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Esteban Garaiz: Izar la bandera blanca

En San Felipe Torres Mochas, mi municipio natal en el norte del estado de Guanajuato, todavía se recuerda el triste episodio de los maestros desorejados y martirizados, a instigación del cura párroco, por pertenecer a las Misiones Culturales. El general Lázaro Cárdenas no pudo evitar el impulso: ingresó en el templo, subió los escalones del presbiterio y alzando el brazo, apuntó con su dedo al sacerdote. “Ese señor es el responsable”, dijo ante los azorados feligreses y feligresas. Ese fue su castigo.

Han pasado 70 años y seguimos teniendo seis millones de analfabetos. Mientras tanto, la presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación promueve el cierre de las escuelas normales por “falta de demanda”. Sólo Cuba ha cumplido en América Latina su compromiso con las Naciones Unidas y ha podido izar la bandera blanca de la alfabetización, cuyo Día Internacional se celebra cada año el 8 de septiembre.

No es consuelo. Ya se sabe que todos los países americanos que fueron conquistados y colonizados por España y Portugal fueron estructurados como sociedades terriblemente desiguales y estamentadas, y que su independencia no significó en realidad ningún cambio significativo en la estructura de origen colonial. En el caso de México, el proceso de “desconquista” que querían los insurgentes, tuvo que esperar cien años hasta que la Revolución mexicana, después de liberar a los peones de las haciendas de la deuda eterna impagable, le dio al artículo 3° todo el peso constitucional para que la educación universal, pública y gratuita fuera el verdadero motor de la capilaridad social y de la integración nacional de los mexicanos de todos los orígenes y castas en una nación cohesionada.

Vinieron las Misiones Culturales y el gran impulso educativo con José Vasconcelos; la creación de los internados y del Instituto Politécnico Nacional con Lázaro Cárdenas (ante la resistencia de la autonomía de la UNAM para crear carreras técnicas); la Campaña Nacional contra el Analfabetismo, impulsada por Jaime Torres Bodet en 1944; la creación del Instituto Nacional de Mejoramiento del Magisterio; la formación de los Libros de Texto Gratuitos, los desayunos escolares, las normales rurales, la educación bilingüe para indígenas.

Definitivamente la Revolución mexicana dejó la tarea a medias. Llegó el año de 1982 y el grupo en el poder se dio el golpe de Estado más severo, traicionando a sus propios electores y a su propia plataforma electoral, o sea: al mandato ciudadano.

Hoy nos informa el subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Székely, que en el periodo de 2000 a la fecha, en ocho años, el número de analfabetos se redujo en 140 mil personas. No sabemos si es porque se murieron. Dijo también el subsecretario que “cada vez es más difícil llegar al núcleo duro del problema”. Del 8 por ciento de los mexicanos que son analfabetos de más de quince años, tres de cada cuatro tienen más de 40 años de edad; y la mayoría son de la tercera edad y mayormente mujeres.

La marginación, como se sabe, es un fenómeno complejo, que tiene casi siempre, como punto de arranque, la marginación geográfica. El proceso de alfabetización de los mexicanos más marginados, si quiere ser eficaz, tiene que acompañarse de obras de sanidad, agua potable y drenaje o letrinas, salud y nutrición materno-infantil, higiene, comunicación, abasto alimentario y apoyo a la producción autónoma. Habrá que “darles el pez y enseñarles a pescar”. No están orillados en los últimos rincones del país por su propia decisión.

Mañana 10 de septiembre se inicia la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe sobre Alfabetización, bajo los auspicios de la Unesco. Es de esperarse que este aliciente de los organismos internacionales resulte útil para comprender a cabalidad que la marginación es un mal social inaceptable y complejo y cada sociedad nacional debe hacer esfuerzos extraordinarios para revertir el daño que hizo en sus procesos históricos el núcleo nacional al que pertenecemos.

