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J. Enrique Olivera Arce: Es la honestidad, estúpido

Por si no fuera suficiente el que a los mexicanos nos tengan nadando de a muertito en un mar de porquería, un nuevo escándalo inserto en el marco de una interminable guerra sucia entre grupos de poder político y económico, agita la mierda elevando el nivel de las olas y acelerando el proceso de descomposición de la sociedad mexicana. Todo en un escenario mundial de desastre y uno nacional en el que el vacío de poder, combinado con ausencia de rumbo y pérdida de la brújula, de un inepto titular del poder ejecutivo federal, tiene al país al garete y ofertándose al mejor postor.

Si alguna virtud podemos señalarle a la democracia norteamericana, es la de la honestidad de algunos funcionarios del más alto nivel que, como Judd Gregg, ahora ex secretario de comercio, quien siguiendo los pasos de Bill Richardson prefirió renunciar al cargo antes que comprometerse con las políticas públicas diseñadas por Barack Obama para paliar la crisis de la economía real. Virtud que contrasta con el cinismo de un secretario de Estado en México que, sorprendido in fraganti como mentiroso y desleal, se niega a renunciar tras haber aceptado su desliz al haber acusado, sin pruebas legalmente aceptables, al ex presidente Carlos Salinas de Gortari de haberse robado la mitad de la “partida secreta” asignada a la presidencia de la República.

Sin duda Luís Téllez, secretario de comunicaciones y transportes, con su afirmación grabada y difundida, no descubrió el hilo negro. Para el pueblo de México existe la convicción de que Salinas de Gortari saqueó al país, a más de reducir al Estado a su mínima expresión, atendiendo a la receta del llamado “Consenso de Washington. Sin embargo, por su cargo actual y el de primer nivel desempeñado al lado del ex presidente Ernesto Zedillo, la sola sospecha de su deslealtad y el hecho comprobado y por el aceptado de que el contenido de la grabación difundida es verídico, bastaría para que de inmediato presentara su renuncia. En igual forma, Felipe Calderón estaría obligado a cesarlo sin mayor contemplación. Lo cual no ha tenido lugar.

Obligado estaría también Acción Nacional para descalificarle, en tanto ya es público que el alto funcionario afirmó que “extrañaba al PRI”, su partido de origen. Lo cual tampoco se ha dado, antes al contrario, desde la cúpula panista se le exculpa y se le protege, en tanto la grabación de marras no constituye prueba legal ante un tribunal.

Pero de que podemos sorprendernos en un país de leyes en el que los mayormente obligados a cumplirlas y hacerlas cumplir, se las pasan por lo más pando, contando para ello con la protección y complicidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Un escándalo más que quedará impune y sujeto al olvido de un pueblo que parece no tener memoria. Cabría preguntarse: ¿se tiene razón el desgarre de vestiduras cuando desde el norte funcionarios de primer nivel afirman que México es un Estado fallido?

¿Cuánto tiempo aguantaremos nadando de a muertito entre las agitadas olas de la mierda? Sociedad masoquista al fin, esperaremos que sea el tiempo el que ofrezca la respuesta.

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J. Enrique Olivera Arce: Un antes y un después de Juan Camilo Mouriño

        • “Yo soy el primer interesado en que surja la verdad y se esclarezcan las causas de estos hechos”

        • Felipe Calderón Hinojosa

Controvertido y acechado por la sospecha de su origen, sus antecedentes familiares y su involucramiento en tráfico de influencias dañinas para la salud de la Nación, Juan Camilo Mouriño murió en condiciones trágicas preñadas también de sospechas.

La especulación

“La especulación daña a México”, “Quién especula traiciona a México”, dicen algunas histéricas voces que desde el poder se desgarran las vestiduras ante el temor de que salgan a relucir los trapos sucios. ¿Y que esperaban? En un país donde se nos ha acostumbrado a escuchar medias verdades o mentiras completas, la sospecha florece; a falta de información veraz, objetiva y oportuna, la desinformación alimenta la imaginación popular. A la ya profunda falta de credibilidad en las instituciones y en la clase política, habrá entonces de sumarse la sospecha obligada. Más cuando desde el poder mismo se insiste en que habrá de investigarse a fondo la causa de la tragedia. Si como oficialmente se afirma y la lógica indica que fue un lamentable accidente, ¿para que la insistencia y la preocupación de Calderón Hinojosa por conocer la verdad?

Pero más allá de la especulación y la sospecha como ejercicio popular, es dable considerar que con lo acontecido, el clima ya de si enrarecido en la vida del Estado-Nación, habrá de acelerar su deterioro a partir del lamentable suceso y, con ello, la pérdida de la posibilidad de una anhelada legitimización de quien abierta y públicamente se le ha denominado “presidente espurio”. En el pueblo de México ya prendió la idea de la vulnerabilidad de quien gobierna, generándose desconfianza e incertidumbre, así como la convicción de que nunca habrá de conocerse, como en el caso de Luís Donaldo Colosio, aquello que al poder no convenga que se sepa.

