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Carlos Fazio: La guerra y la paz

Felipe Calderón no escucha. La disyuntiva lanzada por el poeta y activista no violento Javier Sicilia fue guerra o paz. Y su opción fue muy clara: por un México en paz con justicia y dignidad. Lo que implica un rotundo noal enfoque militarista y la estrategia de guerra de la seguridad pública ordenados por Calderón. La respuesta del inquilino de Los Pinos pareció autista: no habrá cambio de estrategia porque tenemos la ley, la razón y la fuerza. Ergo, seguirá la guerra. Tampoco renunciará el superpolicía Genaro García Luna –émulo neodiazordacista del general Cueto, el de la matanza de Tlatelolco–, cuya defensa y control de daños quedó en manos de Televisa, los nuevos policías del pensamiento de la prensa vendida, y familiares de víctimas de la criminalidad cooptados por el gobierno.

Calderón no entendió que para Sicilia el Alto a la guerra y el No más sangre no son demandas simbólicas. Son reales. De allí que la contradicción, ahora, sea recrudecimiento de la militarización versus acciones de resistencia en el marco de la no violencia activa, que, de ir acumulando la fuerza moral y material de todos los que estamos hasta la madre de tanta violencia e inhumanidad generadas por una guerra absurda, a la manera de una bola de nieve podrá derivar en desobediencia civil pacífica.

Calderón no es sordo ni autista; tampoco insensible. Sus decisiones responden a una estrategia preconcebida, con eje en una doctrina de seguridad nacional importada. Como dijo Sicilia, la política de seguridad de Calderón fue diseñada por Estados Unidos. Su lógica es militar. Parte del mito de la guerra, como una realidad humana fundamental a la cual se reducen todas las demás. La guerra destruye la política y borra la frontera con la paz. La lógica de Calderón invierte la fórmula de Clausewitz: la política se transforma en la prolongación de la guerra gracias a otros medios. Si la política es la prolongación de la guerra, se asimila a la guerra y debe ser conducida por la guerra.

El uso de los conceptos no es inocente. En nombre de una presunta guerra a las drogas, Calderón instauró un régimen de excepción, con zonas del país bajo virtual estado de sitio. Calderón ha buscado poner al Estado y a la sociedad en función del estado de guerra. Lo primero lo logró. Durante cuatro años y medio la guerrade Calderón dominó la agenda pública: convirtió la nota roja en noticia principal de diarios y medios electrónicos. En el segundo objetivo, poner a la nación en permanente pie de guerra, fracasó. Su estrategia de guerra generó violencia, miedo y terror, pero no logró transformar a la sociedad en un inmenso ejército movilizado bajo su mando. Sus llamados a la unidad nacional contra los criminales, losverdaderos enemigos de México –los hijos de puta, diría Aguilar Camín–, fracasó porque se trata de una guerra fantasma, con base en un mito.

El mito de la guerra no obedece a un simple error intelectual: es útil. El culto de la seguridad sólo puede favorecer los privilegios y justificar el statu quo. El uso del Ejército, la Marina de guerra y la policía militarizada de García Luna es el sostén y justifica un tipo de sociedad basada en el centralismo autoritario y la explotación jerarquizada. Su papel ideológico cumple la función de perpetuar las relaciones entre dominadores y dominados. El método consiste en cambiar la ideología de la lucha de clases por otra ideología ficticia e inmovilista. De allí el apoyo del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, el Consejo Coordinador Empresarial y otros once grupos corporativos a la Ley de Seguridad Nacional enviada al Congreso por el Ejecutivo.

Eso Sicilia lo tiene claro: la violencia de los señores de la muerte es resultado de estructuras económicas y sociales que generan desigualdad y exclusión. La infame realidad y la demencia criminal se nutren de las omisiones, complicidades y/o colusiones mafiosas de los que detentan el poder: la partidocracia, los poderes fácticos y sus monopolios, las cúpulas empresariales y las jerarquías conservadoras de las iglesias, los gobiernos y las policías.

La militarización de la sociedad forma parte de un engranaje organizado, necesitado e institucionalizado para preservar el actual estado de cosas. Como ha quedado plasmado en el discurso beligerante de Calderón, alias El Churchill, utiliza el monopolio del poder (sic) para hacer la guerra en nombre de todos los mexicanos de bien, y quienes no lo apoyan son sospechosos de ser cómplices de los enemigos del Estado. Un Estado que se sirve del monopolio de las armas para hacer una guerra permanente contra el pueblo. Mientras más autoritario y violento es un Estado, más trata a la nación como enemiga.