Nos dice Székely que en este sexenio no se logrará abatir el analfabetismo de seis millones de mexicanos ni el rezago educativo de otros 27 millones. Nos queda una buena tarea pendiente, y no se resolverá confundiendo la “falta de demanda” con la falta de plazas magisteriales y cerrando normales. Lo que falta es voluntad política.

http://www.milenio.com/node/76542

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León Bendesky: Desigualdad

Las estadísticas sobre las condiciones económicas y sociales de la población, en cualquier parte del mundo, son siempre cuestionables. En este campo se pueden supuestamente probar o, con un poco menos de suficiencia, se pueden proponer argumentos que son prácticamente contradictorios.

Ese rasgo de falta de certeza de las cifras que se citan para discutir el tema de la pobreza y la desigualdad no hace, por supuesto que ella desaparezca. Está, en cambio, profundamente asentada en las sociedades modernas.

Pero tampoco es un fenómeno nuevo. Plutarco, el famoso escritor griego del siglo uno y sacerdote de Apolo en Delfos, sostenía que “la desproporción entre los ricos y los pobres es la más antigua y la más irremediable dolencia de todas las repúblicas”.

Sobre esto no debe haber muchas dudas. Sin embargo, parece un asunto relevante que la capacidad de crear más riqueza, junto al discurso librecambista y democrático se siga acompañando de la pobreza y la desigualdad social, y que en muchos casos éstas sean crecientes.

Medir la pobreza y la desigualdad es un asunto cargado de contenido político y pone en entredicho muchas de las políticas públicas que se aplican hoy de manera muy generalizada.

El Banco Mundial propuso en su Informe Anual sobre el Desarrollo de 1990 una aproximación a la pobreza, que consistía en medir aquellos que vivían con menos de un dólar al día. La misma escala de medición ya mostraba la precariedad existente e indicaba los enormes niveles de desigualdad que hay al interior de las sociedades y entre ellas. En todo caso, esa fue una base para proponer el programa para reducir la pobreza a la mitad para 2015. Todo indica que tales propósitos quedarán muy cortos en su alcance.

El banco ha revisado sus cifras de pobreza (puede verse una nota publicada por la revista The Economist, el 28 de agosto pasado). El ejercicio depende, como todos los de este tipo, de la base de medición que se toma y que tiene que ver con la canasta de bienes de consumo y sus precios, con las que se compara la capacidad de gasto de las personas.

El caso es que se han revisado las cifras de los pobres en 15 países en los que se pudo hacer la cuantificación correspondiente y, según esa institución, hoy son pobres quienes no alcanzan un consumo básico equivalente a 1.25 dólares diarios. De tal manera que con las cifras de 2005 estiman que en esos países había 879 millones de pobres según el estándar de un dólar diario, pero subía a un millón 399 mil con el nivel de 1.25 dólares por día.

Las líneas de pobreza, cualquiera sea su patrón de referencia, tienen una esencia casi mítica: es pobre quien tiene para gastar uno o 1.25 dólares diario, pero en realidad no hay diferencia significativa con quienes rebasan ese nivel incluso en un porcentaje que puede ser relevante.

Esos resultados pueden dejar contentos a más de un presidente de algunos países o a sus secretarios de desarrollo social, pero son bastante inútiles. El hecho de que se pueda decir que la pobreza disminuya incluso en esos términos o de que crezca el ingreso por habitante –el promedio–, o bien, la mediana del ingreso –el valor que está a la mitad de una serie– que recibe la población, es compatible con un aumento de la desigualdad.

En México, por ejemplo, además de tener mediciones a partir de establecer la línea de pobreza, con las limitaciones que esto tiene, se cuenta con datos sobre la distribución del ingreso que se genera. Así, sabemos que 10 por ciento de los hogares, o sea, alrededor de 2.6 millones de ellos o 10.6 millones de personas, concentran una tercera parte del ingreso total. Si tuviéramos la medición por cada uno por ciento de los hogares, dicha concentración será mucho más elevada. En el otro extremo, 10 por ciento de los hogares más pobres concentra apenas 1.5 por ciento del ingreso total.

