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Gerardo Fernández Casanova:México: Lo peligroso de la seguridad

“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Es del conocimiento general que el régimen ultraconservador de George W. Bush aprovechó el siniestro de las Torres Gemelas de Nueva York para, por un lado, afianzar su tambaleante administración gubernamental y, por el otro, para instaurar un estado policiaco de terror, limitante de las libertades civiles de las que tanto se preciaban los norteamericanos, al grado de dar pábulo a la tesis del autoatentado que, por cierto, cada vez gana más adeptos. So pretexto de combate al terrorismo, el norteamericano común está a expensas de ser espiado y detenido por la simple sospecha o por la acusación anónima. La parafernalia mediática desatada en torno al supuesto atentado terrorista logró que, de manera insólita, esa sociedad tan celosa de su concepto de libertad cayera en el garlito y aceptara, sin mayor reflexión, una ley patriótica de corte nazi, mediante la cual se rompió el sano equilibrio entre las facultades del estado y los derechos del individuo. Peor aún para los extranjeros que se ven en la necesidad de emigrar a ese país, en busca de oportunidades de trabajo que no encuentran en sus lugares de origen. La experiencia está ya suficientemente documentada y, a no dudar, es uno de los asuntos que están llevando a la sociedad yanqui a demandar un cambio profundo a los candidatos participantes en el proceso electoral que se lleva a cabo actualmente.
El asunto viene a cuento ante la irreflexiva pretensión de endurecimiento policial que hoy se vive en México. Es indudable que la ola de violencia ha tomado perfiles insoportables, no sólo por la guerra desatada entre las mafias de narcotraficantes, sino por su extensión a otras formas de afectación a la libertad y al patrimonio de la gente, particularmente por la práctica del secuestro en sus diferentes modalidades. Ya expresé anteriormente mi opinión al respecto de sus causas y de la manera idónea de combatirlas; hoy quiero insistir en señalar el error de la intención de combatir el delito con el endurecimiento del tratamiento policial. En estos días el Senado se apresta a la aprobación de reformas a la legislación en materia penal, cuya tendencia es correspondiente a la irreflexiva demanda de una parte importante de la sociedad, que reclama mano dura y más policía contra el crimen.
El lamentable caso del joven Martí, asesinado por sus secuestradores después de haber cobrado el rescate, hace las veces, para el régimen de Calderón, del siniestro de las Torres Gemelas para el de Bush. Es la oportunidad para criminalizar la pobreza y colocar al ciudadano en condición de indefensión ante la autoridad y, por ende, sumiso ante la acción gubernamental. Desde su vergonzante toma de posesión, el gobierno del fraude se apuntaló en la protección del ejército, convertido en tropa de gendarmes, con el pretexto del combate al crimen y al narcotráfico. Eficaz para la amenaza de represión ante el descontento social, ha resultado en un rotundo fracaso en el combate al crimen. El cinismo del régimen llega al extremo de convertir su fracaso en un nuevo elemento para estrechar más el cerco sobre la libertad ciudadana, con el beneplácito de quienes marcharon con velas y vestidos de blanco que, en adelante, serán también afectados en su bienestar y su libertad por la vigencia del estado policiaco. Están listos para aplaudir los acostumbrados levantacejas televisivos y las plumas a sueldo de la derecha retrógrada, y hasta el INEGI va a reportar una disminución de la tasa de desempleo con tanto gendarme que van a contratar; ahora que, si así lo desean los reclamantes particulares, se les puede conceder la inclusión en la nómina de gobierno a sus numerosos guaruras y guardaespaldas. Todo sea en aras de rejoder al jodido.
En todo esto, los que brillan por su ausencia son los derechos humanos. Pareciera que hoy retoman la famosa frase de aquel Arturo Montiel, de pésima memoria y que fuera Gobernador del Estado de México, quien aseveró que los derechos humanos sólo servían para proteger a las ratas (refiriéndose a los rateros). Si algún sentido válido tiene el esfuerzo por defender los derechos de la ciudadanía, es en la materia que tiene que ver con la administración de la justicia, tan frecuentemente cargada hacia el lado criminal y contraria al ofendido; no es de gratis que la gente le teme tanto al delincuente como al policía, si no es que más. Si en los países que se precian de ser civilizados, que cuentan con policías profesionales y bien pagadas, se registra una lucha permanente por evitar el abuso de la autoridad, qué podemos esperar de policías analfabetas, mal pagados y reclutados en el lumpen. Desde luego, nada bueno.
Valga el oxímoron, lo peligroso de la seguridad.

