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Carmelo Ruiz Marrero: ¿Son seguros los transgénicos?
Mario Di Costanzo Armenta: La demagogia es la hipocresía del progreso
Sin embargo, es conveniente advertir que su propuesta es demagógica e ineficiente, por lo que resultará totalmente ineficaz para revertir el deterioro del nivel de vida de la población y en especial de los grupos más vulnerables.
Para corroborar lo anterior basta mencionar que el plan anunciado por Calderón es sólo un resumen de lo que se ha venido haciendo desde que estallara hace más de un año la llamada “crisis del maíz y la tortilla”; es decir, los “eruditos” diseñadores de este plan pretenden solucionar el problema del abasto y del precio de los alimentos, permitiendo la entrada de mayores importaciones de los mismos.
¿Qué acaso no saben que una parte del problema es que el precio de los alimentos se ha incrementado en el resto del mundo y que por más que se “abran las fronteras” compraremos comida cara en el exterior?
Por esa misma razón, López Obrador propuso desde el 29 de enero de 2007 que la solución debía ser de fondo y centrarse en aumentar la producción, con base en una mayor productividad, en programas de apoyo a productores, inversiones públicas y la adopción de una estrategia moderna de mediano y largo plazo, para recuperar la autosuficiencia en la producción de alimentos, y con ello estar razonablemente protegidos ante los aumentos de los precios internacionales, cuyas causas escapan a nuestro control.
Resulta insultante que ahora le preocupe a Calderón el incremento en el costo de los fertilizantes y que hace dos semanas haya “cerrado” operaciones –por no ser rentable– la petroquímica de Cosoleacaque, que era la única planta en el país que producía amoníaco, el principal insumo para la elaboración de fertilizantes.
Pero la demagogia de su programa alcanza su punto máximo con el incremento de 120 pesos en el apoyo que hasta ahora es de 535 pesos al mes y que se otorga a 5 millones de familias mediante el programa Oportunidades: en primer lugar, porque el apoyo otorgado, con todo y el incremento (655 pesos mensuales), sigue siendo inferior al Programa de Pensión Alimentaria para Adultos Mayores que implementó López Obrador durante su gestión como jefe de gobierno del Distrito Federal a las personas de la tercera edad.
Es mezquino, ya que el incremento de 120 pesos a cada beneficiario del programa Oportunidades representa un costo adicional de sólo 600 millones de pesos mensuales, cuando las finanzas públicas al mes de marzo del presente año registraron un superávit (es decir, más ingresos que gastos) por 100 mil millones de pesos.
Es una aceptación tácita de que el costo de la vida se ha incrementado, en lo que va del año, en más de 22 por ciento y no en 4.5 por ciento como lo establece el Banco de México, ya que el incremento de 120 pesos representa apenas 22 por ciento más de lo que hasta ahora reciben estas personas.
Vuelve a ser mentiroso cuando señala que “el gobierno federal seguirá realizando un esfuerzo para evitar el aumento del precio de los energéticos y para ello se destinarán casi 200 mil millones de pesos, que provienen de los recursos excedentes derivados del mayor precio del petróleo”.
En este punto, y en particular en el tema de la gasolina, Calderón vuelve a decir medias verdades, ya que actualmente el costo promedio de la gasolina en Estados Unidos es de 3.78 dólares por galón, lo que significa que un litro de gasolina en la Unión Americana cuesta aproximadamente un dólar: luego entonces, un barril de gasolina (a precio de gasolinera) cuesta 159 dólares.
Por ello, si asumimos que por máximo (dado que estamos tomando un valor de gasolinera) el costo de importación para México de un barril de gasolina es de 159 dólares por barril y de acuerdo con Pemex al mes de abril se habían importado 38 millones 64 mil barriles de gasolina, el gasto en importación fue de 65 mil 19 millones de pesos, pero a este total tenemos que descontarle los ingresos que obtuvo Pemex por la venta de esa gasolina importada, puesto que la vende en el mercado nacional: en virtud de que el precio promedio de venta de la gasolina que importa Pemex (Magna y Premium) es de 8 pesos, es decir 0.73 centavos de dólar, se puede decir que Pemex recupera 116 dólares por cada barril que importa, o dicho de otra manera, “que el subsidio neto actual por cada barril de petróleo importado es de 42.9 dólares”.
Lo cual implica que durante los cuatro primeros meses del año, el subsidio neto total a la importación de gasolina fue de 17 mil 555 millones de pesos, cifra que representa 34 por ciento de los excedentes petroleros, que se ubicaron en 51 mil 500 millones de pesos.