Pero los ciudadanos están desarmados. De allí la necesidad de la política. La política es el arte de las transacciones de la tolerancia y el arte de lo posible. La política comienza cuando el Estado deja de ser violento y entra en diálogo con los ciudadanos; cuando el Estado se sujeta a las leyes resultado de un diálogo con los ciudadanos. La paz es la consecuencia de la renuncia a los medios violentos. Es decir, al uso de las armas que matan.

Sicilia se opone a una paz armada como parte de un modelo militar. Quiere llevar al régimen al terreno de las soluciones no armadas. El diálogo que ofrece Calderón es un monólogo; se siente poseedor de la verdad única y ofrece unacooperación con base en la dialéctica del amo y el esclavo. De arriba a abajo. Frente a esa manipulación maniquea del poder, la multitud que aspira a una paz con justicia y dignidad impulsa otra forma de hacer política; quiere una democracia participativa y más representativa. El nuevo Ya basta de los de abajo y las clases medias está dirigido a la reconstrucción del tejido social de la nación. La marcha significó la ruptura del terror y la posibilidad de que el dolor social se convierta en acción colectiva organizada. Los sonidos del silencio son otra forma de lucha. El alto a la guerra es hoy una cuestión de salvación nacional.

Fuente: La Jornada

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Lorena Aguilar Aguilar: Crimen organizado e histeria colectiva: el marco perfecto para la represión

Desde hace ya varios meses se viene respirando un clima de inseguridad en la ciudad de Mérida, la percepción de los habitantes ha cambiado de manera radical: ya no se vive en la “ciudad blanca” donde nada pasa, ahora nos percibimos mucho más vulnerables ante las olas de asesinatos que el crimen organizado ha venido dejando a lo largo y ancho del país, aunque la mayoría de ellos se han dado con la complicidad de las propias autoridades.

Dentro de este contexto se han alzado voces de manera histérica exigiendo combates mucho más efectivos en contra de la delincuencia, pero claro de esas voces ninguna ha exigido que el problema sea atacado desde el fondo, es decir, nadie ha pedido acabar con la desigualdad social, nadie ha pedido mejores oportunidades de trabajo para jóvenes de los sectores populares, nadie ha pedido que estos mismos jóvenes sean incluidos en las agendas de las clases políticas,que tengan acceso a una educación, salud y bienestar de calidad que les pueda permitir un modo digno de vida. De todas las voces que se han levantado nadie ha exigido justicia y seguridad social.

Aprovechando el clima de nerviosismo que se ha generado en la ciudad a raíz de los “levantones”, decapitados, cateos a casas particulares y demás tipos de actos, todos vinculados al narcotráfico, se han lanzado mensajes por Internet y celular con el objetivo de crear una especie de histeria colectiva entre la sociedad, en estos mensajes se habla de una serie de asesinatos que el narcotráfico podría llevar a cabo.

El objetivo de los mensajes que circularon se cumplió. Se logró generar una especie de sicosis, sobre todo entre familias de la zona norte de la ciudad, la clase media alta y alta, ante la supuesta amenaza de que se secuestrarían y asesinarían a 50 personas escogidas al azar si las autoridades no retiraban los retenes que se instalaron supuestamente para combatir la delincuencia organizada.

Los mensajes que circularon vía email y celular han sido el marco perfecto para el despliegue policial e incluso militar desproporcionado que se ha dado en Yucatán. Ahora bajo el pretexto del combate al narcomenudeo se justifica la violación a la libertad de tránsito que se esta dando. La presencia de cuerpos policíacos y militares, lejos de mantener la calma han contribuido a alimentar el clima de nerviosismo que impera en estos momentos.

Por una parte es comprensible el estado de alarma que pueden llegar a causar los hechos de las últimas semanas y meses, no solamente en el estado, si no también en el resto del país, pero por otra parte me pareció sorprendentemente absurda la facilidad con la que se manipula a la población cuando no se tiene claro cual es el problema de fondo.

Una cadena de mensajes sin fundamento pusieron en zozobra a los habitantes, quienes piden a gritos a las autoridades que se fortalezcan las medidas de seguridad y castigos más efectivos a los delincuentes, sin reflexionar un momento que es lo que esta generando esta serie de hechos, simplemente se limitan a escuchar y repetir, sin reflexionar, lo que dicen los medios masivos de comunicación, los cuales le han contribuido de manera activa con el ambiente de temor que se esta dando.

Para la mayor parte de la sociedad, embrutecida por los mass media, ha sido mucho más cómodo actuar de manera neurótica que enfrentar la realidad; no son capaces ejercer un punto de vista crítico, ya que se les ha sido eliminado, no hacen más que repetir lo ven y escuchan.