La desigualdad económica y social es incompatible con las recetas de política que se quieren aplicar para alentar el crecimiento de la producción y del empleo. Así, basar el aumento de la inversión en el ahorro no es factible cuando la mayor parte de la población incurre en un ahorro negativo, como puede desprenderse de los datos del endeudamiento en tarjetas de crédito, compra de autos e hipotecas, mientras otra parte, la mayoría, no tiene ingresos suficientes para cumplir con la ecuación que indica que el remanente del ingreso menos el consumo es lo que se ahorra, y menos aún cuando aumenta la inflación.

El arreglo institucional en el sistema bancario va también en contra de ese objetivo; ni los instrumentos que ofrece ni sus prácticas de servicio, como ocurre con los enormes márgenes de intermediación (la diferencia entre lo que pagan por captar el dinero del público y lo que cobran por prestarlo) o las brutales comisiones que cargan por todo, no constituyen elementos de aliento económico; en cambio son sumamente rentables para esas empresas.

Visto desde una perspectiva eminentemente económica, tal y como se formulan las teorías y se aplican las medida de gestión pública, la desigualdad es un factor de ineficiencia muy grande.

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Ricardo Rocha: Cada quien a los suyo

Se manifiestan pobres y trabajadores inconformes contra una política económica que no genera empleos

Tiempos difíciles los que hemos vivido en las horas recientes, pero más los que se avecinan. En las grandes avenidas los ricos y las clases medias altas expresan su hartazgo por la inseguridad, la impunidad y una violencia desatada como nunca antes: ¡si no pueden, váyanse!
También en las calles se manifiestan los pobres y los trabajadores inconformes y feroces contra una política económica que no genera empleos, que achica los salarios y encoge un dinero que cada vez alcanza menos para la supervivencia. En las plazas públicas se concentran las brigadas en defensa del petróleo y advierten de movilizaciones cada vez más intensas si se procede a la privatización de Pemex.
Días estos en que la criminalidad es salpicadero escatológico con descabezados sin fin en un territorio cada vez más ancho. Al mismo tiempo, asaltan un cuartel militar a espaldas de la mansión del ex presidente. Y aparecen las narcomantas de tecnología láser con una calidad de impresión y una sincronía que espantan tanto como las acusaciones y las fotos del presidente pa’ bajo.
Mientras tanto, en EL UNIVERSAL leemos que fallan los pactos y se disparan los precios. También que se derrumban los pronósticos optimistas sobre el crecimiento económico. Según la Cepal, si acaso llegaremos a 2.3%, el más bajo de toda esta América Latina, incluidos países centroamericanos y del Caribe: seremos los peores o los más incapaces. Y si a esto agregamos el factor inflación —ya a un alarmante 6%—, pues lo más probable es que no sólo no crezcamos sino que descrezcamos abajo del cero. En paralelo, los alimentos son materia de especulación o desaparecen por escasez.
Por si fuera poco, una caída inoportuna y la agenda presidencial se sale de control: se cancela un mensaje mañanero y radiotelevisado en la mañana del día 1. Extinguido por conveniencia el viejo ritual del informe, el péndulo se va hasta el otro extremo: ningún mensaje integral sobre hacia dónde —para bien o para mal— camina el gobierno. Se suprimen también un encuentro con la prensa y la comida con el gabinete y sus amigos. No son buenas señales.
Tampoco son buenos los presagios; en el mero mes de exacerbaciones patrióticas, el país volverá a desgarrarse por un debate petrolero que todavía apunta al todo o nada; una dura negociación al interior del Congreso que ha desbordado ya los recintos parlamentarios y que divide y confronta al país en todas partes. Y en el momento más crítico una nueva disputa por el Zócalo que ahora puede rebasar aquello de que “cada quien su grito”. Se está reeditando la lucha por la Independencia. Es, de nuevo, la disputa por la nación en un momento climático y de rabia social apenas contenida.
Días de truenos e incertidumbre que muchos, sin embargo, se niegan a ver y admitir. Como si la realidad no fuera demasiado evidente. Otra vez encerrados en sus burbujas de cristal antibalas. Sin asomarse jamás por las ventanillas de sus aviones privados para no ver la molestia de los cinturones de miseria en los despegues y aterrizajes: el autismo como autocomplacencia, la ceguera como defensa.
En la nueva versión del día del presidente, un paseo por los medios nos dice que todo va bien, que los problemas son menores, que los inconvenientes se están superando, que el futuro es promisorio y que no hay de qué preocuparse. También desmiente una y otra vez su salida anticipada, aunque la posibilidad sea de suyo remota o guajira. Lo cual no es tampoco buen síntoma cuando se cumple apenas un tercio de su gobierno.

