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Jacinto Rodríguez Munguía: Periodismo sin Calidad, Periodismo sin Futuro

Hace ya tiempo que las noticias sobre el futuro del ejercicio periodismo no son nada alentadoras. Aunque estas “predicciones” se enfocan particularmente hacia los impresos, el impacto que tendrá en el trabajo periodístico será igual para los reporteros de cualquier medio, sea este impreso o electrónico.

Son varios los escenarios que se anuncia desde hace algunos años.

Hay desde los que aseguran saber el año, día y hora en que habrán de desaparecer los medios impresos, hasta las reflexiones serias y profundas de quienes en este proceso de transformaciones que vive la prensa a nivel mundial, ha puesto en el debate qué hacer y cuáles los retos del periodismo y los periodistas.

Partamos de una verdad inevitable: Los formatos para la transmisión de las noticias va hacia una transformación sin regreso, lo que implica desde ahora, modificaciones en la forma de cómo se ha venido haciendo el periodismo durante décadas.

El editor de El País, Juan Luis Cebrián lo plantea así. “La profesión se enfrenta a una verdadera revolución. Nos encontramos ante un cambio drástico de paradigma. Los periódicos están cada vez menos en el centro de la construcción de la opinión pública, y aunque no están condenados a desaparecer, sí obligados a cambiar”.

Es un hecho que en poco tiempo, quién sabe cuánto, el papel periódico como una de los mejores medios de transmisión de la información, habrá de dar paso casi total a los medios electrónicos entre ellos a las redes de internet.

Lo que si me gustaría debatir en este momento, y que es donde La Fundación Prensa y Democracia ha sido vital desde hace 5 años, es que a pesar de los grandes avances tecnológicos, sigue vigente y creo que por muchos años todavía, la pregunta de ¿cómo hacer de la información, sea cuál sea el formato de transmisión, una información de calidad?

Cómo hacer un periodismo de calidad, en todo el sentido de la palabra.

Ese es el compromiso de PRENDE desde hace 5 años. Y los resultados son contundentes. Más de cien reporteros y editores han pasado por alguna de las becas y en la mayoría de los casos la calidad de su periodismo ha mejorado. La combinación de cursos académicos que ofrece la Universidad Iberoamericana (ciudad de México) con una selección cuidadosa de talleres y talleristas nacionales e internacionales, que han impactado directamente en la formación individual y profesional de los periodistas que por ella han pasado.

El reto ahora de la prensa (impresa o electrónica, incluido el internet) ya no está en cuánto se está informando y cuál es el medio que lo dice primero. Si de por sí esta tesis ya era vieja hace años, ahora no tiene realidad que la sustente.

Hace unos 10 años, cuando en América Latina surgieron proyectos tan interesantes como la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de Gabriel García Márquez, ya la mirada estaba en la construcción de un mejor periodismo, un periodismo que se preocupara más por la precisión, por la buena redacción, el estilo, estructuras narrativas etcétera. Un periodismo de calidad.

La misión de PRENDE no es solamente formar mejores periodistas, dotándolos de herramientas propias del oficio: periodismo de investigación, crónica, perfiles periodísticos, periodismo narrativo, acceso a la información pública; sino también, coadyuvar en la construcción de mejores ciudadanos: ética, filosofía, arte, literatura. En PRENDE creemos en la tesis de Ryszard Kapuscinki de que un buen periodista, antes que nada, tiene que ser también una buena persona.

En los últimos años la “pelea” pasó de entres quiénes ofrecían la primera información a quién ofrece la mejor información. Quién y cómo hace periodismo de calidad. Y eso que para muchos era solamente un asunto menor, resultó que no. Hoy queda claro que ni siquiera los avances más importantes en tecnología pude ofrecer por sí mismo un periodismo de calidad. No por lo menos ahora.

Ni la multiplicación de medios impresos y electrónicos, ni un crecimiento exponencial de vías para la difusión de información, han podido sustituir lo elemental del periodismo: quién y con qué elementos y parámetros de calidad se procesa la información.

Ahora que todo el conocimiento del mundo está en la Red, dice Cebrián, el papel de los periodistas es ayudar a comprender. Establecer un sistema de valores cuando la jerarquía ha desaparecido.

En el centro de esta calidad periodística está el periodista y por tanto el nivel de preparación del mismo. Las herramientas tecnológicas no son suficientes para asegurar que el ciudadano recibirá una información que le aporte elementos para la mejor toma de decisiones en lo individual y en su comunidad.

Estoy convencido que el futuro del periodismo, sea cuál sea el tiempo de vida que le den, tiene que pensarse desde la formación y actualización permanente de los reporteros y editores. Ya no hay pretexto. Lo otro, quedarse a esperar que la tecnología nos lo dé y resuelva todo, es sentarse a ver como se muere este oficio.

El premio nobel de literatura, José Saramago, quien ha hecho del blog una herramienta más para su trabajo literario, lo resume de manera sencilla: “La práctica del blog ha llevado a la escritura a muchas personas que antes poco o nada escribían. Lástima que muchas de ellas piensen que no merece la pena preocuparse con la calidad de estilo de lo que se escribe… A la vez que se escribe más, se está escribiendo peor”.

Por lo tanto, sea cuál sea el medio, la calidad con que se haga periodismo y se procese la información, seguirá siendo insustituible.

