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Claudia Sheimbaum: Qué sigue después de la Consulta Ciudadana?

* Entrevista a la secretaria de secretaria de Patrimonio Nacional y coordinadora del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, Claudia Sheinbaum Pardo

La semana pasada, entre otras actividades, se nombró una comisión por parte del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, para definir el plan de acción que vamos a lleva a cabo. En esta comisión estamos Alejandra Barrales, Ricardo Ruiz, Jesusa Rodríguez y su servidora.

Queremos informarles como parte de este nuevo periodo, de esta nueva etapa, como parte del plan de acción, estamos planteando una parte que ustedes ya conocen, que es el apoyo a la consulta ciudadana que se realizará los próximos 10 y 24.

Vamos a continuar con estas actividades, saben que la consulta está apoyada por el Movimiento, por los partidos del Frente Amplio Progresista, y que está organizada por un consejo ciudadano y la observancia de Alianza y Propuesta Cívica.

La segunda es, también ustedes ya la conocen, pero vale la pena comentarla, es la propuesta que se va a presentar por parte del Frente Amplio Progresista al Congreso de la Unión, que se decidió que la preparara el grupo de expertos que participó en los foros de debate y el grupo de intelectuales en defensa del petróleo, que ya la están elaborando y en el momento en que esté lista, será presentada al Congreso de la Unión.

Y, la tercera, estamos llamando a una movilización nacional en todos los estados de la República, en todas las capitales de la República, el próximo 31 de agosto. En el Distrito Federal será en el Monumento a la Revolución y en todas las capitales habrá movilización de todos los brigadistas.

Esta es con el objetivo de estar alertas a cualquier albazo y a cualquier aprobación que pretenda la privatización del petróleo.

Hay otras actividades, que las iremos mencionando, pero estás son actividades que hemos decidido.

P: ¿En qué van a consistir estas movilizaciones?
R: Son mítines en las plazas principales de todo el país, con los brigadistas. Ustedes saben que al menos tenemos 200 mil brigadistas en defensa del petróleo en todo el país y este será el mecanismo de organización de esta movilización.
P: ¿En todo caso se les llamaría a movilizarse…?
R: En ese momento es para estar alerta y de acuerdo como se vayan dando las circunstancias, si quieren aprobar una propuesta –independientemente de la propuesta que haya presentado el grupo de intelectuales— que sea privatizadora, entonces haremos otro tipo de movilizaciones.

P: ¿Se están preparando, quizá sea muy fuerte decir, para la guerra, pero parece ser que es eminente una confrontación o un enfrentamiento entre quienes promueven la iniciativa privatizadora y no?
R: Ojalá y no se así, ojalá se abra la puerta a esta otra visión, que se está planteando, que es una visión que ya se demostró en la consulta ciudadana del pasado 27 de julio, en donde votaron en las nueve entidades de la República alrededor de un millón de ciudadanos y en el Distrito Federal 820 mil.

Es contundente lo que está diciendo la gente, que no quiere la privatización del petróleo y en ese sentido nosotros nos vamos a movilizar.

P: ¿Pero también parece contundente lo que están diciendo los panistas de que van a con todo?
R: Nosotros nos estamos preparando para la movilización, en caso de que suceda esto que tú mencionas, que lo planteen de esa manera, no vamos a claudicar de ninguna manera en una lucha que para nosotros es vital para nuestro país.

P: ¿Decía López Obrador que ya se tienen muchas acciones, éstos mítines es lo más barato?
R: Es lo primero.

P: ¿Qué opinión tiene con relación a la reunión que tendrán las dirigencias del PRI, PAN y PRD en el Senado de la República, este miércoles, para ver precisamente la reforma energética?
R: El PRD está trabajando por su cuenta, pero lo importante aquí es que haya un acuerdo de que quien presente la iniciativa sea este grupo de expertos e intelectuales.

P: ¿No afecta ese tipo de reuniones a la movilización a la cual ustedes están convocando?
R: De ninguna manera.

P: ¿Andrés Manuel qué dice al respecto?
R: Que te conteste Andrés Manuel. Muchas gracias.

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Gerardo Fernández Casanova: ¿Borrar la historia?

Una de las características aberrantes de la tecnocracia en el poder, es su pretensión de borrar la historia o, en último término, de enmendarla. Es también una de las razones por las que llevamos un cuarto de siglo dando palos de ciego, aplicando recetarios que nada tienen que ver con la realidad, los que solamente han servido para ahondar la zanja que marca la diferencia entre lo que somos y lo que anhelamos ser. El tecnócrata, sea en México o en la Conchinchina, al no encontrar asideras para sustentar sus recetarios, simplemente los trata de imponer como dogmas. Es un dogma, por ejemplo, el concepto de que el libre juego de las fuerzas del mercado es el único antídoto contra la pobreza; como también es dogmática la determinación de la necesidad de crear el mercado energético, eliminando la intervención del estado; por sólo mencionar ejemplos. No de otra manera se puede entender la falta de interés de la tecnocracia para debatir sobre sus postulados; se asumen dueños de la verdad y califican de ignorantes a quienes se les oponen.

