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Esteban Garaiz: Izar la bandera blanca

En San Felipe Torres Mochas, mi municipio natal en el norte del estado de Guanajuato, todavía se recuerda el triste episodio de los maestros desorejados y martirizados, a instigación del cura párroco, por pertenecer a las Misiones Culturales. El general Lázaro Cárdenas no pudo evitar el impulso: ingresó en el templo, subió los escalones del presbiterio y alzando el brazo, apuntó con su dedo al sacerdote. “Ese señor es el responsable”, dijo ante los azorados feligreses y feligresas. Ese fue su castigo.

Han pasado 70 años y seguimos teniendo seis millones de analfabetos. Mientras tanto, la presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación promueve el cierre de las escuelas normales por “falta de demanda”. Sólo Cuba ha cumplido en América Latina su compromiso con las Naciones Unidas y ha podido izar la bandera blanca de la alfabetización, cuyo Día Internacional se celebra cada año el 8 de septiembre.

No es consuelo. Ya se sabe que todos los países americanos que fueron conquistados y colonizados por España y Portugal fueron estructurados como sociedades terriblemente desiguales y estamentadas, y que su independencia no significó en realidad ningún cambio significativo en la estructura de origen colonial. En el caso de México, el proceso de “desconquista” que querían los insurgentes, tuvo que esperar cien años hasta que la Revolución mexicana, después de liberar a los peones de las haciendas de la deuda eterna impagable, le dio al artículo 3° todo el peso constitucional para que la educación universal, pública y gratuita fuera el verdadero motor de la capilaridad social y de la integración nacional de los mexicanos de todos los orígenes y castas en una nación cohesionada.

Vinieron las Misiones Culturales y el gran impulso educativo con José Vasconcelos; la creación de los internados y del Instituto Politécnico Nacional con Lázaro Cárdenas (ante la resistencia de la autonomía de la UNAM para crear carreras técnicas); la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, impulsada por Jaime Torres Bodet en 1944; la creación del Instituto Nacional de Mejoramiento del Magisterio; la formación de los Libros de Texto Gratuitos, los desayunos escolares, las normales rurales, la educación bilingüe para indígenas.

Definitivamente la Revolución mexicana dejó la tarea a medias. Llegó el año de 1982 y el grupo en el poder se dio el golpe de Estado más severo, traicionando a sus propios electores y a su propia plataforma electoral, o sea: al mandato ciudadano.

Hoy nos informa el subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Székely, que en el periodo de 2000 a la fecha, en ocho años, el número de analfabetos se redujo en 140 mil personas. No sabemos si es porque se murieron. Dijo también el subsecretario que “cada vez es más difícil llegar al núcleo duro del problema”. Del 8 por ciento de los mexicanos que son analfabetos de más de quince años, tres de cada cuatro tienen más de 40 años de edad; y la mayoría son de la tercera edad y mayormente mujeres.

La marginación, como se sabe, es un fenómeno complejo, que tiene casi siempre, como punto de arranque, la marginación geográfica. El proceso de alfabetización de los mexicanos más marginados, si quiere ser eficaz, tiene que acompañarse de obras de sanidad, agua potable y drenaje o letrinas, salud y nutrición materno-infantil, higiene, comunicación, abasto alimentario y apoyo a la producción autónoma. Habrá que “darles el pez y enseñarles a pescar”. No están orillados en los últimos rincones del país por su propia decisión.

Mañana 10 de septiembre se inicia la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe sobre Alfabetización, bajo los auspicios de la Unesco. Es de esperarse que este aliciente de los organismos internacionales resulte útil para comprender a cabalidad que la marginación es un mal social inaceptable y complejo y cada sociedad nacional debe hacer esfuerzos extraordinarios para revertir el daño que hizo en sus procesos históricos el núcleo nacional al que pertenecemos.