Sin embargo, lo más preocupante que ha generado toda esta situación es que a partir de ahora todo abuso policial o cualquier acto represivo que se lleve a cabo bajo el discurso de combatir el crimen organizado o el narcotráfico o lo que se les ocurra inventar en estos momentos no solamente estará plenamente justificado, si no también que será aplaudido por todo aquel que presa del miedo y completamente idiotizado por la radio y la televisión exige a gritos que se ponga un alto a la violencia en el país, claro sin sentarse a reflexionar en lo más mínimo.

Le han tomado la medida a la sociedad que ha caído en este sucio juego; los medios de (des)información van alimentado el miedo colectivo que genera el crimen organizado para que de esta manera las autoridades puedan legitimar un despliegue policial que raya en lo represivo sin tener la más mínima intención de combatir realmente las causas de fondo que originan la delincuencia, mientras tanto esta continúa campeando a sus anchas, y así estamos encerrados en un círculo que parece no se romperá.

http://www.kaosenlared.net/noticia/crimen-organizado-histeria-colectiva-marco-perfecto-para-represion

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Arnoldo Kraus: México como secuestro

México, dice la organización no gubernamental IKV Pax Christi, ocupa el primer lugar en el número de secuestros a escala mundial. Terrible noticia, doloroso deshonor. La veracidad de la información es cruda y real. Ha conseguido que voces tan dispares como la de Felipe Calderón y la de Marcelo Ebrard consideren que los secuestros, la violencia y la inseguridad se conviertan en materia urgente dentro de sus obligaciones y prioridades. A ellos se han unido y se unirán muchas figuras públicas de nuestra nación. No es para menos. Mañana nuestros políticos van a Palacio Nacional. Hablarán. Nosotros esperaremos. Seremos, como siempre, los Godot mexicanos.

Se repite, con razón, que la educación, la vivienda y la salud son bienes indispensables y obligaciones del Estado hacia sus ciudadanos. Ahora debe agregarse a ese listado la seguridad como compromiso. A diferencia de las otras cualidades, cuya presencia o ausencia es obvia, la seguridad no era, hasta hace algunos años, tema de discusión cotidiana. Los políticos mentían diciendo que combatirían las muertes por inanición, pero no enlistaban dentro de sus discursos efectistas el combate contra la violencia. Ahora todos van a Palacio Nacional. Hablarán de los secuestros. Nosotros esperaremos. Seremos, no me aburro de repetir, el Godot, de Becket: nunca llega quien debe llegar.

El miedo, la desconfianza hacia los políticos y la policía, la violencia callejera y la presencia de la industria del secuestro han hecho que la seguridad, incluso de los más desprotegidos, ocupe lugar preminente en la conciencia de la vida cotidiana. Secuestro y violencia, no como enfermedad, sino como epidemia, se han adueñado de las primeras páginas de muchos rotativos nacionales e internacionales; se han apoderado de la conciencia del vivir de la ciudadanía mexicana. Conciencia dolorosa que se paga con angustia y con dinero. Conciencia que debería ser inconsciencia. Caminar por las calles con temor es anormal. Caminar con miedo es legado de nuestra clase política.

La angustia se comparte. Los ciudadanos la vivimos por la certeza de la inseguridad y los políticos porque su prestigio se cuestiona. Los gastos también corren por caminos paralelos. Las familias sufren lo indecible hasta lograr acuerdos con los secuestradores mientras que los políticos-policías invierten cifras millonarias, seguramente del erario nacional, para contratar guardaespaldas y comprar armamentos. (Imposible no abrir este paréntesis: he preguntado en muchas ocasiones en qué rubro hacendario quedan inscritos los guardaespaldas que cuidan a los políticos y a los empresarios y nunca he obtenido respuesta. La cifra ahí invertida debe ser elevada. Podría utilizarse, pienso, para cuidar a la ciudadanía.)

El secuestro se ha convertido en epidemia. Las epidemias son contagiosas. La del miedo por ser secuestrado y/o asesinado en la calle, no por atropello o por terremoto, sino por deambular en las calles calderonistas o ebrardistas es nefanda y vigente. Ni siquiera la tradicional inmunidad de nuestra clase política los ha protegido. Sendas declaraciones y vistosos desplegados en los periódicos dan cuenta del contagio.

Calderón, Ebrard y casi todos nuestros políticos están preocupados. Deben haber leído lo que se dice de su nación y de su ciudad en el mundo; les deben haber informado de las esquelas en los periódicos. Esas noticias, lo saben, son sólo la punta del iceberg. Nadie confía en la justicia mexicana. Como signo de inteligencia, es probable que ellos desconfíen tanto de nuestra justicia como el uno desconfía del otro, y como nosotros desconfíamos de ellos. Partiendo de esa premisa podrían sanear un poco las calles y paliar el miedo que nos habita. Partiendo de las descalificaciones que se prodigan deberían criticar lo que hacen y lo que no hacen.