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Chris Floyd: Italia lidera la revancha fascista en las democracias occidentales

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El primer artículo firmado que publiqué en un periódico tuvo que ver con el ascenso de partidos políticos en Italia que orgullosamente proclamaban su descendencia de los fascistas de Benito Mussolini. Fue hace casi 30 años, cuando los recuerdos de la era fascista en Italia y Alemania estaban todavía relativamente frescos: no había que ser muy viejo – apenas de mediana edad – para recordar haber crecido bajo esos regímenes o haber sido afectado por su sombra de una u otra manera. Y, desde luego, los regímenes en España y Portugal sólo habían terminado unos pocos años antes de que apareciera el artículo. De modo que el surgimiento de partidos importantes abiertamente neo-fascistas en Italia – la cuna del movimiento – fue un verdadero choque en esos días.

Ya no choca, claro está. Durante los últimos 14 años, la política italiana ha sido dominada por un bloque alineado con los fascistas, dirigido por un malafamado oligarca, Silvio Berlusconi. Una breve descripción del dudoso neo-Duce que escribí hace cinco años para Bergen Record – en ocasión de la visita de Berlusconi al rancho Crawford de su buen amigo, el malafamado oligarca George W. Bush – sigue valiendo hoy en día:

Berlusconi es el hombre más rico de Italia, un magnate de los medios que ahora controla un 90% de los medios audiovisuales de la nación y gran parte de los medios impresos – periódicos, revistas, y libros – así como al principal equipo deportivo de Italia, la mayor firma de servicios financieros y una vasta cartera de otros fondos financieros. Su primer período en el poder terminó en un revoltijo de procesos por corrupción; el segundo ha sido marcado por una torpe manipulación de los medios y un chocante uso de su mayoría parlamentaria para amañar leyes que lo eximen a él y a sus compinches de procesamientos actuales y de futuras investigaciones.

Gobierna Italia mediante una coalición derechista que incluye a un partido que se proclama “sucesor” de la siniestra facción del dictador fascista Benito Mussolini. Ha renegado rotundamente de sus anteriores promesas de desprenderse de sus propiedades en los medios, mientras conduce una implacable campaña orientada a debilitar la autoridad del sistema judicial de Italia, un baluarte del sistema democrático nacional en permanente turbulencia. Ha despedido a periodistas de la red estatal de televisión de Italia por criticar a su gobierno – un acto de libre expresión que Berlusconi calificó de “criminal.”

Berlusconi fue expulsado de su puesto en 2006, pero volvió al poder este año encabezando su coalición de línea más dura hasta la fecha. Y hogaño – en nuestro mundo post-11-S, cuando los gobiernos occidentales han adoptado como nunca antes la agresión, el autoritarismo y la adoración del poder brutal – no es necesario que los camisas negras de Berlusconi garrapiñen sus tendencias fascistas. Sin embargo, aunque hemos aprendido a esperar lo peor de nuestras democracias degeneradas (y pocas veces nos desilusionan), sigue siendo una especie de choque cuando se ve que Italia resucita una de las políticas más brutales del fascismo, la satanización oficial de todo un grupo étnico – de uno de los objetivos históricos más afectados: los gitanos. Seamus Milne informa en el Guardian:

En el corazón de Europa, la policía ha comenzado a tomar huellas digitales de niños por su raza – con apenas un murmullo de protesta de gobiernos europeos. La semana pasada, el nuevo gobierno derechista de Silvio Berlusconi anunció planes para realizar un registro nacional de todos los gitanos – gente roma y sinti – estimados en unos 150.000 – sean nacidos en Italia o inmigrantes. El ministro del Interior y luminaria central de la xenófoba Liga Norte, Roberto Maroni, insistió en que la toma de huellas digitales de todos los roma, incluyendo a niños, era necesaria para “impedir el pordioseo” y, si era necesaria, apartar a los niños de sus padres.

La campaña étnica de toma de huellas digitales forma parte de una medida de fuerza contra los tres millones y medio de inmigrantes de Italia, en su mayoría legales, realizada en una atmósfera de retórica cada vez más histérica sobre crimen y seguridad. Pero los vituperados roma, cuyas familias han estado, en algunos casos, en Italia desde la Edad Media, sufren la peor parte. El objetivo es clausurar 700 campos de okupas roma y obligar a sus habitantes a abandonar las ciudades o el país. Durante la misma semana en la que Maroni defendió sus planes de registro racial en el parlamento, la máxima corte de apelaciones de Italia dictaminó que era aceptable que se discriminara a los roma sobre la base de que “todos los gitanos son ladrones,” no debido a su “naturaleza gitana.”

Redadas oficiales y cierres forzados de campamentos de los roma han sido salpicados de ataques por grupos de energúmenos vigilantes. En mayo, rumores del secuestro de una bebé por una mujer gitana en Nápoles provocó una orgía de violencia racista contra campamentos de los roma por matones que enarbolaban barras de hierro, incendiaron caravanas y expulsaron a gitanos de sus chabolas en docenas de ataques, orquestados por la mafia local, la Camorra. ¿La reacción del gobierno de Berlusconi a los ataques incendiarios y la limpieza étnica? “Es lo que pasa cuando los gitanos roban bebés,” se desentendió Maroni; mientras su colega en el gabinete y líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, declaraba: “La gente hace lo que la clase política no puede hacer.”

Hay que recordar que esto sucede en un Estado que bajo la dictadura fascista de Benito Mussolini jugó un rol obsecuente en el Holocausto, en el que se calcula que murió un millón de gitanos como seres “subhumanos” junto al genocidio nazi cometido contra los judíos. Las primeras expulsiones de gitanos por Mussolini ya tuvieron lugar en 1926. Ahora los herederos políticos del dictador, la pos-fascista Alianza Nacional, son miembros de la coalición de gobierno de Berlusconi. En caso de que alguien no se haya dado cuenta, cuando Gianni Alemanno, de la Alianza, fue elegido alcalde de Roma en abril, sus partidarios hicieron el saludo fascista gritando “Duce” (equivalente al “Führer” alemán) y Berlusconi se entusiasmó: “Somos la nueva Falange” (El partido fascista español del general Franco).

Como señala Milne, esta revancha fascista no ha provocado la menor protesta de los dirigentes del “mundo libre.” Por cierto, la semana pasada saludaron con los brazos abiertos el retorno de Berlusconi al círculo dorado de los supremos del G-8. Bush fue el más entusiasta de todos, saludando a su viejo amigo y socio en crímenes de guerra con gritos exaltados de “¡Amigo!” (Bueno, en todo caso es una palabra extranjera, no del todo italiana), para luego compadecerse por sus continuos procesamientos penales (de los que, una vez más, trata de librarse utilizando poderes estatales). “Leí que los tribunales lo están persiguiendo de nuevo,” dijo el violador de leyes estadounidense al sórdido mercader italiano. “Es increíble. Nunca he visto nada parecido. Lo persiguen constantemente.” (Sólo se puede esperar que implacables fiscales también “persigan constantemente” a Bush en los años por venir.)

II.