http://www.argenpress.info/2008/09/mxico-lo-peligroso-de-la-seguridad.html

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Gerardo Fernández Casanova: Trabajadores petroleros

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Conforme a lo trazado en la estrategia, se cumplen las etapas de la
lucha en defensa del patrimonio nacional en materia de petróleo. Este
pasado domingo se concluyó con el proceso de la consulta pública,
mediante el cual más de dos y medio millones de mexicanos se
manifestaron en rechazo a las iniciativas de reforma de PEMEX
presentada por el gobierno espurio y, en por añadidura y en lo
conducente, a la formulada por el PRI de Beltrones. El comité
ciudadano que elaboró la propuesta alternativa por encargo del
Gobierno Legítimo y del FAP hizo su entrega formal y ya los senadores
del FAP la presentaron para su inclusión en las discusiones de las
comisiones senatoriales correspondientes. Todo está listo para que el
próximo domingo, en todas las plazas centrales de las capitales de los
estados y en la Plaza de la República del Distrito Federal, se
realicen las asambleas informativas del Movimiento Nacional en Defensa
del Petróleo, con lo que se mostrará que la determinación popular es
llegar hasta las últimas consecuencias para evitar la entrega de los
recursos naturales a la explotación por particulares y para asegurar
un operación energética congruente con los intereses de la Nación. El
caldero está, pues, en su punto.

Vale la pena detenerse a comentar respecto de la propuesta alternativa
que se entregó al Senado. En lo sustantivo, el conjunto de
modificaciones legales que se proponen (para el caso y por mandato
popular, se exigen) cierra cualquier resquicio por el que pudiera
pretenderse una privatización en toda la cadena que constituye la
industria petrolera; otorga a PEMEX las condiciones de autonomía
presupuestaria requeridas para su cabal desenvolvimiento, sin caer en
la trampa de la autonomía de gestión sino plenamente controlada por el
estado; prioriza la función detonadora del desarrollo industrial
endógeno otorgando preferencia a la ingeniería y a la provisión de
insumos, equipos y servicios de origen nacional; establece
disposiciones legales para asegurar el fortalecimiento del Instituto
Mexicano del Petróleo y de todos los organismos con capacidad de
desarrollo científico y tecnológico nacionales, evitando la perniciosa
costumbre que privilegió al extranjero; modifica la legislación
relativa a los derechos sobre la renta y los ingresos petroleros, en
términos de darle mayor transparencia y para permitir a la paraestatal
disponer de recursos de inversión para hacer frente a las necesidades
de su desarrollo y mantenimiento, incluidas las refinerías, los ductos
y las petroquímicas; ofrece los elementos legales necesarios para
combatir la corrupción y para asegurar una correcta rendición de
cuentas; aporta al diseño operativo del Consejo de Administración para
agilizar la toma de decisiones y profesionalizarlas. En resumen, la
iniciativa genera un verdadero fortalecimiento de la capacidad del
estado para conducir con eficacia y eficiencia el aprovechamiento del
recurso natural petrolero y ofrece la garantía de la seguridad
energética del país.

Hay sólo un punto en que la propuesta alternativa me parece
incorrecta. Me refiero al tratamiento de la participación de los
trabajadores petroleros en el Consejo de Administración. En la
actualidad los trabajadores participan en el órgano de dirección con
cinco representantes del Sindicato de Trabajadores Petroleros, cosa
que las propuestas de Calderón y de Beltrones dejan sin cambio. La
propuesta alternativa reduce a dos el número de representantes y lo
somete a elección libre y secreta por la totalidad de los
trabajadores, sin intervención de la directiva sindical. Voy a
argumentar:

1.- Lázaro Cárdenas merece toda la gratitud del pueblo de México por
la gesta de la expropiación petrolera, pero esta no hubiera sido
posible sin la intervención de los trabajadores, primero por su toma
de conciencia y la movilización de su fuerza (ni remotamente
comparable con los actuales sindicatos) que determinó las huelgas por
cuyas exigencias se dio el laudo de la Suprema Corte, el que condenó a
las petroleras transnacionales a cumplir las condiciones reclamadas
por los trabajadores, lo que constituyó el argumento básico para la
expropiación; segundo, por la entrega y la capacidad de los petroleros
mexicanos para mantener la industria en operación, aún con el boicot
decretado por las empresas y los gobiernos de sus respectivos países,
en oposición a la medida reivindicatoria. En México, junto a los
monumentos con la estatua de Lázaro Cárdenas, debiéramos tener
monumentos al petrolero desconocido. Esto generó un derecho histórico
insoslayable, menos aún para una propuesta formulada desde posiciones
de izquierda.