No recuerdo en cuál película –palabras más, palabras menos– dice el hijo del actor principal: “entre los ladrones y la policía confío más en los primeros por su sinceridad”. A ese guión, que transcurre todos los días, en todas las calles, y en todos los tiempos del PRI, del PAN y del PRD agrego que aunado al malestar contra el cuerpo policial camina, imparable, una perturbadora desconfianza hacia la clase política. Como en tantas otras circunstancias, en México la realidad copia y supera la ficción. Gracias a la corrupción, a la impunidad y a los yerros de nuestros presidentes las películas detectivescas de Hollywood son, en México, palmaria realidad.

Hace muchos años escribí un artículo intitulado: “Adiós a la calle”. Repasaba la cruda verdad en la que se había convertido la ciudad de México y lamentaba que muchos niños ya no tenían la oportunidad de hacer de las calles su casa. Esa premonición crece sin coto. Hoy, aunque duele, preocupa distinto la escasa oportunidad de jugar en las calles. Esa preocupación ha sido remplazada por los secuestros y por la violencia.

Mi desconfianza hacia los políticos es nauseabunda, incurable e infinita. Me encantaría equivocarme. Mi esperanza es que las náuseas y la desconfianza que se profesan Calderón, Ebrard y anexas devenga acciones positivas.

La Jornada

http://www.jornada.unam.mx/2008/08/20/index.php?section=opinion&article=023a2pol

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Raúl Zibechi: La segunda fase del Plan Colombia en acción

Es muy probable que el bombardeo del ejército colombiano contra el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en suelo ecuatoriano haya sido la primera acción de envergadura del Plan Colombia II, estrenado hace un año con un gigantesco presupuesto que multiplica por cinco los fondos destinados al Plan Colombia I. El objetivo de la segunda fase consiste en una Estrategia para el Fortalecimiento de la Democracia y el Desarrollo Social para el periodo 2007-2013. Las inversiones se elevan de 10 mil 700 millones de la primera fase a 43 mil 800 millones para la segunda, una cifra alucinante que sólo podrá ser compensada por las expectativas de las multinacionales –las grandes beneficiarias– de conseguir grandes ganancias en Colombia.

Más allá de las declaraciones, todo indica que la segunda fase del Plan Colombia no estará dirigida hacia lo que declaran sus promotores, como ya sucedió con la primera fase. Un buen ejemplo es lo que viene sucediendo con los cultivos de coca. Es cierto que el volumen de cultivos parece haber disminuido en Colombia, pero se mantiene estable en los últimos años, y en una década las exportaciones de cocaína a Estados Unidos no han decrecido y registraron un récord en 2007. Según diversos análisis, lo que está sucediendo es una difusión de los cultivos a otras regiones y a otros países. Más aún, las técnicas de los exportadores se vienen perfeccionando con la construcción de decenas de semisubmarinos que pueden transportar hasta 12 toneladas de cocaína cada uno. La Guardia Costera estadunidense informa que este año espera capturar hasta 120 submarinos de los narcos frente a los 23 capturados en los últimos años. La proclamada guerra contra las drogas es un fracaso inocultable.

Por otro lado, la prensa colombiana informa estos días que los paramilitares están de retorno luego de unas breves vacaciones. El grupo más activo se denomina ahora Águilas Negras. Cuenta con unos 4 mil efectivos procedentes de paramilitares que no se acogieron a la desmovilización auspiciada por el gobierno de Álvaro Uribe y por nuevos efectivos reclutados por los narcotraficantes, con los cuales estos grupos tendrían especial afinidad. Días atrás lanzaron amenazas de muerte contra los movimientos sociales convocantes de la marcha del 6 de marzo en homenaje a las víctimas del paramilitarismo. Una parte considerable de esos grupos actúa cerca de la frontera con Venezuela.

Respecto de la guerrilla, aunque debilitada está lejos de ser derrotada, y aunque ha sido duramente golpeada en varias regiones, su principal retaguardia, en las selvas del sur, se mantiene intacta. Ahí fracasó estrepitosamente el Plan Patriota, que pretendió desalojar a las FARC de una región que conocen y controlan hace tiempo. En resumidas cuentas, el Plan Colombia I consiguió algunos resultados, pero está lejos de ser un éxito, por lo menos en función de los objetivos declarados. Sin embargo, tanto el Plan Colombia I como su segunda fase están dando muy buenos resultados en dos aspectos no declarados y ni siquiera mencionados lateralmente en la propuesta: los negocios marchan viento en popa y la desestabilización de la región ha escalado varios pasos.