Lo que viene

Héroe para Felipe Calderón Hinojosa, antihéroe para amplios sectores del pueblo, que no se tragan la versión oficial difundida por la mayoría de medios de comunicación de su honestidad y entrega al servicio de México, el temprano compromiso con la muerte de quien fuera secretario de gobernación y delfín del titular del ejecutivo federal para sucederle, reduce el círculo íntimo de Los Pinos, a la par que cierra un ciclo en la vida de México, abriendo otro no menos incierto y ominoso para el panismo entronizado. Un antes y un después de Mouriño, que coincidentemente, para el infortunio de Calderón, se empata con un antes y un después de la elección de Barack Obama por el pueblo norteamericano.

El control del Estado y del gobierno federal no dependerá más del joven superdotado, guía estratégico de quienes integran el estrecho grupo de amigos de Los Pinos, y enlace con los poderes fácticos, nacionales y extranjeros. Calderón estará obligado a gobernar sólo, en la inmensa soledad que el mismo creara en su entorno, pues sin Mouriño, el “gobierno de amigos” ha quedado en la orfandad. La disputa por la titularidad de gobernación, se encargará de confirmarlo.

Al mismo tiempo, en la medida en que Obama tome las riendas del gobierno del país más poderoso del mundo,  sin la cercanía con Bush, Calderón Hinojosa tendrá que gobernar a contracorriente de la nueva concepción de la política interna y externa de nuestro vecino del norte. El gobierno norteamericano, en lo interno, si nos atenemos a lo expuesto por Obama a lo largo de su campaña electoral, habrá de poner énfasis en la búsqueda de solución a su actual crisis económica y social, fortaleciendo el aparato productivo y el empleo, así como minimizando su dependencia de bienes, servicios y mano de obra del exterior; en tanto que, en lo externo, seguramente figurarán entre las prioridades inmediatas el recomponer la relación geopolítica con los países que la miopía de la anterior administración etiquetó como enemigos de la democracia, incluyendo a Rusia, China y Venezuela, así como el retiro decoroso de las tropas en Irak y Afganistán.

Bajo esta óptica, los presidentes Álvaro Uribe y Felipe Calderón, en América Latina, quedarían en la orfandad. México y Colombia tendrán que rascarse con sus propias uñas, buscando el cobijo de los gobiernos “populistas” del Cono Sur, a los que hasta ahora han dado la espalda.

En este posible escenario, las palabras de despedida vertidas por Calderón Hinojosa en el Campo Marte, centro neurálgico del honor militar, al mismo tiempo que hablan de un pasado que ya no tiene retorno, de cara al futuro inmediato trastocan principios y valores que podrían concurrir a la construcción de la necesaria unidad nacional frente a la crisis global, resolviendo la polarización existente; perdiendo  la moral colectiva y la ética política  frente al cinismo con el que se exaltan virtudes inexistentes de un hombre que en vida fue actor y cómplice de cuestionadas conductas públicas; elevando a la calidad de paradigma la corrupción e impunidad que mantienen postrado a México. Percibiéndose en lo que para el calderonismo representó Juan Camilo, el trazo de una nueva ruta a seguir para lo que resta del sexenio: políticas a la defensiva y mano dura para doblegar la protesta popular, en pro de mantener el poder y sostener estrategias equívocas de despojo y desmantelamiento de lo poco que queda del patrimonio nacional.

Si la muerte de Luís Donaldo cambió el curso de la historia de México, anunciando la salida del PRI de la Presidencia de la República, la muerte de Juan Camilo Mouriño anuncia el principio de la debacle del PAN y sus pretensiones de gobernar a México por tiempo indefinido. La protesta social podrá quebrarse, pero no doblarse y a ello habrá de atenerse Calderón Hinojosa en lo que resta del sexenio.

Al PRI no le queda de otra que poner sus barbas en remojo, revisando su estrecho y cuestionado maridaje con el calderonismo.

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J. Enrique Olivera Arce: El pueblo calla pero no olvida

Desde un destacado columnista que le calificara como show, hasta un secretario de gobierno que minimizara la relevancia social y política de un hecho insólito a todas luces lamentable en suelo veracruzano, nadie, en los círculos políticos y mediáticos de la entidad, interpretó el verdadero significado de la inmolación del luchador social y líder agrario Ramiro Guillén Tapia, o cuando menos eso reflejó el tratamiento a la información por los medios y opinión de diversos comentaristas. Hubo necesidad de que un hombre, conocedor del trasfondo espiritual de la conducta humana, alzara su voz para destacar y entender un hecho ya conocido por el mundo entero.

Sí. Únicamente el Arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, dijo que la muerte del dirigente indígena es una “llamada de atención a las autoridades” para que tengan oídos y ojos abiertos a la realidad, siendo urgente hacer justicia y evitar que más personas recurran a medidas desesperadas para ser escuchados.