2.- El hecho incuestionable de que el Sindicato Petrolero ha devenido
en un organismo contrario a los intereses de los verdaderos
trabajadores y de la Nación, por causa de la corrupción de su
dirigencia, no justifica que se atente contra la vigencia del sistema
sindical. Si la representación ante el consejo se elige por fuera del
órgano sindical, se atenta contra su integridad. Es como si para curar
un mal se receten medicamentos que lo curen, pero que también maten al
paciente. La solución, por el contrario, es proveer a la movilización
de los trabajadores de base al efecto de que depuren su dirigencia y
puedan ejercer un sindicalismo honesto. Me queda claro que una de las
facetas de la corrupción de la actual dirigencia sindical es la que le
facilita al régimen del fraude electoral su intento privatizador. El
fortalecimiento del sindicato y su depuración serán siempre un
baluarte en la defensa del patrimonio nacional.

Dicho lo anterior, vámonos con todo en la defensa del petróleo. Nos
vemos el domingo en la plaza.

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Gerardo Fernández Casanova: Globalización, un cuarto de siglo perdido

Estoy cerca de cumplir siete años de escribir en estas páginas. En poco más de 300 artículos he abordado temas que a mi juicio han sido importantes para México, particularmente referidos a la advertencia del daño provocado por la llamada globalización y a la importancia de la lucha por la construcción de un Otro Mundo Posible. Pero aún antes de adoptar la trinchera del periodismo de opinión (reducto para mi escasa capacidad de activismo) el tema ha sido constante en mi actividad profesional y política. Hoy, después de un cuarto de siglo de apertura de la economía mexicana al libre comercio y del desmantelamiento del estado nacional promotor del desarrollo, lamento comprobar que lo advertido como peligro de daño se convirtió en catástrofe y que las promesas de quienes la defendían devinieron en frustraciones. Inicialmente se trataba de especulaciones apoyadas en experiencias propias y ajenas; el caso de la debacle argentina fue aleccionador; con el correr del tiempo se impuso la terca realidad para confirmarla
s. Pero lo que me cuesta más trabajo comprender es que, no obstante la objetividad de tales efectos, siga vigente una corriente doméstica que insiste en continuar por ese camino hacia el desastre, cuando hasta los mismos organismos financieros internacionales que la impusieron comienzan a retractarse.

El mundo vive hoy la más severa crisis alimentaria de la historia, producto de la globalización. Después de haber dinamitado los cimientos de la soberanía y la seguridad alimentaria, cuando los pueblos y sus estados nacionales ya no cuentan con instrumentos para garantizar el sustento básico, el libre juego de las fuerzas del mercado hace que el precio internacional de los alimentos registre un alza desmedida, colocando en condición de hambre a un sector cada vez mayor de la población. Los tecnócratas ofrecen explicaciones al fenómeno: que si el aumento de la demanda de China e India; que si la competencia de los bioenergéticos; que si el calentamiento global, etc. Pero no ofrecen soluciones. Estrepitosamente se derrumba el postulado de las ventajas comparativas, esencial de la globalización: si resulta más barato producir maíz, arroz o frijol en Estados Unidos, habrá que importarlo, y dedicarse a producir localmente lo que sea más barato para exportarlo y así compensar; sólo que nuestras exportaciones de tequila, cerveza, cemento o mezclilla son prescindibles para quienes nos las compran, en tanto que prescindir de maíz o frijol o arroz significa hambre.

En aras del libre comercio se destruyó la infraestructura productiva del campo, particularmente la relacionada con la intervención del estado en el fomento y la protección de la actividad agropecuaria. Por decisión de política económica, el campesino y su actividad productiva entraron a un proceso acelerado de extinción, para alimentar la corriente migratoria hacia los Estados Unidos, lugar en que cumplen la honrosa función de abaratar los costos de la mano de obra para su economía. Restablecer la capacidad de producción del campo no será cosa sencilla, aún con el aliciente del precio alto, además de que dejaría sin resolver el problema del costo para la población consumidora.