En efecto, el llamado “clima de negocios” que se respira en las principales ciudades del país, que se resume en las inversiones extranjeras directas, revela que Colombia se ha convertido en uno de los destinos preferidos de las multinacionales de la minería, los hidrocarburos y el agronegocio. Hoy se coloca sólo detrás de México, Brasil y Chile en su capacidad de captar inversiones. Se asegura que la mayor seguridad es lo que explica esta afluencia de capitales. En realidad, gracias a la intensificación de la guerra promovida por el Plan Colombia hay ya 4 millones de desplazados, 10 por ciento de la población del país, que están siendo expulsados precisamente de aquellas zonas apetecidas por el negocio multinacional. Puede decirse que la política del desplazamiento forzado es funcional, y necesaria, para el aterrizaje de las multinacionales.

El Plan Colombia II pretende actuar de modo decisivo sobre las dos fronteras calientes: Venezuela y Ecuador, además de profundizar la penetración en la región del Cauca, donde opera el movimiento indígena colombiano, el único actor social capaz de plantarle cara a la guerra y a las multinacionales. Ello augura un futuro inmediato más que complejo para el subcontinente. La acción militar del primero de marzo puede ser apenas la primera de una serie destinada a desbordar la guerra interior más allá de las fronteras, siguiendo los pasos de los cultivos de coca. No se trata de una desviación sino de un efecto deseado. La política hegemónica de Washington pasa por la desestabilización de los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, pero también por acotar las iniciativas provenientes del Mercosur. De ahí la reciente propuesta de Brasil de crear un Consejo de Seguridad de Sudamérica, que incluye sólo a los 10 países de la región.

Según el ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, se trata de una iniciativa brasileña que de forma explícita excluye a Estados Unidos. La iniciativa comenzó a ser diseñada durante la crisis militar entre Ecuador, Venezuela y Colombia y se propone el control de las fronteras, la lucha contra grupos ilegales y la posibilidad de participar en operaciones de paz como las que encabeza Brasil en Haití, en la que participa un amplio contingente militar de la región. Otras versiones aseguran que la creación del Consejo de Seguridad regional fue pactado en la reciente visita de Condoleezza Rice a Brasil, ya que Washington seguiría interesado en que el país de Lula modere los ímpetus de Venezuela y Bolivia.

Aún es pronto para saber cuál de las dos lecturas es la más cercana a la realidad. Sin embargo, ya sabemos que la segunda fase del Plan Colombia está destinada a barrer con aquellos que desde los movimientos y los gobiernos se oponen, aun parcialmente, a la política de “dominio de espectro total” diseñada por las multinacionales y el imperio.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/03/28/index.php?section=opinion&article=023a1pol

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Miguel Suárez: Colombiano, uno de los ejércitos más grandes del mundo

En estos días, luego de la militarización de las fronteras de Venezuela y Ecuador con el gobierno mafioso, luego del artero ataque al campamento de Raúl Reyes en el Ecuador, donde estaba buscando una zona fuera del conflicto interno para poder reunirse con los “facilitadores” autorizados por Uribe y luego de la muerte en combate del comandante Iván Ríos, y luego de la Pax del Grupo de Río, se ha desatado una campaña sicológica-mediática dando la impresión de la que las Farc-ep, esta en desbandada, cosa totalmente fuera de la realidad y que nos muestras el desespero de la oligarquía colombiana al no haber podido doblegar a esta organización política militar en los ya casi seis años de la “Seguridad Democrática” que había prometido derrotarlas en unos cuantos meses.

Viendo entre las fotos presentadas por el gobierno mafioso del computador antimisiles del comandante Raúl Reyes, me llamó la atención el cañón conque las Farc-EP, enfrenta a los blindados del ejército de la oligarquía y con los que muy seguramente algún guerrillero soñador pretenderá tumbar uno de los aviones espías imperiales que vuelan a mas de 10 mil metros de altura. Me puse a pensar en la gran diferencia logística entre el ejército de las Farc y el de la oligarquía colombiana y buscando encontré el porque, por ahora, la guerrilla no ha derrotado al ejército de ocupación.

Un articulo publicado en Rebelión decía que se calculaba en el 2004 el ejército de la oligarquía estaba compuesto por unos 450 mil hombres, si tomamos como base las declaraciones del viceministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuando explica lo del gasto público militar que dio a entender que el crecimiento del ejército de ocupación durante el gobierno de Alvaro Uribe Vélez había sido a un ritmo del 35 por ciento anual, hoy en el 2008, podemos sin temor a equivocarnos calcular que el total de efectivos del ejército de ocupación llega a unos 550 mil, comparados con los que se dice tiene hoy la guerrilla, unos 20 mil, a pesar de que Uribe trate de engañar diciendo que se ha rendido 8 mil.

