho y el respeto general por las libertades y garantías de los ciudadanos.

En el umbral del Bicentenario de nuestras repúblicas latinoamericanas, ese ideal tan largamente acariciado, está aún lejos. Se vota: todos los gobiernos, salvo la conocida excepción cubana, son resultado de elecciones y ello debe valorarse. Incluso en los dos países más grandes, podemos señalar algunos avances notables. Brasil posee hoy partidos nacionales estables y México ha estrenado un sistema electoral transparente con una alternancia política razonablemente aceptada.

Más allá de estas gratificantes comprobaciones, nos encontramos con inestabilidades y degradaciones imposibles de ocultar. Caído el Muro de Berlín y superada la guerra fría, nuestro hemisferio se alejó de la diabólica dialéctica de unos sustentando guerrillas marxistas desde Cuba y otros dictaduras desde Washington. Pareció que nos llegaba un tiempo de paz, en que la democracia podría brillar, pues dependía simplemente del esfuerzo de los demócratas latinoamericanos. Los hechos no han sido tan gratificantes.

En Brasil (1992), renuncia el presidente Fernando Collor de Melo ante la inminencia de un juicio político. En Paraguay (1999), el presidente Cubas renuncia y se exilia en Brasil, a raíz de las revueltas desencadenas por el asesinato del vicepresidente Argaña, quedando la Presidencia en manos del titular del Senado González Macchi, quien a duras penas termina su mandato. El caso peruano fue uno de los más detonantes, con la dimisión de Alberto Fujimori (2000), quien abandonó la Presidencia luego de ser reelecto, a raíz de descubrirse una trama siniestra de corrupción y espionaje que manejaba un capitán Montesinos, de triste memoria. Argentina (2001) vio caer al presidente Fernando de la Rúa a raíz de una crisis económica severa y el acoso de piquetes organizados que se adueñaron de la calle; todo lo cual dio paso a tres presidentes provisionales en dos meses, finalmente sustituidos por Eduardo Duhalde, quien alcanza la normalización institucional. En Bolivia, entre 2003 y 2005 se produce la estrepitosa caída del presidente Sánchez de Lozada, y más tarde la de su sustituto Carlos Mesa, para abrir espacio finalmente a la elección de Evo Morales, administrador de un país agrietado en dos partes por un persistente conflicto étnico. En Ecuador (2005), el presidente Lucio Gutiérrez cae en medio de revueltas populares.

Este sucinto relato apenas resume las caídas presidenciales. No podemos ignorar la degradación democrática que se vive bajo gobiernos populistas como el de Venezuela, donde se ha instaurado la Presidencia eterna y cerrado la principal estación privada de televisión, mientras la otra independiente sobrevive bajo amenaza. A lo que se añaden vaciamientos institucionales tan fuertes como el de que, electo en Caracas un alcalde opositor, se dictó una ley despojándolo de todas sus competencias, transferidas a una nueva superautoridad creada para administrar la ciudad capital. Tampoco cabe olvidar la permanente furia reeleccionista que entra a los mandatarios en ejercicio y que no parece terminar.

Todo esto viene a cuento de los dramáticos episodios ocurridos en Honduras, que registran el primer golpe militar de esta etapa histórica. Golpe sui géneris, porque nació del Parlamento y el Poder Judicial, que enfrentados al presidente terminaron reclamando una intervención militar para deponerlo y desterrarlo. No hay duda de que este presidente se había extralimitado hasta el punto de que no hubiera un solo diputado de su partido que levantara la mano en su favor. Pero tampoco hay duda de que cualesquiera fueran sus excesos, nunca debió ser el Ejército el arbitrario ejecutor de un derrocamiento presidencial, que bien ha sido calificado internacionalmente como un golpe de Estado.

Dos siglos de independencia no habilitan ya más excusas. No se puede seguir hablando de la herencia hispánica, del imperialismo norteamericano o del comunismo internacional. Nuestras repúblicas aún adolecen de inmadurez democrática y ello se advierte en el debate diario. Si una dictadura es de izquierda o derecha, será buena o mala para unos u otros, al margen de su condición autoritaria. Y ello ocurre en los medios políticos tanto como en las universidades, todavía ancladas en debates ideológicos que ya debían haberse librado a la historia.

Hemos vivido un quinquenio milagroso del mercado internacional, que derramó excedentes fabulosos. Hubo algunos avances, pero magros en el conjunto, porque -como dice Alain Touraine- “las chances de desarrollo dependen hoy más de las condiciones políticas y sociales que de las condiciones económicas”. Sólo los países con estabilidad pudieron aprovechar satisfactoriamente la bonanza, como pasó en Chile, Brasil, Colombia o Perú. Pasada la buena racha y enfrentados nuevamente a la dura competencia de los mercados, se hace más imprescindible que nunca la seguridad jurídica y la estabilidad política. Que es, justamente, lo que vemos resquebrajarse en variadas partes del hemisferio.