De ahí que la Fundación Prensa y Democracia, a cinco años de presencia, es hoy más vigente y necesaria que nunca.

Ahí reside su razón y su existencia.

Jacinto Rodríguez Munguía
Coordinador Académico de la Fundación Prensa y Democracia, AC.

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Mario Benedetti: “Las palabras”

No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás

si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después

si usted pide garantías
sólo para su corral
mire que el pueblo conoce
lo que hay que garantizar

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical

si escribe reforma agraria
pero sólo en el papel
mire que si el pueblo avanza
la tierra viene con él

si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería

no me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

no me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución.

[Las palabras- Mario Benedetti]

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José Cueli: Lacan y Wittgenstein

El mejor camino o modo de aproximación a un texto o a una forma de pensamiento es el de la exégesis (exegéomae: guiar, interpretar, exponer). Exégesis como práctica que permita que el propio pensamiento sea fecundado por nuevas propuestas que nos conduzcan a novedosas líneas de pensamiento y hacia nuevas preguntas.

Tal parece ser la propuesta que encierra el texto de Françoise Fontenau, La ética del silencio, que pretende abordar algunos de los aspectos del pensamiento de Jacques Lacan y de Ludwig Wittgenstein. El pensamiento y el lenguaje han dado y siguen dando mucho qué pensar a multiplicidad de disciplinas en la actualidad.

En momentos cruciales como el que vivimos en que la comunicación adquiere dimensiones vertiginosas, debido a la cibernética cuyas consecuencias y repercusiones son aún insospechadas, pareciera que mientras el hombre moderno navega a sus anchas en la red, naufraga sin timón en una sociedad de consumo, de apariencias, que lo conducen a una competitividad irreflexiva y a un aislamiento “detrás de la pantalla”.

Pero, ¿en qué se nos convierte el mundo “detrás de la pantalla”? Quizá sea útil que ante la amenaza de “diluirnos ante las pantallas de cristal líquido” retomemos los textos que disertan en torno a algunos de los aspectos más humanos de lo humano: el pensamiento y el lenguaje.

Wittgenstein parte de premisas fundamentales que aún hoy dan mucho que pensar. “El hecho sólo es hecho a partir de ser dicho”.

Para él el mundo es “mi” mundo y los límites de éste se limitan a lo que puede ser dicho. El decir precede al saber. Se introduce después en la complejidad del signo y nos dice: “La torpeza del signo para hacerse comprender a través de toda suerte de gestos, desparece no bien reconocemos que todo depende del sistema al que pertenece el signo. Uno querría decir: únicamente el pensamiento puede decirlo, no el signo. Y sin embargo, una interpretación realmente es algo que nos es dado en el signo”.

No sólo el objeto de la consciencia es una proposición, sino que es una proposición dicha. En Wittgenstein la relación con el objeto, en el sentido trascendental, es inconcebible en ausencia de una posibilidad de enunciación. En la proposición siete del Tractatus enuncia: “Aquello de lo que no se puede hablar, hay que callarlo”.

El silencio adoptaría entonces el lugar de ese “más” que no tuvo sentido. Esta sentencia da mucho que pensar y enlaza aquí con la problemática del decir en Lacan. Desde el seminario escribe: “Antes de la palabra, nada es ni deja de serlo. Sin duda, todo está allí, pero sólo con la palabra hay cosas que son verdaderas o falsas, es decir, que son, y cosas que no son. La verdad se abre camino en lo real precisamente con la dimensión de la palabra. Antes de ella no hay verdadero ni falso”.

Otra afirmación de Lacan en su seminario es que en Wittgenstein no hay metalenguaje. Según él, (…) “no hay metalenguaje que pueda ser hablado; más aforísticamente: no hay Otro del Otro.

Fontenau se pregunta en este punto, con respecto a Lacan: sin embargo, ¿no recurre él al Nombre-del-Padre para apuntalar su mística, su ética, para sostener su lógica?

Por su parte, Wittgenstein, en sus Conferencias trasluce un Nombre-del-Padre dividido, una divinidad y luego unida donde se necesita un lazo entre la existencia del mundo y la ética, la palabra de Dios.

En lo que respecta al deseo, ética y deseo están íntimamente ligados en sicoanálisis, mientras que para Wittgenstein los que hacen pareja son más bien ética y sentido.

Wittgenstein llega al “no hay más que decir” precisamente queriendo “salvar la verdad”, deseando convertirla en la regla y en el fundamento del saber. ¿Cuál es entonces el Wittgenstein que nos presenta Lacan? No uno confinado al silencio por la consciencia de haberlo dicho todo o no poder decir más, sino un hombre extenuado por esa búsqueda sin descanso de la designación justa y que termina por no hablar más.

En Lacan más bien destaca el Wittgenstein que nos habla de “malestar mental” en sus Cursos de Cambridge, “Malestar mental” en Wittgenstein, “queja del sujeto” en Lacan.

Por consiguiente, lo que nos lleva a pasar del sentido a la denotación es la búsqueda y el deseo de verdad. Lacan subraya aquí la importancia de esa verdad para Wittgenstein, esa “cuestión de la verdad (que) condiciona en su esencia el fenómeno de la locura”.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/05/09/index.php?section=opinion&article=a08a1cul

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