Debemos tener muy en cuenta que las Fuerzas Armadas de la oligarquía colombiana, después de las de Egipto y las de Israel, son el ejército del mundo que más se han financiado con recursos, capacitación y tecnología de imperio y que es el tercer receptor de “ayuda” militar del imperio.

El ejército de la oligarquía colombiana no está solo pensado y diseñado por el imperio para combatir a la población de Colombia. Está pensado, entrenado y fortalecido como una punta de lanza del proyecto imperialista para América Latina y, en especial, en el punto de mira de este proyecto está el gobierno bolivariano de Chávez, el Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

Al gran número de efectivos del ejército de la oligarquía colombiana hay que sumarle los efectivos de la policía, que es una policía totalmente militarizada y allí están armados y preparados como unidades de Infantería Ligera, cuyo número en el 2005 se decía eran unos 120 mil y hoy fácilmente pueden sobrepasar los 160 mil.

A comienzos del 2004 se conoció de la compra por el gobierno de Uribe de un avión Hércules C 130 B 130 Lockheed (estadounidense) por 7.5 millones de dólares y la de un avión Casa CN 235 de la Eads (europea),

En 1968, la Fuerza Aérea Colombiana adquirió sus dos primeros Hércules. Posteriormente compraron dos nuevos Hércules de la serie C-130H. A partir de 1980, el gobierno imperial le ha suministrado a la FAC otros ocho aviones C-130B. Llegando a tener una flota de unos 15 aviones Hércules.

EL CN-235 ES UN AVIÓN DE TRANSPORTE TÁCTICO, BITURBOHÉLICE, PRESURIZADO, CAPAZ DE OPERAR EN PISTAS CORTAS O SIN PAVIMENTAR. EL CN-235 ES UNA PLATAFORMA PARA EL DESARROLLO ESPECIALMENTE DE LA GUERRA ELECTRÓNICA.

EN FEBRERO DEL 2007 SE CONOCIÓ QUE EL GOBIERNO MAFIOSO NEGOCIA CON EL DE CHILE LA COMPRA A CHILE DE UNA FLOTA DE 15 AVIONES DE COMBATE MIRAGE ELKAN QUE AÚN TIENEN UNA VIDA ÚTIL DE 10 AÑOS, SEGÚN DIJO LA MINISTRA DE DEFENSA DE CHILE, VIVIANNE BLANLOT.

A ESTOS AVIONES HAY QUE SUMARLES LOS AVIONES MIRAGE, QUE EN UN NUMERO DE 16 FUERON COMPRADOS POR LA OLIGARQUÍA COLOMBIANA ALREDEDOR DE 1987.

LAS IMPORTACIONES DE ARMAS DE LA OLIGARQUÍA COLOMBIANA SE HACEN BAJO EL MAS ABSOLUTO SECRETO, ENCUBIERTOS POR EL POLICÍA DEL MUNDO QUE VIGILA CELOSAMENTE LA COMPRA DE ARMAS DE OTROS ESTADOS, COMO EL VENEZOLANO.

El 17 de diciembre del 2007 se conoció que un avión cargado de armas clandestinamente llegó a Colombia y fue descubierto en el aeropuerto El Dorado. La llegada del cargamento de armas fue descubierto ya que un avión, un Antonov de matrícula ucraniana había salido de Centroamérica y debió aterrizar en el aeropuerto de Bogotá por una emergencia.

Después del escándalo ocasionado por los medios de desinformación asegurando que eran armas para la guerrilla o paramilitares, el ministro de guerra, Juan Manuel Santos, se vio obligado a reconocer que esas armas eran para su ejército de ocupación.

Según datos del 2005, Colombia posee la quinta flota de helicópteros militares más grande del mundo que en cuestión de horas la sola Brigada de Aviación del Ejército puede poner a una Brigada Móvil en cualquier sitio de Colombia o en territorio vecino, como ocurrió en Ecuador.

Se conoce que entre1997 y el 2002, la oligarquía colombiana compró unos 16 helicópteros MI-17, que fueron repotenciados en el 2005 por técnicos rusos.

A finales del año 2005 se anunció la compra de ocho helicópteros black hawk de fabricación estadounidense con destino a la aviación del Ejército, según anunció el viceministro de Defensa del momento, Jorge Mario Eastman. Se calcula que sumados a las “donaciones” imperiales de estos helicópteros, las fuerzas militares de la oligarquía colombiana poseen unos 25 helicópteros black hawk.

A mediados del 2007 se conoció según un comunicado de la Sikorsky Aircraft, el Gobierno colombiano compraría 15 helicópteros Sikorsky UH-60L (Black Hawk) por un valor de 225 millones de dólares que serían entregados al gobierno colombiano por medio del ejército estadounidense y el programa de ventas militares. Bajo dicho programa el gobierno estadounidense adquiere el material en nombre del país.