Pueden surgir muchas voces justificando la actuación de las autoridades en este caso específico, o en otros similares. Fundamentadas o no, lo cierto es que en todo el país empiezan a surgir “llamadas de atención” que no pueden echarse en saco roto, ignorándolas o minimizándolas. Hoy, a cuarenta años de la masacre del 2 de octubre del 68, otro hecho insólito lo recomienda: un joven brillante, tras recibir de manos del Sr. Calderón Hinojosa en Palacio Nacional un valioso reconocimiento por su desempeño académico, cara a cara, de frente, le espetó a la máxima autoridad de este país el epíteto de “espurio”. Guardada la necesaria proporción, entre el acto voluntario del dirigente campesino auto inmolado y el atrevimiento del joven galardonado, no existe diferencia. El valor para manifestar el descontento social frente a un gobierno sordo y omiso les iguala.

¿Qué pasa en México? Es lo que deberían preguntarse las autoridades frente a hechos que hablan por sí solos de un país sin rumbo, víctima de la pobreza y la desigualdad, sumido en la corrupción, la impunidad, la desconfianza y el burocratismo. Pero también, para nuestro infortunio, en un cada vez mayor grado de indiferencia y deshumanización en amplios sectores de la población.

El Arzobispo Reyes Larios, por diplomacia o por no lastimar la imagen del gobierno que preside su amigo, Fidel Herrera Beltrán, se quedó corto. La “llamada de atención”, equivale a un “ya basta” y así se interpreta en los sectores más desprotegidos, especialmente en las comunidades indígenas cuya paciencia se agota, tras quinientos años de espera de un trato justo que nunca llega.

He escuchado algunos comentarios en los que se señala “que el mal ya está hecho, la noticia de la inmolación de Ramiro Guillen Tapia ha dado la vuelta al mundo para desprestigio de Veracruz”. U otros que consideran que “lo ganado por el gobernador con la promoción de la entidad en los círculos internacionales del poder económico y financiero, se derrumbó en unas horas a causa de un loco”. “Miguel Ángel Yunes capitalizará a su favor la pifia de la secretaría de gobierno”. “Ante la cercanía del proceso electoral del 2009, hay que meterle billete para parar el escándalo”. La pobreza de la política veracruzana así se expresa. Por encima de los intereses de las mayorías, sus carencias y sus actos desesperados, se impone el discurso vano; el falso baño de pueblo; los intereses particulares o de grupo de una minoría insensible y falta de visión, que todo lo tasa en votos y  componendas.

Frente a ello, con la complicidad del silencio de los medios, la interpretación del Arzobispo quedará como una puntada anecdótica de la ultraderecha clerical. Para el pueblo común, para los indígenas, el sacrificio de Guillen Tapia es un hito más en la larga cadena de la memoria histórica de los mexicanos. El pueblo calla pero no olvida, así se refrendó ayer, 2 de octubre, a 40 años del genocidio.

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J. Enrique Olivera Arce: Inseguridad. Dejar pasar, dejar hacer, es la constante.

El fenómeno de violencia desbordada y deshumanización que ocupa nuestra atención hoy día, no es algo que surge por generación espontánea ni resultado de circunstancias coyunturales propias de un estado de cosas de un  país que habiendo perdido el rumbo, tardíamente busca y no encuentra acomodo en la globalidad. Lo que hoy preocupa y tiene desconcertada a la sociedad mexicana viene de atrás; resultante de un proceso histórico de acumulación de frustración y descomposición social, en el que el dejar hacer, dejar pasar, es la constante.  Hoy simplemente, conflictos históricamente no resueltos, hacen crisis saliéndose de cauce.

El fenómeno de la violencia no es nuevo en el país. Se remonta a la época colonial, con antecedentes en las sociedades prehispánicas y hoy día se expresa con mayor fuerza no en el ámbito de la seguridad pública como mediáticamente se construye una falsa percepción del fenómeno. El mayor grado de violencia se expresa, entre otras cosas, en la explotación y marginación de los pueblos indígenas, en el trabajo inhumano en las minas, en el trabajo infantil, en el congelamiento a lo largo de varias décadas de los salarios de los trabajadores, en el abandono del campo, en la relación asimétrica de genero,  en la exclusión de los jóvenes de una vida digna y con esperanza, y en la expoliación de que es objeto el pueblo de México por parte de trasnacionales extranjeras, que controlan los principales renglones de la economía. La pobreza extrema, la desigualdad y la exclusión, son dialécticamente causa y efecto en el proceso de acumulación de frustración y descomposición de la sociedad mexicana.

La corrupción, la impunidad, la opacidad y el afán desmedido de acumulación de riqueza de una minoría rampante y el privilegio de la especulación por sobre la generación del valor real de la producción, impulsan y retroalimentan dicho proceso, pero de ninguna manera pueden considerarse causa última; en tanto que a su vez estas conductas antisociales son consecuencia estructural de raíces profundas en un México que no termina de construirse, que persiste siempre en arribar tardíamente a los eventos que jalonan el desarrollo de una humanidad en constante evolución. De un país que históricamente no ha encontrado rumbo y que persiste por marchar por camino equivocado entre conflictos no resueltos.

Pretender erradicar el mal de raíz, combatiendo los efectos sin atender las causas, es tanto o más criminal que aquello que se dice combatir. El número de niños que fallecen antes de cumplir cinco años, por hambre o por enfermedad, no se destaca ni en los discursos ni en las marchas de una clase media confundida y manipulada. Como tampoco figura en el mensaje mediático el número de indígenas víctimas del abandono o la represión, ni el número de trabajadores que mueren cotidianamente a consecuencia enfermedades propias de condiciones laborales inhumanas. Mucho menos es objeto de atención y preocupación el número cada vez mayor de mexicanos en condiciones de pobreza extrema, como eufemísticamente se califica a la miseria.