Finalmente, quiero mencionar que como respuesta a mi colaboración anterior, se recibió en este periódico una carta enviada por la oficina del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, en la que señalaba entre otras cosas que no había pruebas o evidencias de que durante la reprivatización de los bancos hubiesen existido irregularidades o tráfico de influencias.
En razón de lo anterior, no me queda más que invitar al ex presidente a debatir públicamente sobre este asunto, sin que esto sea un tema de “política ficción”.
* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/06/01/index.php?section=opinion&article=025a1eco
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Gustavo Esteva: Comer o comernos
Las reacciones ante la “crisis” alimentaria pueden traer remedios peores que la enfermedad. Piden peras al olmo o encargan al lobo los corderos.
Se dice que calamidades naturales, derivadas del cambio climático, propiciaron la crisis. Pero no hay falta absoluta de alimentos, tras la cosecha más alta de la historia. Igualmente, no puede atribuirse al alza de precios que la mitad de la población del mundo carezca de comida suficiente. Y necesitamos preguntarnos por qué se considera “crisis” que los precios regresen al nivel que tenían hace 10 años.
El caso del arroz ilustra bien lo que ocurre. Japón produjo en 2007 más del que necesita, gracias a fuertes subsidios, pero importó 770 mil toneladas para cumplir una obligación impuesta por la Organización Mundial de Comercio. Mientras sus consumidores pagan hasta cuatro veces el precio internacional, Japón almacena ese arroz, la mitad del cual adquirió en California (cuyo gobierno subsidia la operación), mientras los precios se elevan, Wal-Mart lo raciona y millones de personas no pueden adquirir su principal alimento.
Hasta los años 60, eran “subdesarrollados” los países que exportaban alimentos y materias primas e importaban productos manufacturados. Exigían continuamente que aumentaran los precios de lo que vendían. Hoy exigen lo contrario. Casi todos son importadores netos de alimentos, mientras Estados Unidos, Canadá y Europa los exportan en grandes cantidades.
En 1974, ante algo muy semejante a lo de ahora, el secretario estadunidense de Agricultura Earl Butz anunció que su gobierno emplearía los alimentos como arma política. Por el hambre en el mundo se justificaron abultados subsidios al agronegocio. De nada sirvió que Lappé y Collins demostraran que la ayuda alimentaria agudiza el hambre y Amartya Sen que todos los países que sufrían grandes hambrunas seguían exportando alimentos mientras sus ciudadanos morían de hambre. Se mantuvo el prejuicio: Estados Unidos y Europa deberían mantener restricciones comerciales y subsidios, con el pretexto de combatir el hambre.
En los últimos años aumentó la presión interna y externa para eliminar esas barreras comerciales. India y Brasil encabezaron en Cancún el movimiento que lo exigió como condición para continuar negociaciones comerciales. Bastaron unos meses de campaña para dar un vuelco al clima de la opinión. ¿Quién se atreverá ahora a suprimir esos subsidios? No parece importar que 68 por ciento de ellos, en Estados Unidos, vaya a parar al 10 por ciento de los productores y finalmente a las bolsas de las cuatro corporaciones que controlan 80 por ciento del comercio mundial de alimentos, cuyas ganancias recientes aumentaron casi al ritmo de los precios. Tampoco influye el conocimiento de que los movimientos especulativos de los fondos de inversión, que controlan ya 40 por ciento de los contratos de futuros de la bolsa de Chicago, estimulen el alza de precios de alimentos y petróleo.
En los años 80 Estados Unidos y las instituciones internacionales desalentaron la búsqueda de la autosuficiencia alimentaria en los países “subdesarrollados” y exigieron que desmantelaran sus protecciones. Muchos de ellos las levantan de nuevo, para proteger lo que queda de sus sistemas alimentarios y enfrentar las revueltas asociadas con los alimentos que este año estallaron en 22 países.
El cambio de pautas alimentarias en países como China e India presiona indudablemente la demanda de alimentos y los conduce a un callejón sin salida. Cada kilo de carne de res requiere ocho a 10 de cereales. La carne es la forma más ineficiente e injusta de obtener proteínas. Las vacas mexicanas consumen más alimentos que todos los campesinos; las estadunidenses arrojan más gases a la atmósfera que los automóviles y absorben buena parte de los cereales.
La locura del etanol es aún peor. Los granos que producen cien litros pueden alimentar a una persona por un año y la emisión de gases requerida para producirlo es mayor que la de la gasolina que sustituye.