En el Plan de Compras para el 2006 del Ejército Colombiano se reveló que adquirirían 5 unidades de lanzamiento y 50 misiles Spike a Israel, los cuales vendrían a unirse a los miísiles Nimrod, TOW, y ahora Spike; a los cohetes Apilas, M-72, C90, RPG; y también a los Cañones S/R de 106 mm en profusión.

Como los misiles deben instalarse en alguna parte y no sirven para combatir a la guerrilla, mucho se ha especulado que fueron instalados en una base militar en la Serranía del Perijá, en la frontera con Venezuela, base cuya construcción se anuncio a finales del 2005 por el viceministro de Defensa del momento, Andrés Peñate. Es llamativo que entre los impulsores de la idea de esta base militar se encuentre Hernando Molina Araujo, involucrado en el conocido escándalo del parauribismo.

La inversión aproximada para el Batallón de alta Montaña del Perijá es de 35 mil millones de pesos, el primer año, y tiene unos costos de funcionamiento de 20 mil millones de pesos anuales, según declaró el Peñate.

Se comenta que la aviación de la oligarquía colombiana tiene unos 80 aviones Kfir, cuya existencia no han reconocido públicamente y que tienen armas de quinta generación.

En el 2006, luego de muchos enredos con la industria de la muerte imperial, el gobierno fascista decidió la adquisición de 25 aviones Súper Tucano comprados a la compañía aeronáutica brasileña Embrear, a un costo 234 millones de dólares. Los últimos 10 aviones de este pedido serán entregados este año (2008).

En enero de 2007, la revista The Economist, publico un artículo donde ubicó a las Fuerzas Armadas de la oligarquía colombiana como uno de los 21 ejércitos más grandes del mundo.

Según The Economist “Debido a la guerra antiterrorista que desarrolla las fuerzas armadas colombianas desde hace 40 años estos se han fortalecido de una manera magistral. Haciendo que el ejército se convierta en uno de los mejores del mundo, con mucha experiencia, preparación, inteligencia, ayudas tácticas y modernas dadas por EUA.. Tropas de otros países vienen a Colombia a prepararse como fuerzas especiales o grupos Jungla de la Policía”.

Según un informe publicado por el diario el tiempo en abril del 2006, a partir de ese año el ejército de la oligarquía colombiana, por medio de su Industria Militar, Indumil, quedó como único fabricante de los fusiles Galil en el mundo, llegando incluso a ser un producto de exportación del ejército de ocupación.

El articulo aseguraba que este fusil había sido modificado en Colombia y ahora se había convertido también en un lanzagranadas, basados en transferencia de tecnología Israelí y que el ejército de la oligarquía colombiana también está produciendo granadas para mortero y de fragmentación así como bombas de 100 libras para las aeronaves de combate de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC). La llamada Industria Militar colombiana también fabrica pistolas 9 milímetros, subametralladoras livianas, morteros y granadas.

En Colombia hay unos 2500 militares yanquis, camuflados entre funcionario diplomáticos, de la DEA, la CIA, asesores militares y mercenarios así como existen militares Ingleses, Holandeses e Israelíes.

A esto hay que adicionar los 32 mil paramilitares “desmovilizados”, que antes que desmovilizados fueron nuevos reclutamientos y que hoy cumplen la función de control de la población en las grandes ciudades y los 8 mil paramilitares que para no desentonar en la banda Uribista, se cambiaron de nombre y hoy se hacen llamar “Aguilas Negras”. También hay que sumarle “el millón de sapos” y los “Cien mil” amigos, por lo cual sin temor a equivocarnos podemos decir que estamos ante el ejército mas grande de América después de el de los Estados Unidos.

Según un informe del Ministerio de Defensa, Colombia adquiere armas entre otros a: Singapur, Israel, Sudáfrica, España, Grecia, Brasil, Bulgaria, China y Estados Unidos.

A esta descomunal máquina de guerra, es que se enfrenta el pueblo colombiano, especialmente su ejército popular, las Farc-EP.

Para ocultar el tamaño de este ejército de ocupación, hay una matriz de opinión, alentada por el imperio basado en los medios de desinformación colombianos e internacionales, que busca ocultar este crecimiento militar, tecnológico y armamentístico y, sobre todo, la orientación política de estas Fuerzas Armadas hacia las naciones vecinas y sus procesos democráticos no afines al imperio.

Así por ejemplo, el actual jefe del comando sur de los Estados Unidos, almirante Jim Stavridis, dijo en el congreso imperial que no entendía porque el gobierno de Venezuela compraba aviones y helicópteros, pasando por alto el armamentismo de su ejército títere.