Julio María Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, es abogado y periodista.

Fuente: El País

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Alejandro Ordaz Moreno: Condenado en España a 8 años de prisión

Alejandro Ordaz Moreno, estudiante mexicano, becado por CONACYT, fue sentenciado hoy a ocho años y cuatro meses de prisión por los delitos de atentado y doble homicidio en grado de tentativa en contra de dos agentes policiales, informaron fuentes judiciales.

La Audiencia Provincial de Sevilla precisó que la sentencia incluye un año 10 meses de prisión por el delito de atentado y tres años y tres meses por cada uno de los dos delitos de homicidio en grado de tentativa.

El consejero político de la embajada de México en España, Bernardo Graue Toussaint, comentó que los abogados de Ordaz Moreno ya están trabajando en la construcción del recurso de casación que se presentará en el Tribunal Supremo de Madrid.

Por lo pronto, el acusado -que ha dicho que confía en la justicia española- se encuentra tranquilo, sereno y confiado en que prospere el recurso de casación, indicó el consejero.

Ordaz Moreno, de 29 años de edad, fue detenido el 8 de marzo de 2008 en Sevilla, acusado de ser presunto responsable de los citados delitos cometidos en contra de dos agentes policiales.

El joven originario del central estado mexicano de Guanajuato estudia un doctorado en la Universidad de Sevilla, becado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México, y ha negado los cargos.

Antes de su detención, Ordaz Moreno fue abordado por dos policías, un hombre y una mujer vestidos de civil, mientras iba camino a su departamento tras haber departido con amigos en un bar.

Luego de un forcejeo con los policías éstos lo acusaron de haber golpeado a la mujer, apoderarse de una de sus pistolas y encañonarlos con la intención de dispararles, lo que motivó la acusación de doble intento de homicidio.

Graue aseguró que la embajada de México seguirá apoyando a Ordaz y a su familia en todo lo que sea necesario hasta clarificar el caso y salga en libertad.

El estudiante mexicano que fue detenido el 8 de marzo de 2008 en Sevilla, España, acusado de intento de homicidio contra dos policías españoles, fue sentenciado este lunes a ocho años dos meses de prisión.

Las autoridades españolas determinaron dictarle tres años tres meses por el agravio a cada uno de los policías involucrados y un año ocho meses más por atentar contra la autoridad.

El joven de 28 años, se encontraba estudiando un doctorado de la Universidad de Sevilla sobre energías renovables con una beca que fue otorgada por el Conacyt.

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Jorge Camil: Micheletti (goriletti, pinocheletti)

¿Quién dijo que habíamos superado los cuartelazos, asonadas y pronunciamientos militares en América Latina? Los términos tienen resabios del siglo pasado, cuando creíamos que habían pasado a la historia. ¡Ah!, pero si le pregunta a los poderes fácticos que expulsaron al presidente Manuel Zelaya en Honduras le dirán, como lo caracterizó con increíble cinismo y vaguedad deliberada el golpista Roberto Micheletti a CNN en Español, que fue una sucesión constitucional apoyada por las fuerzas armadas. ¡Menuda estupidez!

El problema es que Micheletti, líder del Congreso a quien los golpistas le confirieron la presidencia, y Alberto Rubí, su fiscal general, han sido incapaces de precisar cuál fue el delito de lesa patria cometido por Manuel Zelaya. Vergonzosamente se contradicen, se hacen bolas; cambian constantemente la cronología de los acontecimientos, mostrando con su conducta culposa que se trató de lo que fue: un golpe de Estado.

Los golpistas, conscientes de que iniciaban una aventura a contracorriente de la historia, y antes de que surgiera la ola de reproche mundial, comenzaron a urdir ridículas teorías exculpatorias. Inventaron una supuesta carta de renuncia, aseguraron (sin precisarlo) que hubo violaciones graves a la Constitución. Éstas, las supuestas violaciones, crecieron de tono al mismo ritmo que la indignación mundial, hasta convertirse en traición a la patria. Eso dejó claro para las nuevas generaciones por qué ostentamos el título de repúblicas bananeras.

Lo único cierto es que grupos poderosos de la ultraderecha –empresarios, clero y fuerzas armadas (¡los sospechosos de siempre!)– comenzaron a sospechar que el barco de Zelaya se ladeaba hacia la izquierda. (Luis Hernández Navarro publicó en La Jornada el 30/6/09 un excelente artículo titulado: La conversión de Manuel Zelaya. En él ilustra los motivos del golpe: Zelaya se acercó demasiado a Hugo Chávez, cambió su discurso en favor de los pobres y se incorporó a la Alternativa Bolivariana para las Américas, Alba.)