Así, la inseguridad pública, a la luz de la percepción mediática que se nos impone, en primera y última instancia, termina por ser simple pretexto para gobernantes y empresarios que con ello reproducen e incrementan corrupción e impunidad. Más vehículos, más armas, más equipo, más instalaciones, más publicidad, cierran el círculo de la demanda y la oferta de estos bienes materiales. Los mismos de siempre suman riqueza, en tanto avanza el proceso de acumulación de frustración y descomposición social,  en un país que bien merece mejor destino.

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J. Enrique Olivera Arce: Escepticismo. El pueblo a las pruebas se remite

Cadena perpetua, para los luchadores sociales del pueblo de Atenco. Impunidad y apapacho para sátrapas confesos que desde el gobierno  atropellan al pueblo.

Doble moral y doble rasero es la lectura obligada que deja el cónclave elitista en el que lo más representativo de la clase gobernante se comprometiera a lo que por principio, saben que no pueden ni deben cumplir, so pena de escupir para arriba. Hablar de la soga en casa del ahorcado no siempre es lo más afortunado cuando a la luz de la realidad nacional, un pueblo escéptico y profundamente agraviado, reacciona frente al discurso mediático de su victimario con un indiferente y desganado ¡Que renuncien todos!

Hoy el tema de moda es la seguridad pública frente a manifestaciones criminales, sin más objeto aparente que desviar la atención del  ciudadano de a pie sobre otros quizá estratégicamente más relevantes como la seguridad energética, la seguridad alimentaria o la seguridad social. Mañana o pasado bien podría utilizarse como cortinilla de humo cualquier otro pretexto que cale coyunturalmente en el estado de ánimo prefabricado por los medios,  de  una ciudadanía que ya no ve lo duro sino lo tupido.

Como ya es costumbre, lo pactado renuncia a lo obvio y choca con el manejo presupuestal y la inclinación a la rapiña de los virreyes estatales. Los gobernadores se suman al pacto y lo aplauden de dientes para afuera, pero ¿estarían dispuestos a renunciar al control de sus organismos de seguridad,  y en nombre de la eficacia dejar en manos de la federación el manejo y control de la totalidad de los recursos presupuestales asignados a la tarea? Ni el más optimista de los mexicanos se atrevería a inclinarse por la afirmativa.

El caso es hacer mucho ruido aunque las nueces sean escasas, ante la incapacidad de la clase gobernante para atender y enfrentar con eficiencia y eficacia, problemas torales de una nación que marcha a paso acelerado en pos de la banca rota. Tiene razón la periodista Marcela López Zalce, cuando en Milenio escribe que “no hay nada que celebrar”. El pacto por la seguridad al igual que el pacto para la reforma del Estado, o el signado en su momento para el rescate del campo, son letra muerta. La clase gobernante seguirá por el camino andado de la mediocridad, la corrupción y la impunidad, ante el escepticismo y creciente indiferencia de los subordinados.

Si el Sr. Calderón Hinojosa esperaba otra cosa de la cumbre planeada para satisfacer su particular afán de legitimarse ante los mexicanos, terminó por ceder su escaso y cuestionado capital político al poder real de la Nación. La clase empresarial exige resultados concretos o la renuncia de los servidores públicos responsables. En tanto que las clases subordinadas, con mayor realismo, descalifican el intento, con un simple “a las pruebas me remito”.

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J. Enrique Olivera Arce: Combate a la delincuencia, cortina de humo panista.

Si sacarse de la manga cortinas de humo que desvíen la atención de la opinión pública es recurso manido de los gobiernos priístas para ocultar o maquillar la realidad, estos se quedan cortos frente al panismo en el poder, que no sólo aprendió las viejas mañas tricolores, también le da por superar al maestro.

El avance y resultados de la movilización ciudadana en contra de las iniciativas de reforma de la industria petrolera,  propuestas por el Sr. Calderón Hinojosa al Senado de la República y complementadas con el clon del PRI, ponen en franca desventaja al PAN en su esfuerzo por dar gobernabilidad al país. Que mejor que aprovechar el talón de Aquiles del régimen para poner en primer plano nacional, el tema de la guerra perdida contra la delincuencia organizada y todo su abanico de manifestaciones antisociales. El panismo se opone y descalifica la consulta ciudadana sobre el futuro del petróleo, pero no duda en hacer un llamado a la ciudadanía para que participe activamente en un pacto nacional que se avoque a una tarea que por principio,  obliga a los tres órdenes de gobierno  llevar a cabo y hacerlo bien, puesto que para ello el pueblo paga.

Siendo lastimoso y lamentable el que se tome como pretexto para desviar la atención, un caso específico de secuestro que culminara con la muerte de la víctima, cuando es del conocimiento nacional que este tipo de manifestación criminal, desde tiempo atrás sentara sus reales en una sociedad que no distingue ya entre delincuentes y guardianes del orden y seguridad pública, cuando la corrupción e impunidad es ya común denominador en el campo de las autoridades.