José Fernando Isaza y Diógenes Campos, de la Universidad Jorge Tadeo de Bogotá, en un artículo publicado en el espectador a finales del año pasado (2007), decían que “La militarización de la sociedad colombiana es creciente y cada vez más preocupante. Bajo la amenaza de la insurgencia y el manto de la política de seguridad democrática, el presupuesto destinado a la guerra ha aumentado de 2 puntos del PIB en 1990 al 6,3% para el año 2008…

…El presupuesto de seguridad para 2008 va a ser de $22.2 billones, de los cuales los Estados Unidos ponen $1.2 billones, tan sólo 5,4% del total, mientras que el grueso surge de nuestras contribuciones”.

Mirando pues estas cifras, que como todas las cifras de la guerra tienen una gran parte escondida, lo asombroso es que esa descomunal maquinaria de guerra no haya podido derrotar al movimiento guerrillero colombianos y sus grandes “victorias” hayan ocurrido violando las soberanías de otros países, como fue el caso de Rodrigo Granda, Simón Trinidad y ahora el comandante Raúl Reyes.

La desproporcionada campaña mediática desatada a raíz del asesinato de los comandantes Raúl Reyes e Iván Ríos, tiene pues una explicación, y es la desesperada situación de la oligarquía colombiana que luego de unos seis años de “seguridad Democrática” no ha logrado sus objetivos, con los agravantes de la complicada situación económica de su principal sostén, el imperio y la suya propia ya que durante estos seis años casi todas las empresas estatales ha sido vendidos para financiar la guerra llegando a un punto donde ya no tienen nada que vender.

En agosto del año pasado (2007) el diario El Tiempo publicó un artículo titulado “Tras cinco años de seguridad democrática, con un presupuesto billonario y graves fallas de inteligencia, las FF. AA. están ante un reto histórico”, donde llamaban la atención de que el tiempo pasaba, se gastaban ríos de dólares en su banda de asesinos y las victorias reales no se veían.

Decía textualmente el artículo que ”Además de que el presupuesto de inversión para defensa y seguridad del 2008 triplica el de este año, y de que el gasto total del sector se acerca al 5 por ciento del PIB, los recursos disponibles hoy están engordados por el impuesto al patrimonio y una partida extraordinaria para inversión, aprobada por el Congreso para la vigencia 2008-2010, de 8,25 billones de pesos. En total entre el 2007 y el 2010, el sector de seguridad y defensa recibirá 57,9 billones de pesos. Extraordinarios recursos para rematar una monumental tarea aún incompleta”.

Y quiero subrayar el ”para rematar una monumental tarea aún incompleta”

En Octubre 2007 el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia, dio a conocer un estudio donde aseguraba que el gasto público militar en Colombia está por encima del que la economía podría financiar.

En diciembre del año pasado (2007) el ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga y el de guerra Juan Manuel Santos, al buscar justificar otra multimillonaria “inversión” para la guerra dijo que “De nada serviría traer los aviones, los tanques y demás equipos en el año 2010. El balance de esta guerra, según lo han definido las Fuerzas Militares, depende de que tengamos esa disponibilidad de equipos complementarios y se materialicen el año entrante”

Entonces podemos concluir que ellos, según sus declaraciones y con sus gigantescas “inversiones” han decidido este año “rematar una monumental tarea aún incompleta” ya que según los generales el desbalance de esta guerra se decidirán este año.

Por eso la están metiendo toda, violando soberanías, tratando de crear un ambiente que sólo en sus deseos existe de que la guerrilla y especialmente las Farc, se desmoronan, cuando lo que parece ser es que después de este año se reventará la economía colombiana que no podrá sostener más a esa máquina de guerra al servicio del imperio y entonces la definición del conflicto colombiano sería a otro precio.

Luego viendo las cifras y viendo las declaraciones de los “honorables” representantes de la mafia, fácilmente queda claro el papel heroico de los hombres que en Colombia decidieron tomar el camino de las armas buscando construir un nuevo país, que se enfrentan a uno de los más armados ejército del mundo, que tienen los satélites imperiales y sus aviones espías de última tecnología sobre sus cabezas a los cuales sueñan tumbar con un cañon hechizo.

Por lo tanto, ayudará a que esa crisis se profundice, el cerrar los mercados a la mafia que gobierna a Colombia, el brindar más solidaridad al pueblo colombiano y sus luchas y así nos estaremos adelantado a solucionar un futuro problema ya que ese monumental ejército, con lanza mísiles y cientos de naves de guerra, no está sólo dirigido y entrenado para atacar al pueblo colombiano, es para también atacar a otros procesos no afines al imperio.

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