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Tricia Boreta: Las noticias más censuradas en 2007 y 2008

El último año de la administración Bush acumuló una concentración de poder ejecutivo absoluto. La Constitución fue sustituida por draconianas órdenes ejecutivas (a menudo secretas). Hubo un recrudecimiento de asaltos a los derechos humanos, tanto en el país como en el extranjero. Pero, ¿quién está hablando adecuadamente sobre esto? Sólo se muestra el borde de la realidad.


Los medios corporativos han estado demasiado ocupados en mantener entretenido al público consumidor con el sinfín de banalidades añadidas a la cobertura del espectáculo “Campaña presidencial 2008” y el Congreso ha dado un paso al lado, o aparenta vigilar y escudriñar a fondo el presupuesto federal y la Constitución, pero –al final– dejar hacer a la administración.

Proyecto Censurado y un grupo de periodistas independientes alrededor del mundo han estado siguiendo afanosamente las acciones desenfrenadas de un imperio en decadencia. Las historias de noticias no cubiertas del Proyecto Censurado 2009 revelan un aumento desesperado de la demanda de las corporaciones de EEUU por conquistar más recursos naturales, así como la creciente confianza de los sectores militares en su capacidad de silenciar y eliminar la disensión e imponer la conformidad. La lista de este año muestra más claramente cómo la voluntad de los pueblos sigue siendo el enemigo principal de la violencia de las corporaciones estadounidenses. El término “terrorismo” se está ampliando rápidamente para incluir el desarrollo del pensamiento adverso a la agenda de conquista de EEUU.

Cada una de estas 25 noticias relevantes de este año constituye una historia de “corporacioncracia”, de cómo es la vida bajo un gobierno de, por y para las grandes corporaciones multinacionales que cada vez disminuyen más el valor de la vida humana en la búsqueda de sus beneficios. Este sistema ha convertido a nuestro compromiso estadounidense de lealtad a la “libertad y a la justicia para todos” no sólo en un triste travestismo, sino también en un recordatorio importante de nuestra responsabilidad como ciudadanos de EEUU.

El simple cambio en la cara del imperio con las elecciones de noviembre 2008 probablemente dará lugar a poco más que otra orquesta rusa de los grandes medios. Pero necesitamos un cambio profundo, que traiga consigo el conocimiento, con una depuración de la verdad, y la asunción de la responsabilidad de la realidad social y ambiental que alimenta nuestro enfermo estilo de vida, el “American way of life”. Por favor, comparta las historias que aparecen a continuación. Apoye a los medios independientes y a una Internet libre. Asuma su rol por un cambio verdadero.

Traducción: Ernesto Carmona

Argenpress

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Jorge Zepeda Patterson: Prensa y negros del arroz

No hay posibilidad de ser ingenuo luego de algunos meses de cubrir a la clase política Felipe Calderón se quejó el jueves de que los periodistas sólo damos malas noticias. Y tiene razón: nota roja, pleitos entre políticos, ineptitudes de las autoridades e infamias similares. Pero los periodistas nos preguntamos: ¿podemos escribir y hablar de otras cosas sin caer en la frivolidad o la irresponsabilidad? ¿Hay manera de difundir los discursos sin transparentar el escepticismo que inspiran?

Hace unos meses difundimos las declaraciones triunfalistas de Calderón en el sentido de que estábamos ganando la guerra en contra del crimen organizado. Recibieron despliegue de ocho columnas, de la misma forma que las contundentes declaraciones de Fox hace cuatro años, y las de Zedillo hace 11, que anunciaban la erradicación de la inseguridad ¿Qué se supone que debamos de hacer la próxima ocasión que el Presidente asegure, como ya lo hizo, que defenderá la canasta básica, mejorará la economía o vencerá a los cárteles de la droga? ¿Es mala leche hablarle de desempleo al ex candidato que se declaró “el presidente del empleo”?

Las autoridades acusan a los periodistas de ser cínicos y escépticos, de buscar por fuerza “los negros del arroz” en toda acción del poder público. Es posible que así sea. Pero puedo asegurar que no hay posibilidad de ser ingenuo o mantener en alta estima la condición humana luego de algunos meses de cubrir a la clase política. Se aprende pronto que la autoridad sólo dice lo que conviene a sus intereses. En el mejor de los casos es parcial al resaltar ciertos temas y obviar otros; en el peor, simplemente miente. Luego de algún tiempo el reportero no tiene sino dos caminos: corromperse y divulgar la idílica versión oficial o buscar “los negritos del arroz”.

Ciertamente los periodistas somos malos fiscales a la hora de investigar los vicios públicos. Carecemos de los instrumentos jurídicos y la calificación necesaria. Pero al menos podemos detectarla. Y tenemos que hacerlo porque los fiscales autorizados no están sirviendo. Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana Roo, fue el último miembro de la alta clase política que cayó en prisión. Eso fue hace nueve años. Usted escoja: ¿ya no hay corrupción o aumentó la impunidad?

Los lectores piden que los medios hablemos de otras cosas: de los casos de éxito de la sociedad civil, de todo aquello que la comunidad está haciendo. Hay que hacerlo, sí, pero no podemos olvidar que nuestra mayor responsabilidad es evitar que la vida pública sea patrimonio de la autoridad. No podemos dejar los asuntos que atañen a todos en las manos exclusivas de una clase política que nos muestra, una y otra vez, que actúa para su beneficio y, en muchas ocasiones, en detrimento de todos.

Nos encantaría que las autoridades nos dieran motivos para sentirnos orgullos de difundir lo que hacen o dicen. Sería formidable aplaudir la llegada al gabinete de algún personaje con prestigio, y no sólo jóvenes desconocidos sin mayor mérito que la incondicionalidad que le deben a su jefe. Festejaríamos la destitución del góber precioso, el enjuiciamiento de los Bribiesca o el fin de los privilegios de los monopolios.

El Presidente aseguró que difundir malas noticias de forma sistemática equivale a renunciar a la esperanza. Por el contrario, no publicarlas equivale a resignarse, a vivir en espejismos, a encerrarse en la negación, hasta que el destino nos alcance. Mostrar los vicios públicos y las incongruencias de los poderosos representa la única esperanza de que algún día las cosas cambien, aunque sólo lo hagan para no ser exhibidos en la prensa.

* El Universal

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/73613.html

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