Lo que nos hace falta entender a todos es que se trata de todo un conjunto de medidas que han destruido al país; así se destruyó la industria nacional, tanto la paraestatal como la privada; así se ha desmantelado a PEMEX, a la CFE y Luz y Fuerza del Centro; así se abandonó la producción de fertilizantes y de bienes de capital, la investigación y el desarrollo tecnológico; así se entregó el sistema bancario al capital extranjero, entre muchas otras expresiones de la autodestrucción.

No satisfechos con la entrega de la economía y las riquezas nacionales al extranjero, ahora avanzan en la sumisión política y de seguridad nacional, para convertirnos en una simple colonia, cansados de luchar por una vía independiente para atender los intereses de la Patria. Me parece que el razonamiento que prevalece es el de que, si de todos modos los Estados Unidos son los dueños del mundo, más vale ser sus mejores amigos para recibir trato de gatos de angora, o el de que si de todos modos me van a violar, más vale no ofrecer resistencia y tratar de gozar la violación.

El régimen del fraude se sostiene en su empecinado neoliberalismo y en su sistema de gobierno declarativo y mediático, como si la realidad económica atendiese a la propaganda desinformativa o si el hambre se paliase mediante una dosis intensiva de spots en la televisión. Me pregunto qué pesa más, si la estupidez o la perversidad o, peor aún, si ambas se combinan para dar al traste con la expectativa nacional. En cualquier caso, se trata simple y llanamente de traición a la Patria, y todavía se atreven a calificar de transnochados a los nacionalistas que la defendemos.

Ojalá nos quede claro que la movilización popular en defensa del petróleo es sólo un primer paso para emprender la defensa de la Patria toda y su recuperación.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=055299&Parte=0

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Gerardo Fernández Casanova: El debate, 20 años tarde

Si desnudamos de adjetivos y accidentes el conflicto que, en torno al petróleo, enfrenta hoy a la sociedad mexicana, vamos a encontrar que se trata de una confrontación de modelos económicos, que en buena medida incluyen visiones diferentes de país. Este tema debió haber sido ampliamente discutido desde 1988 cuando, por la vía del fraude electoral, Carlos Salinas de Gortari optó, de manera autoritaria y sin consulta, por insertar al país en el proceso de globalización impuesto por el Consenso de Washington. En efecto, puede decirse que a los mexicanos nos pasó de noche el cambio más profundo que se ha registrado en la historia del país. Con bombo y platillo y en cadena nacional, Salinas anunció la reestructuración de la deuda externa, dando a entender que era el producto de una negociación inteligente y patriótica, cuyo resultado sería la inserción de México en el primer mundo. Y la mayoría se tragó el anzuelo; la entonces reciente desaparición de la Unión Soviética y el fracaso del llamado socialismo real, colocaron a la izquierda mexicana en condición de adolescencia. Sólo el alzamiento zapatista del 1 de enero de 1994 manifestó el rechazo al neoliberalismo y la globalización, los que quedaron inmersos en el conjunto de reivindicaciones indígenas.

Nunca fuimos informados respecto de los compromisos que se signaron con el FMI y el BM. No hubo tal negociación, ni mucho menos inteligente y patriótica. Se trató simplemente de un convenio entre dos partes ligadas por la misma convicción ideológica y en la misma conveniencia de negocios personales. No fue de balde la imposición fraudulenta de Salinas, un anglopensante nacido en México. Así procedió la privatización de la banca, la de las telecomunicaciones, la de la televisión pública, la agraria, entre otras, para culminar con la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Se fraguó el contubernio entre el PRI y el PAN, con el beneplácito del segundo que manifestó que el partido del gobierno había adoptado los principios panistas. Zedillo continuó con el desmantelamiento del estado y la entrega del país a los intereses del gran capital internacional: el rescate bancario del FOBAPROA, el más grande atraco a la Nación, seguido por la entrega de los ferrocarriles, el cierre de la CONASUPO y la entrega del mercado de alimentos a las transnacionales, los PIDIREGAS como fórmula encubierta para extranjerizar la ingeniería y la construcción de instalaciones para PEMEX y CFE. Para rematar con Fox y sus contratos de servicios múltiples para enajenar la explotación de gas natural en la Cuenca de Burgos o los permisos de generación de electricidad a los consorcios internacionales.