La “crisis” hace evidente la insensatez suicida de la agricultura industrial, que emplea 10 calorías de energía fósil por cada caloría de energía alimentaria, causando daños inmensos al ambiente y la sociedad. Las tierras agrícolas del mundo deben dedicarse a producir alimentos para la gente, no para los automóviles o el ganado. Pero esto sólo podrá lograrse cuando queden de nuevo en manos de los campesinos, rescatando producción y consumo de las corporaciones que ahora los controlan, apoyadas por sus gobiernos.
Es criminalmente ingenuo esperar que gobiernos como el mexicano protejan a los campesinos, en vez de seguir tratando de expulsarlos del campo, y que abandonen su ciega subordinación al mercado y las corporaciones. Necesitamos aguantar a pie firme las consecuencias de saber que no podemos dejar los alimentos o el petróleo en las manos de este gobierno o este Congreso.
* La Jornada
* gustavoesteva@gmail.com
* http://www.jornada.unam.mx/2008/05/19/index.php?section=opinion&article=022a1pol
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Carolina: Países del ALBA firman acuerdo alimentario
¿Qué están haciendo los países de Ámerica Latina respecto a la inminente crisis alimentaria? Curiosamente buscando información me he encontrado un artículo que muestra los esfuerzos de algunos países latinoamericanos que nos dan una muestra de que es posible hacer frente a las políticas neoliberales.
Recordemos: primero es la especulación sobre el petroleo, y ahora sobre los alimentos. Espero que esta información nos ayude a pensar en que pasará cuando el futuro nos alcance y nos encuentre sin recursos naturales.
CARACAS, 23 abr (Xinhua) — Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua suscribieron hoy un acuerdo para garantizar su seguridad alimentaria ante las recientes alertas sobre una futura escasez global de alimentos.
Firmaron el documento los mandatarios Hugo Chávez, de Venezuela; Evo Morales, de Bolivia, y Daniel Ortega, de Nicaragua, así como el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, en el Palacio de Miraflores (presidencial), en Caracas.
El compromiso fue suscrito durante una cumbre extraordinaria de países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y la cual fue convocada por el gobernante venezolano.
Carlos Lage asistió a la cumbre en representación del mandatario cubano Raúl Castro, quien sucedió a Fidel Castro en el poder en Cuba.
El acuerdo suscrito este miércoles buscará aumentar la producción de arroz, maíz, leguminosas, oleaginosas, carnes y leche en los países de la ALBA, afirmó Chávez.
Otros elementos del convenio incluyen mayor desarrollo en agua potable y sistemas de riego, una mejora en la distribución de los alimentos y un fondo por 100 millones de dólares para afrontar alguna escasez, agregó.
En el discurso inaugural de la cumbre, Chavez envió un saludo al ex presidente de Cuba, Fidel Castro, quien se encuentra convaleciente, así como al próximo mandatario izquierdista de Paraguay, Fernando Lugo.
El jefe de estado venezolano dijo que la problematica alimentaria es un tema urgente regional y mundial.
La cumbre se efectuó en momentos en que diversas organizaciones internacionales han alertado sobre el encarecimiento mundial de los alimentos y una posible escasez global de comida.
En su intervención, Ortega dijo que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió sobre la carestía de los alimentos en un fenomeno que causará mayores estragos entre los más pobres del planeta.
Ortega dijo que la FAO, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han alertado que el alza de los alimentos ha hecho retroceder los avances de los programas de lucha contra la pobreza.
La intenciones de convertir los alimentos en combustibles es uno de los factores que los encarecieron y amenazan causar una escasez a nivel global, apuntó.
Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua (todos con gobiernos socialistas) están integrados en la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), un mecanismo de integración económica y política creado en 2004.
El vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, dijo que los especuladores han suscitado escasez de arroz en el mercado internacional pues lo han comenzado a esconder a la espera de mejores precios.
El alza de los alimentos afecta en especial a los habitantes de los países en desarrollo, afirmó Lage.
Morales dijo que su gobierno ha dado preferencia al mercado interno, aunque es exportador de alimentos.
El presidente venezolano convocó la cumbre con carácter de urgente para la firma del acuerdo de cooperación alimentaria y el análisis de la crisis en Bolivia que –dijo– ‘está a punto de estallar’.
Chávez impulsó la creación de la ALBA en rechazó al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) promovido por Estados Unidos para la liberalización de las mercancías en el continente.
* Fuente http://www.xinhuanet.com
* Link:http://www.spanish.xinhuanet.com/spanish/2008-04/24/content_620719.htm
Aurelio Suárez Montoya: Commodities, una nueva arma para matar de hambre
En 2004, el Institute of Development Studies, en una investigación sobre las secuelas de la implantación del modelo de “libre comercio” para los productos agrícolas desde 1990, incluidos los alimentos, encontró, teniendo en cuenta las importaciones agrícolas como porcentaje del PIB, el nivel de dependencia de la agricultura y el suministro diario de calorías por habitante, que al menos 43 países tenían valores muy altos de vulnerabilidad y que otros 23 suministraban menos de 2.500 calorías al día por habitante, conformando un numeroso grupo de “países en desarrollo importadores netos de alimentos”.