¡Anatema! ¿Otro Chávez? ¿Otro país latinoamericano que se unía a la ola de países afiliados a la izquierda? Cuba, Nicaragua, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Brasil, Chile. ¿Y ahora Honduras? Alba y todos los países de América Latina, junto con la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo de Río y Naciones Unidas condenaron el golpe sin reservas. Estados Unidos, el poder tras los golpes militares del siglo pasado en América Latina, ha actuado con sospechosa cautela, especialmente después de que Obama se reunió con Álvaro Uribe en la Casa Blanca. (Ya lo había pronosticado el propio Zelaya: si Estados Unidos no los apoya los golpistas no duran 48 horas. Lo malo es que han durado.) A pesar de los consejos de Uribe, Obama se pronunció en contra del golpe, pero no retiró a su embajador. Aun así, la superpotencia permitió a la OEA que actuara por primera vez por consenso sin línea de Washington.

La otra sorpresa fue Felipe Calderón, que como secretario pro tempore del Grupo de Río condenó el golpe en una sesión extraordinaria del organismo. Instó a los golpistas a restituir el orden constitucional y retiró al embajador mexicano de Tegucigalpa.

¿La doctrina Estrada rediviva? (Aunque le duela a Jorge Castañeda, siempre tan moderno, ésa fue la teoría que rigió con éxito la política exterior de México durante casi todo el siglo pasado; la que nos convirtió en ejemplo en América Latina: el derecho a la autodeterminación de los pueblos.) Eso no pasa de moda, Castañeda, porque la alternativa es abrirle la puerta a la superpotencia intervencionista de George W. Bush. Obama, en cambio, al menos de cara al exterior, muestra frente al gorilazo un regreso al multilateralismo de Bill Clinton, que no ha de ser nada fácil, cuando se escucha día y noche el canto de los grillos que habitan Foggy Bottom, el sótano nebuloso, donde se ha diseñado la política exterior para América Latina desde los tiempos inmemoriales de los hermanos Dulles (John, secretario de Estado, y Allen, fundador de la CIA). Pero heme aquí, recordando personajes e instituciones del siglo XX en pleno XXI. Así de anacrónicos son los acontecimientos y los actos del golpista que finalmente llegó a la presidencia por la vía de las armas.

El gobierno de facto ignoró a la OEA: hagan lo que quieran, le contestó el presidente de la Corte Suprema a José Miguel Insulza, y éste promovió al día siguiente la suspensión de Honduras. En su delirio tercermundista el golpista, cuyo canciller se refiere a Obama como el negrito que no sabe nada, indica ahora que quiere negociar, no el regreso de Zelaya, en eso fue claro, sino las medidas económicas que podrían destruir a un pueblo hundido en la pobreza. Por ahora ganó Micheletti, el empresario que expulsó a Zelaya y le impidió regresar al país bloqueando las pistas del aeropuerto con saldo de dos muertos y varios heridos; el golpista a quien el ingenio de los seguidores de Zelaya convirtió por las calles de Tegucigalpa en goriletti y pinocheletti.

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Eduardo Galeano: Los mapas del alma no tienen fronteras

Permítanme agradecer esta ofrenda que estoy recibiendo, que para mí es un símbolo de la tercera orilla del río. En esa tercera orilla, nacida del encuentro de las otras dos, florecen y se multiplican, juntas, nuestras mejores energías, que nos salvan del rencor, la mezquindad, la envidia y otros venenos que abundan en el mercado.

Aquí estamos, pues, en la tercera orilla del río, argentinos y uruguayos, uruguayos y argentinos, rindiendo homenaje a nuestra vida compartida, y por lo tanto estamos celebrando el sentido comunitario de la vida, que es la expresión más entrañable del sentido común.

Al fin y al cabo, y perdón por irme tan lejos, cuando la historia todavía no se llamaba así, allá en el remoto tiempo de las cavernas, ¿cómo se las arreglaron para sobrevivir aquellos indefensos, inútiles, desamparados abuelos de la humanidad? Quizá sobrevivieron, contra toda evidencia, porque fueron capaces de compartir la comida y supieron defenderse juntos. Y pasaron los años, miles y miles de años, y a la vista está que el mundo raras veces recuerda esa lección de sentido común, la más elemental de todas y la que más falta nos hace.

Yo tuve la suerte de vivir en Buenos Aires, en los años setenta. Llegué corrido por la dictadura militar uruguaya, y me fui corrido por la dictadura militar argentina.

