Daily Archives: December 6, 2007

Francisco López Bárcenas: Las derechas andan sueltas

Las derechas se engallan. Sus cruzados latinoamericanos han pasado del discurso a los hechos, se despojan de sus máscaras y muestran sus verdaderos intereses antipopulares. No les importan los medios para lograrlos, sean legales o ilegales, pacíficos o violentos. Todo depende de las circunstancias. Si hay condiciones compiten por las vías institucionales, y si pierden recurren al fraude; por el contrario, si no encuentran condiciones usan un discurso que desacredita las instituciones, proclaman su derecho a la rebelión y recurren a la violencia como método de lucha. En otras palabras, juegan a ganar, y si pierden arrebatan. Lo importante es no dejarse vencer y que el capital obtenga las mayores ganancias, sin importar que millones de seres humanos pierdan su oportunidad de vivir dignamente.

Éste parece ser el nuevo signo de los tiempos latinoamericanos del río Bravo a Tierra del Fuego, aunque por la beligerancia que han alcanzado se muestra con más nitidez en Bolivia y Venezuela. Tienen razón para actuar de esa manera. Se trata de países donde desde hace años las fuerzas políticas llevaron al poder presidencial a personas identificadas con las ideas de la izquierda y están dispuestas a pasar del discurso a la acción. Tanto los gobiernos del presidente Evo Morales Ayma como el de Hugo Chávez han puesto en práctica programas que atienden las necesidades de las clases populares al tiempo que establecieron límites a la rapacidad de las trasnacionales en la explotación de los recursos naturales. Eso les duele y, aunque lo han aceptado, no lo han hecho de buena gana.

Pero lo que más les puede es que ambos estados decidieron iniciar procesos constituyentes, donde los pueblos a través de sus representantes han elaborado nuevas constituciones políticas, en las cuales la tendencia es al reconocimiento de la sociedad pluricultural que son, aceptando los derechos de todos, no sólo los de los dueños del capital, y marcadamente los derechos de los pueblos indígenas, sometidos al colonialismo nacional y de las empresas de capital trasnacional; abriendo de esa manera la posibilidad de que todos puedan acceder a una vida digna.

En estos días ambas constituciones fueron sometidas a referendo popular. Si bien en Venezuela el no ganó por pequeño margen, la derecha hizo todo cuanto estuvo a su alcance para prevenir su derrota.

El caso de Bolivia llama la atención porque se trata de un país con población mayoritariamente indígena, con un presidente de origen indígena que llegó al poder con el apoyo de las organizaciones indígenas, pero también de otros sectores nacionales que se sentían excluidos de los anteriores gobiernos neoliberales, lo que los obligó a negociar la representación política de la Asamblea Constituyente y los procedimientos de toma de decisiones. Al parecer, la derecha consideró esto como una concesión de un gobierno débil y pensó avanzar reclamando autonomías regionales donde las burguesías se hicieran del poder y el traslado de los poderes a Sucre, con lo que tensó mas la situación. A pesar de eso, la Constituyente aprobó la nueva constitución política de ese país y se apresta a someterla a referendo. Conscientes de que lo que no ganaron en la constituyente no lo obtendrán en el referendo la derecha ha iniciado una serie de actos subversivos para defender sus intereses.

No son los únicos casos en que la derecha acude a la violencia; si se rastrea, se pueden encontrar muchos más en diferentes estados latinoamericanos. Aunque tampoco se puede perder de vista que también hay otros donde su actuación se ajusta a los márgenes de maniobra que le brinda el cacareado estado de derecho que, como nos enseñó Pierre Bourdieu, no es otra cosa que el producto del funcionamiento de un campo cuya lógica específica está determinada por las relaciones de fuerzas específicas que le confieren su estructura y que orientan las luchas, determinan las acciones jurídicas que limitan en cada momento el espacio de lo posible y con ello el universo de soluciones propiamente jurídicas.

Por eso, cualquiera que sea el campo donde actúe la derecha, es necesario que la izquierda encuentre formas unitarias de enfrentarla. No se puede dar el lujo de dejarla en campo abierto.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2007/12/06/index.php?section=politica&article=023a2pol

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Adolfo Sánchez Rebolledo: La inmadurez del socialismo del siglo XXI

El resultado del referendo celebrado en Venezuela obliga a revisar la estrategia puesta en marcha por Hugo Chávez para alcanzar el llamado “socialismo del siglo XXI”, pero invita a ir más lejos: a examinar la naturaleza del cambio propuesto, no sólo en cuanto a su oportunidad, sino a su formulación y viabilidad.

Hizo muy bien el presidente Chávez en reconocer la victoria de sus adversarios esa misma noche, pues con ello detuvo de tajo la operación desestabilizadora que sin duda se había puesto en marcha. Esa reacción serena, democrática, conjuró los demonios del desastre y permitió al gobierno bolivariano sortear con dignidad la crisis. Pero no hay que subestimar lo ocurrido. La derrota del sí está lejos de ser la hazaña “pírrica” descrita por el gobierno, pues si bien el resultado (50.7 contra 49.3 por ciento) no cuestiona la permanencia del presidente, sí hipoteca buena parte de su apuesta por el futuro.