Más lastimoso aún el que los medios de comunicación, propiciatorios del deterioro del tejido social, hagan eco de medidas gubernamentales emergentes que requieren de la participación ciudadana, cuando también existe consenso pleno de que ocultar la basura bajo la alfombra, difiere la búsqueda racional de soluciones al flagelo social pero no lo combate. Sin una depuración integral de los diversos cuerpos policíacos en los tres órdenes de gobierno y sin un saneamiento y modernización en la procuración e impartición de justicia, la guerra declarada por el Sr. Calderón se concreta a palos de ciego, con los efectos colaterales que victimizan  a los ciudadanos.

La prevalencia de la delincuencia organizada por sobre el principio de gobernabilidad y monopolio de la fuerza represiva del Estado, siendo ya asunto de seguridad nacional, tiene carácter estructural y así debe considerarse. Afecta por igual a gobernantes y gobernados, acelera el deterioro del tejido social y pone en duda la existencia misma del Estado y sus instituciones republicanas. Combatir los efectos sin combatir las causas que dan lugar a los altos índices de criminalidad, es engañar al pueblo. Soluciones a medias en una coyuntura política contraria a los objetivos e intereses del gobierno panista y sus adláteres, terminan por no ser otra cosa que una simple cortina de humo frente a exigencias populares de defensa del patrimonio nacional y cambio de rumbo. Así debemos entenderlo para no dejarnos sorprender.

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J. Enrique Olivera Arce: Tras los primeros pasos, la autocrítica es obligada

Alerta a la Nación. Futuro ominoso para el Estado mexicano

¿Ahora qué sigue? Es la pregunta que muchos nos hacemos, tras la primera etapa de la Consulta Ciudadana sobre el futuro de la industria petrolera nacional que tuviera lugar en el Distrito Federal y nueve entidades federativas. La incertidumbre es mayor ante los visos de solución negociada entre las cúpulas de los tres partidos mayoritarios que terminarán por imponerse en el ánimo y conciencia de los legisladores en el Congreso de la Unión.

Las respuestas a tal interrogante, lo mismo provenientes de destacados y comprometidos analistas y politólogos de la izquierda que de los cuadros dirigentes del FAP, no se han dejado esperar, coincidiéndose en lo general en la necesidad de mantener la resistencia pacífica frente a un eventual “albazo” resultante del acuerdo cupular o del mayoriteo del PRIAN. Sólo una voz con suficiente autoridad moral y política como la de Luís Hernández Navarro, en previsión a la segunda y tercera etapa de la Consulta, con toda atingencia ha llamado a la necesidad de un balance auto crítico en torno a los resultados de la primera. Lo que es destacable pues más allá del triunfalismo que despertaran los primeros resultados –más cualitativos que cuantitativos- las lecciones que dejara tan importante ejercicio social y político deben ser rescatadas y valoradas en su justa dimensión, como aporte al proceso de construcción de la democracia participativa en que está empeñado un importante segmento de la sociedad mexicana.

Como suele decirse en el futbol, esto no se acaba hasta que se acaba. El debate que la ciudadanía impusiera al Senado, así como la consulta, apenas son el inicio de un largo camino que no concluye con la votación del pleno en las Cámaras a favor, en contra de las iniciativas calderonistas, o aprobando un hibrido privatizador como el propuesto por el PRI. Sin dejar de lado que las bancadas del PRD, Convergencia y PT, son las primeras obligadas en el Congreso de la Unión a responder a los llamados de la ciudadanía movilizada. Sea cual fuere el resultado emanado de ambas Cámaras, todo indica que el futuro transitará por el camino de la democracia participativa, para ello hay que prepararse elevando el nivel de la cultura política de masas.

Pues como afirma Marco Rascón (La Jornada 05/08/08), “México está paralizado y se ha generado, más que una conciencia democrática avanzada y progresista, promotora de cambios, un retroceso que amenaza con el resurgimiento del viejo régimen.

Dentro de este contexto, habría que ubicar a la actual crisis de los partidos políticos en México que sin duda no tiene nada de circunstancial. La llamada sociedad civil les ha rebasado y las dirigencias cupulares no encuentran el camino de la reconciliación con la ciudadanía. El modelo vertical y autoritario de control y manipulación, con su histórica carga de corrupción, impunidad y simulación, no da más.. Tanto el PRD como el PAN han tocado fondo y están arrastrando al PRI en su caída. La “ruptura” a que hace alusión Porfirio Muñoz Ledo, se percibe como general y no únicamente concerniente a la evidente división interna de las diferentes corrientes del panismo.

Pero si bien es procedente el llamado a la autocrítica de Hernández Navarro, más allá de la coyuntura cuyo eje para la izquierda es el movimiento en defensa del petróleo, en el marco de un horizonte de mediano y largo plazo cobra mayor relevancia la llamada de alerta que a la Nación hace el maestro Pablo González Casanova (La Jornada 07/08/08) al preguntarse “¿A dónde vamos?”; cuando vislumbra en el escenario actual de profundas contradicciones sistémicas, un futuro ominoso para el Estado Mexicano; en el que la privatización creciente es el nuevo nombre del proceso de ocupación integral del Estado y la Nación por parte de los Estados Unidos, sus aliados europeos y las poderosas trasnacionales, subordinando independencia, soberanía, y seguridad nacional.