No me fui: me fueron. Pero en esos años comprobé, una vez más, que aquella prehistórica lección de sentido común no había sido olvidada del todo. La energía solidaria crecía y crece al vaivén de las olas que nos llevan y nos traen, argentinos que vienen y van, uruguayos que vamos y venimos. Y en el tiempo de las dictaduras, supimos compartir la comida y supimos defendernos juntos, y nadie se sentía héroe ni mártir por dar abrigo a los perseguidos que cruzaban el río, yendo para allá o desde allá viniendo. La solidaridad era, y sigue siendo, un asunto de sentido común y por lo tanto era, y sigue siendo, la cosa más natural del mundo. Quizá por eso su energía, la siempreviva, fue más viva que nunca en los años del terror, alimentada por las prohibiciones que querían matarla. Como el buen toro de lidia, la solidaridad se crece en el castigo.

Y quiero dar un testimonio personal de mi exilio en la Argentina. Quiero rendir homenaje a una aventura llamada Crisis, una revista cultural que algunos escritores y artistas fundamos con el generoso apoyo de Federico Vogelius, donde yo pude aportar algo de lo mucho que me había enseñado Carlos Quijano en mis tiempos del semanario Marcha.

La revista Crisis tenía un nombre más bien deprimente, pero era una jubilosa celebración de la cultura vivida como comunión colectiva, una fiesta del vínculo humano encarnado en la palabra compartida. Queríamos compartir la palabra, como si fuera pan.

Los sobrevivientes de aquella experiencia creadora, que murió ahogada por la dictadura militar, seguimos creyendo lo que entonces creíamos. Creíamos, creemos, que para no ser mudo hay que empezar por no ser sordo, y que el punto de partida de una cultura solidaria está en las bocas de quienes hacen cultura sin saber que la hacen, anónimos conquistadores de los soles que las noches esconden, y ellos, y ellas, son también quienes hacen historia sin saber que la hacen. Porque la cultura, cuando es verdadera, crece desde el pie, como alguna vez cantó Alfredo Zitarrosa, y desde el pie crece la historia. Lo único que se hace desde arriba son los pozos.

La dictadura militar acabó con la revista y exterminó muchas otras expresiones de fecundidad social. Los fabricantes de pozos castigaron el imperdonable pecado del vínculo, la solidaridad cometida en sus múltiples formas posibles, y la máquina del desvínculo continuó trabajando al servicio de una tradición colonial, impuesta por los imperios que nos han dividido para reinar y que nos obligan a aceptar la soledad como destino.

A primera vista, el mundo parece una multitud de soledades amuchadas, todos contra todos, sálvese quien pueda, pero el sentido común, el sentido comunitario, es un bichito duro de matar. La esperanza todavía tiene quien la espera, alentada por las voces que resuenan desde nuestro origen común y nuestros asombrosos espacios de encuentro.

Yo no conozco dicha más alta que la alegría de reconocerme en los demás. Quizás ésa es, para mí, la única inmortalidad digna de fe. Reconocerme en los demás, reconocerme en mi patria y en mi tiempo, y también reconocerme en mujeres y hombres que son compatriotas míos, nacidos en otras tierras, y reconocerme en mujeres y hombres que son contemporáneos míos, vividos en otros tiempos.

Los mapas del alma no tienen fronteras.

(Palabras dichas por Eduardo Galeano en Montevideo, anoche, al ser condecorado con la Orden de Mayo de la República Argentina)

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Andrés Sal.lari: Honduras ¿Golpe de Estado contra Barack Obama?

Una noticia me llamó mucho la atención este domingo, al llegar a mi puesto de trabajo para iniciar la crónica del retorno del depuesto presidente José Manuel Zelaya, un colega se apareció en mi chat y me pasó unas declaraciones que realizó el canciller impuesto por el gobierno de facto hondureño, Enrique Ortez Colindres, que decían lo siguiente.

“Dejad a los hondureños que resuelvan sus problemas. Ellos permiten lo que sea. Ya Estados Unidos no es el defensor de la democracia. En primer lugar, el presidente de la República, que lo respeto, el negrito, no conoce dónde queda Tegucigalpa. Nosotros somos los que conocemos dónde está Washington y somos los obligados como país pequeño, un pigmeo democrático, a aclararles las concepciones y a leerle, tal vez en su idioma, lo que está pasando”.

Lo que me pregunto es si Ortez habla solo.

Horas después, los colegas Cristina González y Hernán Cano entrevistan al sociólogo James Petras en la emisora YVKE Mundial de Caracas.

Petras no se plantea la discusión en los mismos términos que propongo en esta nota, él critica abiertamente a Obama por no romper relaciones con los golpistas, y por no imponer sanciones comerciales, pero me robo parte de sus declaraciones para utilizarlas en pro del interrogante que plantea esta nota.

Dice Petras: “Bueno, por lo menos veamos los indicadores concretos. Primero, el embajador norteamericano sigue allá. Segundo, los generales, mayores y coroneles estadounidenses estacionados en la base de Honduras siguen en contacto con los asesinos como si fuera una cosa rutinaria.”

Me vuelve la pregunta de antes.

¿Ortez habló solo?

