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Marichuy: Sobre El interrogador

Ahora que el gobierno federal se afana en conducir a nuestro país cual Estado Militarizado; ahora que vemos imágenes de transeúntes morelianos siendo detenidos y cateados en razón “estado de emergencia”, seguro no faltarán algunos interrogadores policiales, pero ellos no inquirirán por cosa como la nada que nos mueve… menos de la manera que lo hace Julio Cortazar:

El interrogador


No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
adónde van las cajas de fósforos usadas.


Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.


¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?


Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Roc.

Fuente: http://www.poesiaspoemas.com/julio-cortazar/el-interrogador

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Marychuy: Sobre “El general en su laberinto”

En días recientes, Felipe Calderón afirmaba (o ¿se ufanaba?) que los rumores/dudas en torno a su permanencia como Presidente de la República… le tenían sin cuidado, sellando su afirmación con un retador ¿Qué no termino?

Dejando a un lado ironías y suspicacias respecto del trasfondo rumorístico, las declaraciones presidenciales me trajeron a la memoria las últimas líneas de “El general en su laberinto” de Gabriel García Márquez, escena donde un Simón Bolívar disminuido física y anímicamente, se mira a si mismo terminando su vida… solo y lejos, muy lejos de sus días de gloria.

Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y por primera vez vio la verdad: la última cama prestada, el tocador de lástima, cuyo turbio espejo de paciencia no lo volverá a repetir, el aguamanil de porcelana descharchada con el agua y la toalla y el jabón para otras manos, la prisa sin corazón del reloj octogonal desbocado hacia la cita ineluctable del 17 de diciembre a la una y siete minutos de su tarde final. Entonces cruzó los brazos contra el pecho y empezó a oír las voces radiantes de los esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches, y vio por la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enredadera nueva cuyas campánulas amarillas no vería florecer el sábado siguiente en la casa cerrada por el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse”

El general en su laberinto, Gabriel García Márquez; México, Ed. Diana,1989

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