No obstante, esta caterva de vendepatrias fracasó en diversos intentos de llevar al nivel de ley la privatización de la actividad petrolera; no se atrevió a tocar la fibra nacionalista y prefirió manejarse con bajo perfil en la materia y, tramposamente, aplicar subterfugios para ir minando la operación estatal, entre otras formas por el criminal drenaje de los recursos financieros de la empresa y la dilapidación de los excedentes petroleros; por la liquidación o jubilación anticipada del personal técnico; por el abandono del esfuerzo tecnológico del Instituto Mexicano del Petróleo y, en general, por la definición de la empresa como proveedor de crudo al mercado gringo.

Hoy, una vez que lograron colocar a la empresa en condición de quiebra técnica, formulan su iniciativa privatizadora envuelta en la engañosa presentación como para salvar a PEMEX, haciendo énfasis mendaz en el fortalecimiento de la empresa de todos los mexicanos, con la pretensión de engañar a la opinión pública a base de propaganda televisiva y mediante la compra de talentos y plumas a su servicio. No es remoto suponer que, dada la magnitud del negocio en ciernes, pueda haber un grupo de legisladores propensos a vender su voto; mil millones de pesos alcanzan para cien diputados o senadores de a diez millones por cabeza, más barato que la campaña de medios y suficiente para asegurar la aprobación de las iniciativas.

Sin embargo, la derecha vuelve a equivocar su diagnóstico. Aún con todos los embates con que se ha pretendido cancelar la vena nacionalista del pueblo de México, esta subsiste y se fortalece en la medida en que mayor es el peligro para los intereses de la Nación. El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, convocado por Andrés Manuel López Obrador, crece y ofrece una resistencia eficaz contra los intentos de entregar la riqueza nacional a la iniciativa privada nacional y extranjera; cada vez son más las voces independientes que se manifiestan contra la privatización y de ello da cuenta el debate que se inició en la Cámara de Senadores, así como los que se registran a lo largo y lo ancho del país en universidades y centros de opinión, hasta en las familias.

Va quedando claro al régimen que, aún con el ejército en las calles, la movilización popular no va a parar hasta conjurar el peligro de la pérdida de la Nación en manos de unos cuantos privilegiados. No pasarán.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=055057&Parte=0

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Gerardo Fernández Casanova: Impostores e imposturas

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Aún con todas las trampas de que se valen los manipuladores de los medios masivos de comunicación, la real globalización ha hecho cada vez más difícil para los impostores imponer sus imposturas; esto es importante porque el imperio se ve impedido para impresionar con sus imprudencias y dejar la impronta de impopulares improperios (cacofonía dedicada, con todo respeto, a los mentirosos: Uribe, Calderón y Bush, en orden de aparición).

1.- El gerente de la sucursal Colombia del pentágono, Alvaro Uribe, se pasó por el arco del triunfo la legalidad internacional y el más elemental derecho a la vida para violar el territorio del vecino Ecuador y asesinar a varios miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos al comisionado de ese grupo para la negociación del acuerdo humanitario para el intercambio de rehenes. No contento con tal desaguisado, el referido gerente tuvo la desfachatez de comunicarse con el Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para darle una explicación mendaz de los acontecimientos, con lo que agregó un segundo ultraje al obligado respeto entre pares. No satisfecho con tanto error, ahora pretende convertir a la víctima en acusado, diciendo que las FARC reciben apoyos de los gobiernos de Ecuador y Venezuela, con lo que el conjunto de errores se convierte en un conflicto regional serio. Como sería de esperarse, el Presidente Correa alzó la voz en protesta por la violación de la soberanía ecuatoriana y, de inmediato, recibió la solidaridad activa del Presidente Chávez de Venezuela; ambos movilizaron tropas a sus respectivas fronteras con Colombia y rompieron relaciones diplomáticas. El conflicto está presente y somos muchos los que apostamos a su pronta solución por la vía política la que, por cierto, no puede limitarse al simple otorgamiento de disculpas.

De ninguna manera es posible suponer que el ejército colombiano actuó a la ligera y cometió un error. Notoriamente se trata de un acto que fue seriamente conocido y autorizado, si no es que promovido, por el más alto mando de ese país, con oficinas a la orilla del Potomac. Se trata de un operativo para medir la capacidad de respuesta del ofendido, de manera de poder propiciar otra serie de operativos de mayor efecto en la región, como pudieran ser los alientos separatistas de las oligarquías de Venezuela en el Zulia, de Bolivia en Santa Cruz y del propio Ecuador en Guayaquil, todos incluidos en el tablero del ajedrez de la geopolítica de los gringos en Sudamérica, como instrumento para destroncar el movimiento emancipador bolivariano. No es casual que las respectivas embajadas de los Estados Unidos en esos países actúan descaradamente en el aliento a los sectores secesionistas.