Pero Milne hace otra observación. El ascenso del neofascismo en Italia, y en otros sitios, tiene que ver con el colapso – o más bien la capitulación – de los partidos de centroizquierda ante las perniciosas doctrinas de la derecha. Por doquier, esos partidos – los demócratas en EE.UU., los laboristas en el Reino Unido, diversos socialdemócratas en toda Europa – se han convertido en deslucidas copias de partidos conservadores, adoptando políticas que han degradado la sociedad, destruido comunidades, reforzado la injusticia, recompensado la codicia, envenenado la tierra, apoyado el militarismo y la agresión, infligido vastos sufrimientos a naciones en desarrollo (a través de la camisa de fuerza de las “reformas de mercado,” es decir el bienestar de cómplices de las corporaciones), subvertido la democracia, disminuido la libertad y aniquilado la noción misma del bien común.

[Sin embargo, somos demasiado benévolos al calificar este proceso de “capitulación.” Como ha señalado muchas veces Arthur Silber, los demócratas – y el nuevo laborismo y otros cobardes partidos de centroizquierda – han apoyado la agenda derechista de la dominación elitista, del militarismo y del desdén por el bien común porque están de acuerdo con ella. Toda personalidad con puntos de vista auténticamente “progresistas” ha sido segregada y discriminada por la maquinaria del gran dinero que dirige a los partidos. Gente semejante constituye siempre una minoría entre las facciones egoístas que compiten por dominar los asuntos de una nación. Pero solía haber una minoría más sustancial de personas semejantes en la política de EE.UU., con suficiente influencia como para afectar a veces la política nacional e incluso lograr algunos éxitos. Pero esa variedad ha sido casi totalmente expurgada, como lo hemos visto en el último Congreso demócrata – el Congreso más criticado e impopular de la historia de EE.UU.]

Volviendo a Milne:

… el mismo fenómeno puede ser visto en diversos grados por toda Europa, donde están en marcha partidos racistas e islamófobos: por ejemplo el Partido del Pueblo Suizo de extrema derecha, que logró el martes recolectar suficientes firmas para imponer un referendo sobre la prohibición de minaretes en todo el país. En Gran Bretaña, como subrayó la cinta sobre la islamofobia de Peter Oborne en Channel 4, una mendaz campaña mediática y política ha alimentado la hostilidad y la violencia antimusulmana desde los atentados de 2005 en Londres – igual como la hostilidad contra los solicitantes de asilo fue provocada en los años noventa. La degeneración social y democrática a la que ha llegado Italia puede ocurrir en cualquier sitio en el clima existente.

Italia suministra otra lección para Gran Bretaña y el resto de Europa. La victoria electoral de Berlusconi en abril se basó en el colapso de la confianza en el gobierno de centroizquierda de Romano Prodi, que se aferró a un limitado programa neoliberal y fracasó miserablemente en el cumplimiento de sus promesas a sus propios electores. Mientras tanto, políticos de centroizquierda como Walter Veltroni, el ex alcalde de Roma, hicieron el juego a la agenda xenófoba de los partidos derechistas en lugar de enfrentarla – destruyendo campamentos gitanos y afirmando de modo absurdo el año pasado que un 75% de todos los crímenes eran cometidos por rumanos (confundidos a menudo con los roma en Italia).

Lo que realmente se requería, como en el caso de otros países que tienen inmigración en gran escala, era acción pública para suministrar viviendas y puestos de trabajo decentes, medidas enérgicas contra la explotación de trabajadores inmigrantes y apoyo al desarrollo de los vecinos de Europa. Ahora se ha perdido esa oportunidad, ya que Italia sufre un espasmo aciago y retrógrado. La persecución de los gitanos es una vergüenza para Italia – y una advertencia para todos nosotros.