Obama no habrá sido del todo tajante, pero el lunes 29 de junio dijo que el gobierno de Michelleti era ilegal y que el único presidente que reconocía EEUU era Zelaya.

¿Fue una declaración de condena real o una actuación para las cámaras?

No estoy seguro, pero al día siguiente las agencias internacionales informaron que Estados Unidos había decidido suspender sus actividades militares conjuntas con Honduras como medida de presión tras el golpe de Estado.

Esta noticia era interesante, pero al día siguiente el periodista Walter Martínez informó en su programa Dossier -que transmiten Venezolana de Televisión y Telesur- en Venezuela, que esta orden había sido desacatada.

Eso fue el miércoles posterior al golpe del domingo 28 de junio. Cuatro días después leí declaraciones de otro periodista venezolano -quien fue vicepresidente de Chávez- y que suele tener muy buena información.

Rebotada por la Agencia Bolivariana de Información, la noticia era la siguiente:

“El periodista José Vicente Rangel denunció este domingo que en Honduras actuaron dos líneas políticas de Estados Unidos antes de que se fraguara el golpe de Estado contra el presidente constitucional de ese país, Manuel Zelaya.

‘En Honduras se hicieron presentes dos niveles de la política del gobierno norteamericano, una proveniente de la Casa Blanca y otra de la maquinaria que dejó montada la administración de George W. Bush a través de la base militar implantada en la población hondureña de Palmarola’, sostuvo.

Rangel explicó que las razón es que en la madrugada del domingo 28 de junio dos importantes funcionarios del Departamento de Estado, James Steimberg y Tom Shannon, contactaron la embajada estadounidense en Tegucigalpa y la base militar que tiene ese país en la población hondureña de Palmarola para advertir del golpe y disuadir cualquier intento de apoyo.

‘En Honduras operaría, además del Departamento de Estado, la línea del Pentágono a través de la base militar cuyo jefe, el general Douglas Fraser, días antes del golpe en ese país hizo declaraciones contra el presidente (Hugo) Chávez, las cuales asumió de inmediato el gobierno usurpador de (Roberto) Micheletti’, comentó Rangel.

Indicó que fue por esa situación que el embajador estadounidense, Hugo Llórens, se vio forzado a pronunciarse en contra de lo ocurrido, con reservas al principio y luego en forma más categórica.”

Otra vez la pregunta. ¿Por boca de quién habló Cortez?

Robert Gates es el secretario de Defensa de Estados Unidos, Obama le mantuvo el puesto que su antecesor George W. Bush le había confiado en 2006. Su función clave es vencer en la guerra de ocupación en Afganistán y Pakistán, para lo que la administración de Obama está dispuesta a seguir bombardeando indiscriminadamente a sus pueblos, como ya lo ha demostrado.

En octubre de 2007, Gates declaró desde El Salvador que Chávez “es una amenaza para la libertad y prosperidad económica de los venezolanos.”

Durante la década del ’80, Gates fue el subdirector de la CIA, la época en la que Honduras era una base de operaciones para la inteligencia estadounidense, que mantenía una guerra de alta intensidad para derrocar a los sandinistas en Nicaragua.

La presencia estadounidense (con base y 600 soldados hasta hoy) en Honduras permanece, y dudo mucho que los contactos entre los militares de ambos países y Gates puedan haber desparecido. También es imposible pensar que Gates no esté congratulado con el golpe de Estado que afecta al ALBA y a Chávez directamente.

Una vez más la pregunta. ¿Habló solo Cortez?

Repito y repito esta pregunta porque esa declaración racista e irrespetuosa es prácticamente inédita en la historia golpista del continente, y que no surjan represalias más llamativo aún.

Petras confirma que “los generales, mayores y coroneles estadounidenses estacionados en la base de Honduras siguen en contacto con los asesinos como si fuera una cosa rutinaria.”

Walter Martínez informa que la orden de suspender la ayuda militar fue desoída y Rangel revela que diplomáticos de Obama debieron llamar a Tegucigalpa para que EEUU quedé despegado del golpe, y que el embajador Llórens se vio “forzado” a declarar contra la intentona.

Todo parecería indicar que hay un doble poder, tal vez el embajador Llórens, el Pentágono y probablemente el secretario Gates, estén de acuerdo en que Obama “es un negrito que no sabe dónde queda Tegucigalpa” y en que “Estados Unidos ya no es el defensor de la democracia” y “permite lo que sea”.

Tal vez alguna línea de poder le transmitió a Cortez la seguridad necesaria, o la luz verde para que se dirigiera al Presidente de Estados Unidos en esos términos sin el temor a sufrir la represalia correspondiente, que yo pensaría que es el derrocamiento del gobierno golpista.