Nos dice Székely que en este sexenio no se logrará abatir el analfabetismo de seis millones de mexicanos ni el rezago educativo de otros 27 millones. Nos queda una buena tarea pendiente, y no se resolverá confundiendo la “falta de demanda” con la falta de plazas magisteriales y cerrando normales. Lo que falta es voluntad política.

http://www.milenio.com/node/76542

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Our Words In Resistance: ¿Qué quizo decir Germán Martínez con Guanajuatizar?

No queda claro qué quiso decir Germán Martínez Cázares, presidente del Partido Acción Nacional, cuando llamó a guanajuatizar el país entero.

Quizá se refería al pueblo de la ciudad amotinado en 1767, cuando el rey español ordenó la expulsión de los jesuitas, por tener la osadía de predicar la doctrina de la soberanía del pueblo y cuando el virrey Carlos Francisco de Croix recordó a los habitantes “que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”.

O al mismo pueblo que en 1810 siguió entusiasmado a Miguel Hidalgo desde el pueblo de Dolores, y al que en San Miguel se unió bajo el estandarte de Guadalupe y junto con Allende, Abasolo, los Aldama y otros criollos, crecieron en Celaya y llegaron a Guadalajara para abolir la esclavitud, reducir la opulencia y la indigencia y buscar la educación del pueblo, hasta ser derrotados por los mismos que después traicionaron los ideales insurgentes en el complot de las Tres Garantías.

Quizá se refiere a José María Luis Mora, el que con Valentín Gómez Farías hizo el primer intento en 1839 de separar las funciones de la Iglesia y del Estado, para desaparecer lo que él llamaba una terrible aberración.

Quizá tenía en mente a Ignacio Comonfort, combatiente frente a la invasión norteamericana, y proclamador del Plan de Ayutla contra la tiranía de López de Santa Anna. Al general Santos Degollado, hijo del insurgente Francisco Degollado y colaborador de Melchor Ocampo, que luchó contra los conservadores centralistas, y se adhirió a la revolución de Ayutla. Fue gobernador liberal de Jalisco, y luchó contra los invasores franceses; y participó con Juárez en las Leyes de Reforma.

Puede ser también que Germán Martínez haya recordado la figura de Praxedis Guerrero, el batallador mexicano que defendió los derechos de sus compañeros trabajadores en los Estados Unidos, fundó en Arizona la revista Alba Roja; en México formó la Junta Auxiliar de Obreros Libres y después fue miembro de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano con los hermanos Flores Magón, para lograr en México la liberación de la servidumbre de los peones de las haciendas.

Quizá también recordó los heroicos maestros de las Misiones Culturales que fueron bárbaramente desorejados y asesinados en San Felipe Torres Mochas por instigación del cura párroco.

Otro nombre que pudo venir a la memoria de Germán Martínez fue el de don Ignacio García Téllez, leonés, cuya tesis profesional fue precisamente “Los Impuestos en México” (hoy tema central en la reforma petrolera); se opuso a los tratados de Bucareli; luchó por la igualdad civil de la mujeres, fue rector de la UNAM, Secretario de Educación y fundador del Instituto Politécnico Nacional y de las escuelas para trabajadores, participó, al lado del presidente Lázaro Cárdenas, en la redacción de las leyes de expropiación petrolera; fue solidario con los refugiados republicanos españoles y fundador del Instituto Mexicano del Seguro Social, hoy tan disminuido por los gobiernos neo-liberales. Con patriotas como García Téllez bien valdría la pena guanajuatizar la República.

O bien, sí Germán Martínez, quiso decir guanajuatizar el país para cubrirlo de azul, debería de llamarlo con otro nombre, debería utilizar el término salinizar el país, recordando que en el año de 1991, ante las protestas de los panistas en el estado de Guanajuato, aduciendo el triunfo de Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari, obligó a los diputados de esa legislatura, Congreso con mayoría absoluta del PRI, a nombrar Gobernador Interino a un panista, el alcalde leones, Carlos Medina Plasencia, para de ahí darle la siguiente gubernatura al recordado Gobernador viajero, Vicente Fox, y seguir con gobiernos panistas impuestos como en los mejores tiempos del PRI, por ese motivo creo que Germán Martínez debería llamar al vino-vino y al Pan- Salinismo.

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