Con ello González Casanova, de cuya honestidad intelectual nadie duda, pone el dedo en la llaga dando contexto a la coyuntura que hoy se vive en torno al petróleo. Pero también contextualizando en un ir y venir de lo general a lo particular, a la crisis estructural de la sociedad mexicana, el deterioro creciente del tejido social, pérdida de identidad y de valores y la subordinación de la economía, educación y la cultura a intereses externos.

De ahí que a mi juicio, lo que sigue es no perderse en la coyuntura. Hace unas semanas afirmábamos que México se acerca a la encrucijada: la hora de definir el camino futuro para el país ha llegado y hay que cobrar conciencia de ello, actuando en consecuencia. La defensa del petróleo, si bien es plenamente válida en tal contexto, no lo es todo; forma parte de un escenario mayor de una Nación que exige su rescate.

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J. Enrique Olivera Arce: Pero que necedad… Bastaría con escuchar al pueblo

¿Cómo habría que explicarle a nuestra clase política que lo que la ciudadanía está expresando por diversas vías, son mensajes más que evidentes de la necesidad de cambio de rumbo? México no puede ni debe ya seguir por el camino de la simulación democrática, so pena de un estallido social que complique aún más la ya de sí compleja y polarizada vida política nacional y su acompañante, el estancamiento y retroceso que acusa la economía.

Si lo que se pretende es involucrar a toda la sociedad en la búsqueda de respuestas a la problemática que se vive, este involucramiento no se logra ni por decreto ni por voluntarismo cupular. La sociedad tiene por si misma, desde la profundo de sus entrañas, que generar el impulso necesario para, a partir de una conciencia colectiva, le concite a asumirse corresponsable en la construcción de su presente proyectado al futuro. Lo que no es posible en tanto la mayoría transite su vida cotidiana bajo el velo de la desinformación, la manipulación y el engaño, que desde la cima del poder se le impone.

Lo cual salta a la vista en el reciente ejercicio de participación y consulta ciudadana. Los mismos que desde el poder niegan a la población la posibilidad de estar informada, han sido los primeros que agitar el argumento en contra del ejercicio democrático, de que la ciudadanía no cuenta con elementos de juicio para expresarse en torno a una temática de indudable interés para la Nación. Descalificando el legítimo interés de un importante segmento de la sociedad por participar en el debate, expresando su opinión en un asunto que compete a todos los mexicanos.

Y por si fuera poco, la reacción no duda en insistir en despreciar la inteligencia del pueblo de México, sacando de entre las “momias de Guanajuato” a un personaje ya juzgado y condenado por la historia reciente de este país, elevándolo al primer nivel decisorio del partido en el gobierno, “por haber dado futuro y democracia a México”. Ninguno de los partidos políticos que se ostentan como oposición, elevó su más enérgica condena frente a este hecho deleznable. Con su silencio se hacen cómplices de tal desprecio a la inteligencia popular.

Como también resulta harto sintomático de tal desprecio el que la clase política nacional en pleno, aplauda el papel protagónico que desde Los Pinos se asigna a otro personaje salido de las catacumbas, la auto asignada líder moral vitalicia del SNTE, en una simulada reforma con la que se pretende elevar la calidad educativa en México. Premiándose el corporativismo, la corrupción, la impunidad, y el retroceso democrático, como paradigmas del progreso y la modernidad.

Vaya necedad y que necesidad de restregarle en el rostro a las mayorías de este país, el papel de menor de edad que la cúpula del poder le asigna en la asimétrica relación entre mandantes y mandatarios. Reduciendo la legitimación del ejercicio del poder público a un mero asunto de retórica. Y aún así, la clase política se llena la boca llamando a la llamada “sociedad civil” a sumarse a presuntas soluciones a problemas que aquejan al país, que por principio, excluyen a la ciudadanía de su derecho a la participación democrática.

Hoy un renombrado comunicador veracruzano, me reiteró que la democracia representativa se legitima, de principio a fin, con el sufragio mayoritario a favor de los mandatarios electos, así se obtenga tal mayoriteo por un voto de diferencia. Si el pueblo se equivoca a la hora de elegir, “se chinga” y esperará su próxima oportunidad. En ello se sustenta la democracia simulada de este país.

pulsocritico@gmail.com

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J. Enrique Olivera Arce: El debate petrolero, derrota del PAN

Con la intervención del senador panista Rubén Camarillo, que fijara la posición de la bancada senatorial de su partido frente al desarrollo y resultados de los 21 foros en los que se escuchara la opinión de más de 160 destacados ponentes, concluyó el debate que en relación a la situación que guarda actualmente la paraestatal PEMEX y las iniciativas de Calderón Hinojosa para modernizarle, tuvieran lugar en la Cámara Alta del Congreso de la Unión.