Por qué no podría concluir esto este periodista, si esta idea acerca de Obama es la que promueve todo el tiempo Richard Cheney, el ex vicepresidente de Bush, que permanentemente declara los mismos conceptos que Cortez con diferentes palabras. Y Gates era uno de los principales funcionarios de Bush y Cheney.

Es cierto que Obama sigue atacando Afganistán y Pakistán, pero no sé si podría dejar de hacerlo sin ser derrocado. Es cierto que mantuvo a Gates, y todo pareciera indicar que podría haberlo removido sin que esto le represente represalias, pero no me animaría a afirmarlo de manera tajante.

También es cierto que algunas cuestiones cambiaron en materia de política exterior estadounidense y eso puede tener muy molestos a muchos ultraconservadores acostumbrados a detentar el poder en Washington. De hecho lo tiene muy molesto a Cheney, y entonces me permito pensar que para el viejo lobo de operaciones de inteligencia y desestabilización de la guerra fría, Robert Gates, tampoco le caerá bien el negrito.

Pareciera ser que esto mismo es lo que piensa la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien en la madrugada del pasado domingo declaró lo siguiente en la Asamblea Extraordinaria de la OEA en Washington.

Cristina es una mujer inteligente, recomiendo prestarle atención:

“Creo también, esto corre por cuenta exclusivamente de quien habla, que también hay aquí atrás otros intereses, intereses que tal vez quieran torcer el rumbo que ha comenzado a tomar el conjunto de la América como por ejemplo en Trinidad y Tobago (Cumbre de las Américas) donde pudimos volver a dialogar y a intentar tener una relación diferente. Yo no soy ingenua y creo que no solamente el ataque es a Ud. presidente Zelaya, o a la República de Honduras, tal vez hay una estrategia más fina, mas profunda que no solamente involucra a quienes tal vez en su país quieren seguir con un modo de no redistribución del ingreso, etc etc.

Creo que también se intenta frustrar una política diferente para el conjunto de América para el conjunto de todos países que conformamos América. Pensémoslo. ¡Qué curioso!, durante los últimos 8 años no se habían registrado, salvo el episodio de Venezuela, casos similares. Cambia la administración del país más poderoso del mundo en el cual estamos aquí, con una nueva tónica a la que todos aspiramos como cambio y comienzan a suceder cosas como estas que pareciera ser que retroceden o ponen el tela de juicio los avances que hemos comenzado a tener a partir de un cambio de administración que ha sembrado mucha esperanza, no solamente en América, sino en el mundo en la necesidad de cambiar.

Sin visiones conspirativas pero con la inteligencia que todos tenemos la obligación de tener al mirar los hechos, no solamente en el lugar que se producen y por las apariencias que presentan, creo que estamos todos obligados a tener una gran dosis de racionalidad, una gran dosis de inteligencia para entender las cosas que están en juego a partir de lo que ha sucedido en Honduras.

Restituir entonces las cosas a su lugar no va a ser solamente un acto de justicia con el pueblo de Honduras y con el respeto estricto a los Derechos Humanos sino también la posibilidad de continuar y profundizar un cambio que comenzó a partir de Trinidad y Tobago, de la derogación de la hermana Republica de Cuba y de un aire diferente que se empezó a respirar en toda la América”.

El director de Human Rights Watch, el chileno José Miguel Vivanco, declaró el fin de semana que la solución a la crisis de Honduras depende de la administración del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ya que, si va a fondo, el gobierno de facto “no resiste más que unas horas”.

Obama también es un hombre muy inteligente, yo no me animo a asegurar qué es lo que quiere y/o qué es lo que puede hacer, pero el envalentonamiento racista de Cortez, y la nula represalia de Washington, sumado al silencio de Llórens, me sigue revoloteando en la cabeza.

¿Habrá sido este un golpe de Estado contra el negrito?

Fuente: Argenpress

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Jacinto Rodríguez Munguía: Periodismo sin Calidad, Periodismo sin Futuro

Hace ya tiempo que las noticias sobre el futuro del ejercicio periodismo no son nada alentadoras. Aunque estas “predicciones” se enfocan particularmente hacia los impresos, el impacto que tendrá en el trabajo periodístico será igual para los reporteros de cualquier medio, sea este impreso o electrónico.

Son varios los escenarios que se anuncia desde hace algunos años.

Hay desde los que aseguran saber el año, día y hora en que habrán de desaparecer los medios impresos, hasta las reflexiones serias y profundas de quienes en este proceso de transformaciones que vive la prensa a nivel mundial, ha puesto en el debate qué hacer y cuáles los retos del periodismo y los periodistas.

Partamos de una verdad inevitable: Los formatos para la transmisión de las noticias va hacia una transformación sin regreso, lo que implica desde ahora, modificaciones en la forma de cómo se ha venido haciendo el periodismo durante décadas.