El caso del campo mexicano es emblemático del afán antihistórico cuyo resultado, a todas luces, ha sido su crisis ya crónica. Dicho afán se manifiesta en dos vertientes, ambas igualmente erróneas: la más socorrida por los modernistas se refiere al aprovechamiento “eficaz” de las ventajas comparativas, según el cual si resulta más barato producir maíz y granos básicos en los Estados Unidos, habrá que importarlo en beneficio de la población consumidora y, a cambio, exportar bienes para los que se cuente con mayor ventaja en su producción local, como sería el caso de las frutas, las flores y las hortalizas de invierno. Lo que en la teoría suena lógico choca con la terquedad práctica: esas frutas, flores y hortalizas de invierno no pueden satisfacer la necesidad de alimentación de los mexicanos, la que, entonces, queda a merced de las veleidades o intencionalidades del oferente extranjero. El caso es claro en el presente: un movimiento de la demanda de maíz estadounidense hacia la producción de combustibles, prov
oca un alza desmedida en el precio del principal alimento de la población, para la que el mercado no ofrece una alternativa compensatoria. El resultado se llama hambre para un amplio sector de la sociedad. En la historia de todos los pueblos, desde la Biblia hasta el Popol Vuh, la seguridad alimentaria ha sido el condicionante de su desarrollo. La alimentaria es elemento sustancial de la soberanía de las naciones.

La otra vertiente, igual de errónea, considera que el objetivo nacional debe ser alcanzar la competitividad en la producción doméstica de granos para igualarla a la de Norteamérica, lo que implica crear aquí las mismas condiciones que allá se registran. Por principio de cuentas, la naturaleza se obstina en no querer modificarse, por ejemplo, para que aquí dispongamos de las enormes superficies planas y del clima que las hace fecundas; la nieve de invierno que elimina plagas y humedece la tierra es un factor inimitable. A lo anterior habrá que agregar los factores social y cultural: la conquista española conservó a la población autóctona para explotar su mano de obra, en tanto que la colonización anglosajona la eliminó para explotar directamente la tierra (con excepción del sur esclavista). Esto marca una diferencia abismal entre ambas culturas que se refleja en la presión sobre la tenencia de la tierra que, en México fue causa de una revolución y una profunda reforma agraria. El intento de ignorar la historia llevó a Salinas de Gortari a postular la contrarreforma agraria en 1992 y a la pretensión de descampesinizar el campo, proyecto que, además de fracasar, ha sido un verdadero genocidio. En la mayor parte del territorio nacional se vive en condiciones de miseria, para la que las únicas alternativas son la siembra de estupefacientes o la emigración con sus secuelas de muerte.

Igualmente se intenta borrar la historia en la materia del petróleo y, en general, de la energía. El porfiriato y sus “científicos” precursores de los actuales tecnócratas, fincó su proyecto de país en la entrega de los recursos naturales a la explotación por particulares, principalmente extranjeros. La Independencia y la Reforma dejaron intacta la forma de explotación de los recursos, por la que los mexicanos sólo observaban como la riqueza del país fluía a las metrópolis dejando sólo miseria en esta tierra, pero además sometiendo la soberanía a los caprichos de los empresarios mineros y petroleros, lo cual constituyó el otro causal del movimiento revolucionario de 1910, que derivó en la Constitución de 1917 y sus disposiciones de preservación de los recursos naturales para ser propiedad de la nación y su aprovechamiento en beneficio del pueblo. Costó mucha sangre lograr tales conquistas mínimamemente soberanas. Hoy se pretende, sin argumento real que lo respalde, devolver a los extranjeros lo que con tanto esfuerzo se recuperó.

También fue motivo de la lucha revolucionaria de principios del siglo XX, la conquista de condiciones humanas en el trabajo. Las huelgas de Cananea y de Río Blanco y la represión autoritaria porfirista alimentaron al descontento que luego estallaría. No fue gratuita la incorporación del derecho social al trabajo digno al texto constitucional; también costó sangre de mexicanos. La semana pasada se repitió la historia. El régimen neoporfirista y fraudulento arrasó con el derecho de huelga en la misma mina de Cananea, en repetición centenaria de aquel preludio de la guerra. Ni por ese prurito se abstuvieron. Tampoco los que, a la manera de Porfirio Díaz, se hicieron del poder por la vía del fraude electoral, repitiendo la historia.

No soy de los que ven la historia como una sucesión de ciclos en los que las fechas y los acontecimientos se repiten, pero la terquedad de los tecnócratas neoliberales parece empeñada en provocar un 2010 sangriento, para cumplir con la celebración centenaria.

Antes de que la sangre corra, los mexicanos seguimos apostando a la movilización pacífica. En las próximas semanas seremos testigos de los atentados contra la soberanía energética y contra las conquistas en materia laboral. La convocatoria de Andrés Manuel de no permitirlas va en serio. Paradójicamente, la movilización tendrá que convertirse en paro nacional. No hay de otra.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=051122&Parte=0

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