Como era de esperarse, para Camarillo las ideas vertidas en el debate, pasaron de noche no obstante su protagonismo desplegado en los foros y sólo comparable con el del también panista Juan José Rodríguez Prats, defensores oficiosos de las iniciativas calderonistas. Desconociendo el peso específico de la mayoría de opiniones vertidas a lo largo del ejercicio, que cuantitativa y cualitativamente dan por hecho la inviabilidad de las propuestas de reforma legal y operativa a la principal palanca de desarrollo del país, tuvo el descaro de afirmar lo contrario, expresando que si bien los resultados del debate apuntan hacia “una clara aprobación de la iniciativa del Presidente”; considerando que la mayoría de los ponentes las respaldan y justificando con ello la  procedencia de su aprobación en el Congreso de la Unión.

Más allá de las risas que provocara su intervención, incluyendo al senador Santiago Creel, lo preocupante es que al asumirse vocero de su bancada en el Senado, Rubén Camarillo confirma la nada velada intención gubernamental de pasar por alto las opiniones vertidas en el debate y seguir adelante con sus propósitos privatizadores, buscando la aprobación de las iniciativas vía mayoriteo legislativo.

Hoy miércoles, los medios electrónicos destacan lo dicho por el senador Camarillo, dando por hecho que para la opinión pública, las iniciativas calderonistas salen fortalecidas del debate, ignorándose que objetivamente estas fueron vapuleadas a lo largo de los 21 foros.

Por su parte, el dirigente nacional del PAN, Germán Martínez, declaró que “su partido asume el resultado de los foros de discusión sobre la reforma energética, pero ni estos ni la consulta ciudadana del 27 de julio suplantan la decisión que tomen sobre este tema los senadores legítima y democráticamente electos”, agregando que “para el PAN, la consulta carece de valor, por lo que no variará su posición de modernizar, en beneficio de México, el sistema de administración del petróleo.

En cuanto al PRI, el senador Manlio Fabio Beltrones, presentó en la sesión de la Comisión Permanente de hoy miércoles la iniciativa de reforma energética de su partido, declarando ante el pleno que “No aceptamos la privatización ni abierta ni encubierta”. No obstante, El senador Gustavo Madero, del PAN, entrevistado por los medios declaró que “…la propuesta priísta no es contraria a la que presentó el presidente Felipe Calderón, pues ambas coinciden en muchos aspectos aunque tienen sus matices y formas específicas de fortalecer a Petróleos Mexicanos, por lo que  existe la posibilidad de que los dos partidos aprueben de manera conjunta la reforma en la materia”.

Más claro ni el agua.

Y mientras eso sucedía en el Senado, en Veracruz se confirmaría que para priístas y panistas el debate en torno a la reforma petrolera no figuró en el ámbito de sus preocupaciones y responsabilidades. Tras la zanahoria que en días pasados el director de Pemex ofreciera a la administración pública y empresariado de la entidad, la mayoría de  los legisladores veracruzanos, federales y estatales, dirigentes partidistas y líderes de opinión, se desentendieron del asunto petrolero, concentrando esfuerzos y recursos en dimes y diretes sobre el FONDEN, más con intenciones de tinte electoral que de interés y preocupación real por los afectados por los fenómenos meteorológicos en curso.

Paradójicamente, en el intercambio de dimes y diretes, el priísmo estatal pugna por derrotar ante la opinión pública a un maltrecho panismo, en tanto que a nivel nacional la ciudadanía, gracias al debate petrolero, da por canceladas las presunciones electorales de un Acción Nacional que marcha de espaldas a la Nación. El PAN está derrotado de antemano y, paradójicamente también, su tabla de salvación radica en el apoyo que el PRI otorgue a las iniciativas petroleras calderonistas. Lo que no ve ni entiende la mayoría de nuestra clase política veracruzana, encabezada por un priísmo para el que el mundo termina donde termina el rojo brillante de una entidad federativa que late con fuerza.

Igual de paradójico resulta, que frente al toma y daca de descalificaciones entre priístas y panistas veracruzanos, el Frente Amplio Progresista se fortalece a la luz del debate petrolero. La derrota del PAN en el debate se considera un triunfo capitalizable políticamente  para la izquierda, en tanto que al PRI se le coloca en la tesitura de sumar su voto en contra de las iniciativas de Calderón, o ser considerado por la opinión pública como un simple esquirol al servicio de la reacción, con el costo electoral que ello implica.

Nuestra clase política doméstica, no lo contempla así, ni seguramente lo entiende. Llevada por la inercia, sigue confiando en que para la democracia pueblerina una despensa es igual a un voto; de ahí la rebatinga y la recíproca desconfianza y preocupación del PAN y el PRI  por la más que posible desviación de recursos públicos estatales o federales, a favor de las campañas electorales del 2009. Lo que piense o deje de pensar la ciudadanía le tiene sin cuidado. Esperemos que el futuro cercano les abra los ojos.