El editor de El País, Juan Luis Cebrián lo plantea así. “La profesión se enfrenta a una verdadera revolución. Nos encontramos ante un cambio drástico de paradigma. Los periódicos están cada vez menos en el centro de la construcción de la opinión pública, y aunque no están condenados a desaparecer, sí obligados a cambiar”.

Es un hecho que en poco tiempo, quién sabe cuánto, el papel periódico como una de los mejores medios de transmisión de la información, habrá de dar paso casi total a los medios electrónicos entre ellos a las redes de internet.

Lo que si me gustaría debatir en este momento, y que es donde La Fundación Prensa y Democracia ha sido vital desde hace 5 años, es que a pesar de los grandes avances tecnológicos, sigue vigente y creo que por muchos años todavía, la pregunta de ¿cómo hacer de la información, sea cuál sea el formato de transmisión, una información de calidad?

Cómo hacer un periodismo de calidad, en todo el sentido de la palabra.

Ese es el compromiso de PRENDE desde hace 5 años. Y los resultados son contundentes. Más de cien reporteros y editores han pasado por alguna de las becas y en la mayoría de los casos la calidad de su periodismo ha mejorado. La combinación de cursos académicos que ofrece la Universidad Iberoamericana (ciudad de México) con una selección cuidadosa de talleres y talleristas nacionales e internacionales, que han impactado directamente en la formación individual y profesional de los periodistas que por ella han pasado.

El reto ahora de la prensa (impresa o electrónica, incluido el internet) ya no está en cuánto se está informando y cuál es el medio que lo dice primero. Si de por sí esta tesis ya era vieja hace años, ahora no tiene realidad que la sustente.

Hace unos 10 años, cuando en América Latina surgieron proyectos tan interesantes como la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de Gabriel García Márquez, ya la mirada estaba en la construcción de un mejor periodismo, un periodismo que se preocupara más por la precisión, por la buena redacción, el estilo, estructuras narrativas etcétera. Un periodismo de calidad.

La misión de PRENDE no es solamente formar mejores periodistas, dotándolos de herramientas propias del oficio: periodismo de investigación, crónica, perfiles periodísticos, periodismo narrativo, acceso a la información pública; sino también, coadyuvar en la construcción de mejores ciudadanos: ética, filosofía, arte, literatura. En PRENDE creemos en la tesis de Ryszard Kapuscinki de que un buen periodista, antes que nada, tiene que ser también una buena persona.

En los últimos años la “pelea” pasó de entres quiénes ofrecían la primera información a quién ofrece la mejor información. Quién y cómo hace periodismo de calidad. Y eso que para muchos era solamente un asunto menor, resultó que no. Hoy queda claro que ni siquiera los avances más importantes en tecnología pude ofrecer por sí mismo un periodismo de calidad. No por lo menos ahora.

Ni la multiplicación de medios impresos y electrónicos, ni un crecimiento exponencial de vías para la difusión de información, han podido sustituir lo elemental del periodismo: quién y con qué elementos y parámetros de calidad se procesa la información.

Ahora que todo el conocimiento del mundo está en la Red, dice Cebrián, el papel de los periodistas es ayudar a comprender. Establecer un sistema de valores cuando la jerarquía ha desaparecido.

En el centro de esta calidad periodística está el periodista y por tanto el nivel de preparación del mismo. Las herramientas tecnológicas no son suficientes para asegurar que el ciudadano recibirá una información que le aporte elementos para la mejor toma de decisiones en lo individual y en su comunidad.

Estoy convencido que el futuro del periodismo, sea cuál sea el tiempo de vida que le den, tiene que pensarse desde la formación y actualización permanente de los reporteros y editores. Ya no hay pretexto. Lo otro, quedarse a esperar que la tecnología nos lo dé y resuelva todo, es sentarse a ver como se muere este oficio.

El premio nobel de literatura, José Saramago, quien ha hecho del blog una herramienta más para su trabajo literario, lo resume de manera sencilla: “La práctica del blog ha llevado a la escritura a muchas personas que antes poco o nada escribían. Lástima que muchas de ellas piensen que no merece la pena preocuparse con la calidad de estilo de lo que se escribe… A la vez que se escribe más, se está escribiendo peor”.

Por lo tanto, sea cuál sea el medio, la calidad con que se haga periodismo y se procese la información, seguirá siendo insustituible.

De ahí que la Fundación Prensa y Democracia, a cinco años de presencia, es hoy más vigente y necesaria que nunca.

Ahí reside su razón y su existencia.

Jacinto Rodríguez Munguía
Coordinador Académico de la Fundación Prensa y Democracia, AC.

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Johann Hari: The other 9/11 returns to haunt Latin America

The ghost of the other, deadlier 9/11 has returned to stalk Latin America. On Sunday morning, a battalion of soldiers rammed their way into the Presidential Palace in Honduras. They surrounded the bed where the democratically elected President, Manuel Zelaya, was sleeping, and jabbed their machine guns to his chest. They ordered him to get up and marched him on to a military plane. They dumped him in his pyjamas on a landing strip in Costa Rica and told him never to return to the country that freely chose him as their head of state.