Acostumbrado a ganar por márgenes muy amplios, reconoció que buena parte del electorado aún no estaba “maduro” para el socialismo, pero el maniqueísmo extremo de la elección tampoco hizo posible un verdadero debate y el tema de qué país construir se diluyó en la inmediatez, cancelando de momento la “renovación integral” del régimen social, económico y político venezolano. La oposición halló un blanco fácil que le permitió agruparse bajo un denominador común. En ese sentido, la convergencia antichavista, alentada por una variedad de fuerzas, incluidas las de la extrema derecha, el golpismo y sus valedores imperiales, tal vez habría sido insuficiente para vencer si el proyecto de reforma constitucional hubiera seguido un curso de acción más flexible, mejor dispuesto al debate y a la concertación, sin dar por supuesto que la votación reiterada a favor de Chávez se repetiría linealmente ante cualquier tema y circunstancia. Pero el voluntarismo induce a las más graves equivocaciones. Los cuestionamientos más serios en torno, por ejemplo, a la relección presidencial se pasaron por alto, como si sólo la derecha fuera capaz de expresar opiniones diferentes.

Así la terca realidad se impuso: parte importante del electorado chavista no refrendó su apoyo a la propuesta de reforma constitucional y sencillamente se abstuvo de votar o votó por el no, a pesar del grado de aceptación de las políticas públicas impulsadas por el gobierno bolivariano. Sin duda, esa toma de distancia respecto a la estrategia oficialista es el hecho político más notable y definitorio, sobre todo en la perspectiva de rencauzar la acción del gobierno y la participación popular.

Es verdad que a toro pasado es fácil señalar omisiones graves y errores, pero lo cierto es que en el propio campo chavista hubo numerosas voces que alentaron contra los visibles defectos de una propuesta mal diseñada, contradictoria en temas sustantivos, cuando no equivocada.

Una de las críticas más agudas y exhaustivas es la realizada por Gerado Langer (reproducida en El Correo del Sur, La Jornada Morelos, el domingo pasado), pues en ella se subrayan al menos dos cosas que me parecen importantes: la primera es la dificultad ya citada de resolver en profundidad el tema del socialismo a partir de un referendo (aun contando con la mayoría), como si los cambios propuestos fueran un simple ajuste de la ley existente. La segunda, aún más preocupante, tiene que ver con la inconsistencia de la misma noción de “socialismo de siglo XXI” puesta sobre la mesa.

Si bien el texto del proyecto de reforma pretendía resumir la experiencia venezolana, la verdad es que no se avanzó demasiado en las definiciones sustantivas. Al respecto, señala el autor mencionado: “… No se precisó en qué consistía la diferencia y en qué aspectos debería distanciarse el socialismo del siglo XXI de la experiencia soviética del siglo XX. ¿En la negación del modelo de partido único? ¿En otras modalidades de relación entre Estado y partidos? ¿En el rechazo de una ideología oficial del Estado? ¿En alternativas al modelo monocultural negador de toda diferencia? ¿En formas de organización y participación política orientadas a no repetir la llamada democracia popular o proletaria, que terminó por negar la idea misma de democracia? ¿En un modelo económico que no esté basado en la planificación burocrática centralizada? ¿En un cuestionamiento radical del productivismo industrialista de crecimiento sin límite, que representó en la Unión Soviética, como hoy en China, una guerra sistemática contra el resto de la naturaleza, contra la vida misma en el planeta, en forma similar a como lo hizo históricamente y continúa haciéndolo el capitalismo? ¿Se trata de un socialismo con pluralismo político, compatible con lo que establece uno de los principios fundamentales de la constitución vigente?”

Pero la crítica de Langer no se detiene en vagas consideraciones más o menos abstractas, sino que procede a demostrar las inconsecuencias existentes en el proyecto mismo, desde la imprecisión conceptual en torno a las instituciones del nuevo poder popular hasta la increíble falta de rigor en el análisis de la propiedad, incluida la pública, así como la ausencia de un punto de vista en torno a la vigencia o no del régimen de partidos, cuya crisis marcó el inicio de la actual sociedad venezolana. En ese contexto, el tema de la relección y el partido único sólo podía causar alarma y llamar a la derrota del sí, a unificar los temores, prejuicios, estimulando las acciones unitarias de unas oposiciones cuyo sino habia sido la abulia democrática y el sometimiento a los dictados de los centros de poder imperiales.

Nada será igual a partir de ahora. El discurso “antitotalitario” ha perdido piso gracias a la serenidad de Chávez, pero las fuerzas progresistas que marchan a favor de la revolución bolivariana, es decir, de un cambio de fondo en la situación de la sociedad venezolana, están obligadas a sacar las lecciones que al caso correspondan. Al socialismo del siglo XXI también le falta madurar.

P.D. Los legisladores deben elegir entre tres nuevos consejeros del IFE a uno capaz de presidir la institución en tiempos de obligada renovación. La lista de los inscritos es tan vasta que sorprendió a casi todos, pero ése es buen signo de los tiempos. Hay centenas de ciudadanos que se sienten con méritos y capacidades suficientes para presidir una institución central de la democracia que anhelamos. Sin embargo, sólo tres podrán conseguirlo. Nadie espera, sería ilusorio, ciudadanos “puros” sin ideas propias. Si los hubiera no servirían para el cargo, pues en el IFE hacen falta hombres probos, de experiencia profesional reconocible y no meramente homologable, que tengan una vision del país comprometida y una actitud firme y a la vez tolerante. El IFE no es un tribunal judicial. Tampoco una oficina burocrática para atender reclamaciones partidistas en una entidad autónoma cuya función es organizar la vida electoral mexicana y contribuir a elevar su calidad. De su actuación depende, ya lo hemos visto, la credibilidad de la vida pública. Pidamos a los legisladores serenidad y responsabilidad, buen juicio. Nada más.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2007/12/06/index.php?section=opinion&article=023a1pol

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