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J. Enrique Olivera Arce: Corrupción, opacidad e impunidad en Pemex. La consulta ciudadana va

En mi anterior apunte me preguntaba donde está la capacidad de indignación del pueblo de México frente a hechos que reflejan la profunda crisis de valores que aqueja a la sociedad mexicana; en estas líneas lo refrendo. ¿Dónde está? Porque no puede causar otra cosa que una tremenda indignación el conocer de boca de Arturo González de Aragón, titular de la Auditoría Superior de la Federación, que en México las grandes corporaciones en 2004 pagaron en promedio sólo 74 pesos de ISR y 69 de IVA.

Esto durante su intervención en el penúltimo de los foros de debate de la reforma petrolera del jueves 17, en la que además diera a conocer el altísimo grado de discrecionalidad, corrupción y opacidad en el manejo de PEMEX, destacando el manejo de los excedentes petroleros en la administración foxista, que ascendieron a 720 mil millones de pesos, y que en su mayoría se utilizaron para el gasto corriente del gobierno del Partido Acción Nacional. Detallando que el 73 por ciento se aplicó a gasto corriente, 14 a inversiones financieras y sólo 13 por ciento a inversión física directa.

De la misma forma, explicó el auditor, se ha manejado el Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros, del cual el gobierno federal no ha acreditado debidamente la forma en que se ha aplicado. Más aún, expuso, el exceso de discrecionalidad de funcionarios de PEMEX en el otorgamiento de préstamos, donativos diversos y asignación de contratos, derivó en la presentación de denuncias penales ante la Secretaría de la Función Pública y la Procuraduría General de la República por un probable daño al erario de 3 mil 400 millones de pesos, sin que a la fecha estas hayan prosperado.

Uno a uno, los ponentes desgranaron la cadena de irregularidades detectadas en el manejo discrecional de la paraestatal, destacando, entre otras, a lo largo de las intervenciones

  • La reconfiguración de la refinería de Minatitlán, en Veracruz, fue otorgada a la empresa española Dragados, tiene un retraso de dos años y los costos pactados originalmente se han duplicado sin que se hayan fincado responsabilidades.
  • Una empresa noruega rentó al mismo tiempo tres plataformas petroleras por cinco años a Petrobras América, Petrobras Brasil y Pemex, sólo que a la empresa mexicana le envió la más pequeña y con un costo 300 millones de dólares más cara.
  • Pemex pagó a la trasnacional estadunidense Noble Corporation una plataforma semisumergible, reconstruida, con sobreprecio de 59 mil dólares diarios.
  • Pemex signó contratos de servicios múltiples con empresas extranjeras para explotar gas en la cuenca de Burgos. Una contratista adquirió una planta recuperadora de azufre para la paraestatal con un costo directo de 46.4 millones de dólares, que al final se convirtieron en 102 millones de dólares. A las corporaciones extranjeras, entre ellas Repsol, en la cuenca de Burgos, se les autorizan pagos por costos indirectos hasta del 125 por ciento.
  • Pemex Internacional constituyó Pemex Financial Trust en noviembre de 1998, bajo el amparo de leyes de Islas Caimán, no cuenta con empleados y es administrada por un banco en aquella localidad. Como ésa, se han constituido empresas en Dublín, Houston, Aruba, y en otras partes. El consejo de administración de Pemex no recibe información de esas empresas debido a que, “en la perla de la corrupción”, las decisiones de Pemex Internacional pasan por el Comité de Comercio Exterior del Petróleo, que no existe jurídicamente.

El titular de la Auditoría Superior de la Federación alertó también que el pasivo laboral ascendió, al cierre de 2007, a 528 mil millones de pesos, equivalente a 4.7 por ciento del PIB. En ese mismo año, dijo, se erogaron 24 mil millones, en ese rubro, que representa 45 por ciento de la nómina; proponiendo reformas de fondo como el mejorar la administración y recaudación tributaria; mantener como irrenunciable la facultad del Congreso de revisar y fiscalizar a Pemex; fortalecer la autonomía y ampliar las facultades del órgano fiscalizador para que imponga sanciones administrativas y económicas; destinar los excedentes petroleros a inversión; reducir la burocracia, así como revisar a fondo el régimen laboral de la empresa.

Si para muchos, incluidos la mayoría de los voceros de los medios de comunicación, el debate senatorial en torno a la industria petrolera, ha sido un ejercicio tan inútil como no vinculatorio para el trabajo legislativo previo a la dictaminación de las iniciativas de Calderón Hinojosa, lo que ha salido a relucir en los diversos foros, demuestra lo contrario. No sólo se justifica el debate como una ventana a la que al pueblo de México se le está mostrando crudamente una realidad que de manera tan mendaz es ocultada por el poder. También se confirma la necesidad de la ya obligada e imprescindible consulta ciudadana en torno a un tema que debe interesarnos a todos los mexicanos.

Si para Calderón Hinojosa, de dientes para afuera y sabedor de que sus iniciativas sólo han generado repudio, las cosas no pueden seguir como hasta ahora en Pemex, para el pueblo de México el rescate del patrimonio energético constituye una exigencia vital para la soberanía y seguridad nacional, así como garante del futuro de las nuevas generaciones. El rumbo deseable para PEMEX no puede dejarse únicamente en manos del Congreso de la Unión. Si aún existe un mínimo de capacidad de indignación en este país, esta debe expresarse en consecuencia en la consulta ciudadana.

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