Entre 1994 y 2004, la producción de alimentos de todos los países en desarrollo cayó 10% respecto a la década anterior, mientras sus compras alimenticias externas crecieron 33%. Los países del Norte, encabezados por Estados Unidos, tomaron el control mundial de los alimentos merced a los mil millones de dólares diarios de subsidios estatales que les permite exportar sus excedentes a precios por debajo del costo y quebrar las producciones domésticas del Sur, al cual, para facilitar el asalto, se le obligó a eliminar o reducir los aranceles. El hambre que sufre el mundo tiene como primera causa ese perverso modelo comercial.
Coincidiendo con las crisis financieras, desde 2001 se inició un alza continua en el precio internacional de los alimentos. Los linces de las finanzas apuntaron a los mercados especulativos de los contratos a futuro de los bienes básicos, que se transan en las bolsas de valores con el nombre de commodities, como medio para resarcirse de las pérdidas en otras inversiones, como alternativa frente a las bajas tasas de interés, a la caída de las acciones de las firmas o a la devaluación del dólar. La cabalgata especulativa empezó por el oro y el petróleo y, gracias a la superioridad ganada por los países poderosos en la década anterior, aunada a la desaparición de toda forma de intervención estatal en el mercado alimenticio, se incluyeron cereales y oleaginosas en la ruleta de las transacciones bursátiles, donde los precios presentes se fijan mediante la expectativa agiotista de la cotización futura. En las lonjas de Chicago y Sao Paulo es el retorno del capital invertido en este tipo de operaciones, por encima de las interacciones entre oferta y demanda, el que define los precios. Las malas noticias sirven a la voracidad financiera; si sube el petróleo, si abundan cereales u oleaginosas para agro-combustibles, si el clima daña cosechas en Australia o Argentina, si China e India piden más alimentos, si bajan los inventarios mundiales, todo se pone a su favor.
En el maíz, por ejemplo, no resulta explicable que, si los inventarios mundiales entre la cosecha 2003-2004 y la de 2007-2008 cayeron un 11%, aunque todavía sean más de un 10% del consumo mundial y estén por encima de las 90 millones de toneladas, el precio internacional haya subido en ese mismo lapso un 125%, de 105 dólares la tonelada (FAO, 2003) a casi 240 (Illinois, abril 2008). Lo de la soya es peor: la oferta mundial ha subido 28% para esos mismos cuatro años, los inventarios mundiales crecieron 40% y éstos como proporción al consumo global también se agrandaron (USDA, 208); no obstante, la cotización mundial por tonelada alzó de 300 dólares (FAO, 2003) a cerca de 500 (Chicago, abril 2008).
Lo del arroz es insólito. El déficit mundial de la producción frente al consumo en 2003 fue de 20 millones de toneladas y en 2007-2008 hubo un superávit de un millón de toneladas. No valió la recuperación; el que los inventarios mundiales hayan caído un 8,5% para este cuatrienio sirvió para que los precios se hayan más que duplicado, al pasar la tonelada de origen tailandés de 200 dólares (FAO, 2003) a 499 (Chicago, abril 2008). Finalmente, lo del trigo es injustificable. En 2003 el consumo mundial fue 50 millones de toneladas mayor que la oferta total; para 2007-2008, la diferencia se redujo a 13 millones; sin embargo, como los inventarios mundiales bajaron de 166 millones de toneladas a 110 millones (USDA, 2007), al mundo se le cobra la mayor demanda de pan incrementando los precios internacionales de 150 dólares por tonelada (FAO, 2003) a 499 (Chicago, abril 2008). ¡Un crimen!
Por los afanes de las crisis financieras, la comida, que ya se había convertido en mercancía, se transformó ahora en commodity, nueva arma para matar de hambre a desnutridos de los cinco continentes. Mortal como las siete plagas de Egipto, devastadora como la roya que atacó los cultivos de papa en Irlanda en 1845, vandálica como las hambrunas en la naciente Europa urbana del siglo XVII. Por ende, el hambre actual no es un problema de “estabilidad política” en decenas de países, como dijo el Director de la FAO, Jacques Diouf. Que no se aproveche la hecatombe además para invadir países tras la disculpa de “paz y ayuda alimentaria”, aunque parece que todo fuera para allá…como en Haití.
* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=054421&Parte=0
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