Back home, the generals locked down the phone networks, the internet and international TV channels, and announced their people were in charge now. Only sweet, empty music plays on the radio. Government ministers have been arrested and beaten. If you leave your home after 9pm, the population have been told, you risk being shot. Tanks and tear gas are ranged against the protesters who have thronged on to the streets.

For the people of Latin America, this is a replay of their September 11. On that day in Chile in 1973, Salvador Allende – a peaceful democratic socialist who was steadily redistributing wealth to the poor majority – was bombed from office and forced to commit suicide. He was replaced by a self-described “fascist”, General Augusto Pinochet, who went on to “disappear” tens of thousands of innocent people. The coup was plotted in Washington DC, by Henry Kissinger.

The official excuse for killing Chilean democracy was that Allende was a “communist”. He was not. In fact, he was killed because he was threatening the interests of US and Chilean mega-corporations by shifting the country’s wealth and land from them to its own people. When Salvador Allende’s widow died last week, she seemed like a symbol from another age – and then, a few days later, the coup came back.

Honduras is a small country in Central America with only seven million inhabitants, but it has embarked on a programme of growing democracy of its own. In 2005, Zelaya ran promising to help the country’s poor majority – and he kept his word. He increased the minimum wage by 60 per cent, saying sweatshops were no longer acceptable and “the rich must pay their share”.

The tiny elite at the top – who own 45 per cent of the country’s wealth – are horrified. They are used to having Honduras run by them, for them.

But this wave of redistributing wealth to the population is washing over Latin America. In the barrios and favelas, I have seen how shanty towns made out of mud and rusted tin now have doctors and teachers and subsidised supermarkets for the first time, because they elected leaders who have turned the spigot of oil money in their direction. In Venezuela, for example, the poorest half of the country has seen its incomes soar by 130 per cent after inflation since they chose Hugo Chavez as their President, according to studies cited by the Nobel Prize-winning US economist Joseph Stiglitz. Infant mortality has plummeted.

No wonder so many Latin American countries are inspired by this example: the notion that Chavez has to “bribe” or “brainwash” people like Zelaya is bizarre.

It was always inevitable that the people at the top would fight back to preserve their unearned privilege. In 2002, the Venezuelan oligarchy conspired with the Bush administration in the kidnapping of Hugo Chavez. It was only a massive democratic uprising of the people that forced his return. Now they have tried the same in Honduras.

Yet the military-business nexus have invented a propaganda-excuse that is being eagerly repeated by dupes across the Western world. The generals claim they have toppled the democratically elected leader and arrested his ministers to save democracy.

Here’s how it happened. Honduras has a constitution that was drawn up in 1982, by the oligarchy, under supervision from the outgoing military dictatorship. It states that the President can only serve only one term, while the military remains permanent and “independent” – in order to ensure they remain the real power in the land.

Zelaya believed this was a block on democracy, and proposed a referendum to see if the people wanted to elect a constituent assembly to draw up a new constitution. It could curtail the power of the military, and perhaps allow the President to run for re-election. The Supreme Court, however, ruled that it is unconstitutional to hold a binding referendum within a year of a presidential election. So Zelaya proposed holding a non-binding referendum instead, just to gauge public opinion. This was perfectly legal. The military – terrified of the verdict of the people – then marched in with their guns.

But there has been progress since the days of 1973, or even 2002. The coups against Allende and Chavez were eagerly backed by the CIA and White House. But this time, Barack Obama has said: “We believe the coup was not legal and that President Zelaya remains the President of Honduras.” He called the coup “a terrible precedent”.

His reaction hasn’t been perfect: unlike France and Spain, he hasn’t withdrawn the US Ambassador yet. He supports the International Monetary Fund and World Bank, which are vast brakes on Latin American democracy, and he bad-mouths Chavez while arming the genuinely abusive Colombian government. But it is a vast improvement on Bush and McCain, who would have been mistily chorusing “We are all Honduran Generals now”.

The ugliest face of the Latin American oligarchy is now standing alone against the world, showing its contempt for democracy and for its own people. They are fighting to preserve the old continent where all the wealth goes to them at the end of a machine gun. I have seen the price for this: I have lived in the rubbish dumps of the continent, filled with dark-skinned scavenging children, while a few miles away there are suburbs that look like Beverly Hills.

This weekend, Zelaya will return to the country that elected him, flanked by the presidents of Argentina and the Organisation of American States, to take his rightful place. Whether he succeeds or fails will tell us if the children of the rubbish dumps have reason to hope – and whether the smoke from the deadliest 9/11 has finally cleared.

Source: The Independent

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