Soy un devoto pacifista y, precisamente por eso, saludo la inmediata respuesta militar de Caracas que desplegó tropas a la frontera con Colombia. Bush es el destinatario del mensaje: sus afanes de dominio en la región encontrarán respuesta; una locura al estilo Irak no será, tampoco, un paseo tropical para sus marines. La paz reclama el respeto.

2.- Hablando de impostores, el colega de Uribe en la sucursal mexicana, no canta mal las rancheras en eso de los errores (afortunados, también por cierto). Apuesta su escaso capital político al colocar al tal Mouriño en la Secretaría de Gobernación, y pierde. El delfín apareció con cola; no sólo falseó documentación para hacerse aparecer como mexicano nacido en Madrid, sino que prevaricó al firmar contratos de transporte de combustibles de PEMEX, siendo presidente de la comisión de energía de la Cámara de Diputados y como subsecretario de energía cuando su jefe fue secretario de ese ramo. Resultó ser otro impostor. Si lo sostiene, pierde y si lo hace renunciar, también. Resultó afortunado por el hecho de que le dio la puntilla al proyecto de apertura de PEMEX a la inversión privada. Esta semana apareció en la pantalla televisiva un mensaje cursi que habla del tesoro que los mexicanos tenemos en las aguas profundas del Golfo de México el cual, originalmente, incluía unas manos estrechándose, simbólicas de la conveniencia de la asociación con los que sí saben explotar petróleo en aguas profundas; en las dos ocasiones que registré el mensaje las manos y el comentario no aparecieron. Tampoco ha aparecido el famoso diagnóstico que habría de realizar la bancada panista en San Lázaro. Afortunadamente la pita se les enredó; la movilización popular, con AMLO a la cabeza, está repitiendo la experiencia del desafuero. También parece que el PRI de Beatriz Paredes (que no el de Beltrones y Gamboa) saca a relucir sus documentos básicos para manifestar su rechazo a la privatización; más vale salirse a tiempo que quedarse colgados de la brocha, como le sucedió a Madrazo con el desafuero.

Hasta aquí el triunfo de la no privatización. Ahora habrá que trabajar en torno a la sí nacionalización efectiva de PEMEX. La empresa no puede continuar siendo desmantelada por los tecnócratas de la intervención administrativa del FMI en el gobierno ilegítimo; el riesgo es mayúsculo al agregarse el rencor por la nueva frustración.

A los impostores se les cae la máscara.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=052708&Parte=0

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Gerardo Fernández Casanova: ¿Borrar la historia?

Una de las características aberrantes de la tecnocracia en el poder, es su pretensión de borrar la historia o, en último término, de enmendarla. Es también una de las razones por las que llevamos un cuarto de siglo dando palos de ciego, aplicando recetarios que nada tienen que ver con la realidad, los que solamente han servido para ahondar la zanja que marca la diferencia entre lo que somos y lo que anhelamos ser. El tecnócrata, sea en México o en la Conchinchina, al no encontrar asideras para sustentar sus recetarios, simplemente los trata de imponer como dogmas. Es un dogma, por ejemplo, el concepto de que el libre juego de las fuerzas del mercado es el único antídoto contra la pobreza; como también es dogmática la determinación de la necesidad de crear el mercado energético, eliminando la intervención del estado; por sólo mencionar ejemplos. No de otra manera se puede entender la falta de interés de la tecnocracia para debatir sobre sus postulados; se asumen dueños de la verdad y califican de ignorantes a quienes se les oponen.

El caso del campo mexicano es emblemático del afán antihistórico cuyo resultado, a todas luces, ha sido su crisis ya crónica. Dicho afán se manifiesta en dos vertientes, ambas igualmente erróneas: la más socorrida por los modernistas se refiere al aprovechamiento “eficaz” de las ventajas comparativas, según el cual si resulta más barato producir maíz y granos básicos en los Estados Unidos, habrá que importarlo en beneficio de la población consumidora y, a cambio, exportar bienes para los que se cuente con mayor ventaja en su producción local, como sería el caso de las frutas, las flores y las hortalizas de invierno. Lo que en la teoría suena lógico choca con la terquedad práctica: esas frutas, flores y hortalizas de invierno no pueden satisfacer la necesidad de alimentación de los mexicanos, la que, entonces, queda a merced de las veleidades o intencionalidades del oferente extranjero. El caso es claro en el presente: un movimiento de la demanda de maíz estadounidense hacia la producción de combustibles, prov
oca un alza desmedida en el precio del principal alimento de la población, para la que el mercado no ofrece una alternativa compensatoria. El resultado se llama hambre para un amplio sector de la sociedad. En la historia de todos los pueblos, desde la Biblia hasta el Popol Vuh, la seguridad alimentaria ha sido el condicionante de su desarrollo. La alimentaria es elemento sustancial de la soberanía de las naciones.

La otra vertiente, igual de errónea, considera que el objetivo nacional debe ser alcanzar la competitividad en la producción doméstica de granos para igualarla a la de Norteamérica, lo que implica crear aquí las mismas condiciones que allá se registran. Por principio de cuentas, la naturaleza se obstina en no querer modificarse, por ejemplo, para que aquí dispongamos de las enormes superficies planas y del clima que las hace fecundas; la nieve de invierno que elimina plagas y humedece la tierra es un factor inimitable. A lo anterior habrá que agregar los factores social y cultural: la conquista española conservó a la población autóctona para explotar su mano de obra, en tanto que la colonización anglosajona la eliminó para explotar directamente la tierra (con excepción del sur esclavista). Esto marca una diferencia abismal entre ambas culturas que se refleja en la presión sobre la tenencia de la tierra que, en México fue causa de una revolución y una profunda reforma agraria. El intento de ignorar la historia llevó a Salinas de Gortari a postular la contrarreforma agraria en 1992 y a la pretensión de descampesinizar el campo, proyecto que, además de fracasar, ha sido un verdadero genocidio. En la mayor parte del territorio nacional se vive en condiciones de miseria, para la que las únicas alternativas son la siembra de estupefacientes o la emigración con sus secuelas de muerte.

Igualmente se intenta borrar la historia en la materia del petróleo y, en general, de la energía. El porfiriato y sus “científicos” precursores de los actuales tecnócratas, fincó su proyecto de país en la entrega de los recursos naturales a la explotación por particulares, principalmente extranjeros. La Independencia y la Reforma dejaron intacta la forma de explotación de los recursos, por la que los mexicanos sólo observaban como la riqueza del país fluía a las metrópolis dejando sólo miseria en esta tierra, pero además sometiendo la soberanía a los caprichos de los empresarios mineros y petroleros, lo cual constituyó el otro causal del movimiento revolucionario de 1910, que derivó en la Constitución de 1917 y sus disposiciones de preservación de los recursos naturales para ser propiedad de la nación y su aprovechamiento en beneficio del pueblo. Costó mucha sangre lograr tales conquistas mínimamemente soberanas. Hoy se pretende, sin argumento real que lo respalde, devolver a los extranjeros lo que con tanto esfuerzo se recuperó.

También fue motivo de la lucha revolucionaria de principios del siglo XX, la conquista de condiciones humanas en el trabajo. Las huelgas de Cananea y de Río Blanco y la represión autoritaria porfirista alimentaron al descontento que luego estallaría. No fue gratuita la incorporación del derecho social al trabajo digno al texto constitucional; también costó sangre de mexicanos. La semana pasada se repitió la historia. El régimen neoporfirista y fraudulento arrasó con el derecho de huelga en la misma mina de Cananea, en repetición centenaria de aquel preludio de la guerra. Ni por ese prurito se abstuvieron. Tampoco los que, a la manera de Porfirio Díaz, se hicieron del poder por la vía del fraude electoral, repitiendo la historia.

No soy de los que ven la historia como una sucesión de ciclos en los que las fechas y los acontecimientos se repiten, pero la terquedad de los tecnócratas neoliberales parece empeñada en provocar un 2010 sangriento, para cumplir con la celebración centenaria.

Antes de que la sangre corra, los mexicanos seguimos apostando a la movilización pacífica. En las próximas semanas seremos testigos de los atentados contra la soberanía energética y contra las conquistas en materia laboral. La convocatoria de Andrés Manuel de no permitirlas va en serio. Paradójicamente, la movilización tendrá que convertirse en paro nacional. No hay de otra.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=051122&Parte=0

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