En la actual campaña presidencial de EE.UU., podemos ver que esta dinámica de colaboración de centroizquierda con la derecha – que ha estado teniendo lugar durante casi un cuarto de siglo en ese país – se desarrolla de nuevo. La “oleada” de Barack Obama hacia la derecha – como lo muestra su voto a favor de la tiránica medida de la FISA [Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera] – es sólo otra repetición de este proceso. De la misma manera, su apoyo a la Guerra contra el Terror; es verdad, quiere hacerla de un modo “mas eficiente,” y tal vez agregar unos pocos objetivos más – en Pakistán, digamos – pero quiere realizarla. No oculta que quiere continuar ese proyecto militarista, que ya ha matado a cientos de miles de personas inocentes, llevado a la bancarrota el tesoro nacional, y ahora – con el aumento del precio del petróleo debido a la Guerra contra el Terror – estrangulado toda la economía nacional. Todo esto – especialmente el continuo embrutecimiento y vulgarización de la idiosincrasia nacional – es precisamente lo que se requiere para alimentar el neofascismo.

Y ya se está atiborrando en su patria ancestral. Haciendo redadas de niños gitanos, tomando sus huellas digitales, expulsándolos de sus casas, aplaudiendo pogromos – como dijera Faulkner: el pasado nunca se muere; ni siquiera es pasado.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=71371

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José Steinsleger: Luther King: un dream hecho papilla

Al funeral de Memphis (Tennessee) asistieron todos los blancos que “debían” estar. Y también asistieron los hijos de los padres, y los nietos y bisnietos de los abuelos y bisabuelos negros (no diré “afro”), llegados a Estados Unidos a partir del día en que el rey Carlos I de Inglaterra le otorgó a los alemanes la concesión para el tráfico de esclavos en América (1528).

¿Estaban por el negro bueno asesinado por un blanco malo el 4 de abril de 1968? Para los medios sólo contaron los blancos buenos que se cubrían el rostro con sus manos manchadas de sangre negra, sollozando por América antes que por los negros a los que tantas esperanzas despertó el joven reverendo Martin Luther King.

Durante su visita a Nueva York, Federico García Lorca se las había cantado: “¡Ay Harlem disfrazada! /¡Ay Harlem amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!” En Memphis los blancos lloraban por la muerte del único negro que era capaz de contener la furia viva de los negros.

Después del funeral de siete horas, Aretha Franklin, Sammy Davis Jr., Harry Belafonte, Bill Cosby, Diana Ross, The Supremes, Stevie Wonder, Nancy Wilson, Eartha Kilt, se sonaron los mocos y marcharon a sus casas. Los medios no los mencionaron. Sólo nombraron a los Kennedy y Paul Newman, a Marlon Brando, Gene McCarthy y Richard Nixon.

En la tele, dirigiéndose a millones, los comentaristas blancos explicaron por cadena nacional el sufrimiento de los negros. Ni un comentarista negro les explicó en qué consistía el sufrimiento. Y todos, blancos y negros, juraron por su madre que amaban a Martin Luther King.

Los liberales manifestaron su pena diciendo cuánto les dolía la muerte de Luther King: “defendía nuestros mismos ideales”, dijeron. Pero los negros, en lugar de ofrecer la otra mejilla, redimieron la memoria del pastor tomándose las calles. Ardieron los guetos de Nueva York y Nueva Jersey, ardieron los de Chicago y Filadelfia, ardieron 20 ciudades importantes del país.

Por primera vez en la historia de la “gran democracia”, el presidente Lyndon Johnson y el vicepresidente Hubert Humphrey (quienes odiaban a Luther King porque sacaba la gente a las calles) ordenaron que las banderas ondeasen a media asta.

Julius Lester, ideólogo de la rebelión negra, escribió: “Johnson leyó una declaración pidiendo que los negros se abstuvieran de la ‘ciega violencia’, mientras Washington arrasaba Vietnam con napalm”.

No esperaron. Las policías federales y estatales recibieron armas nuevas y la Guardia Nacional apareció en las “colonias internas” de Memphis y otras ciudades, donde los negros bramaban contra los “trajes sin cabeza”. Luego, el principal deporte nacional volvió a la normalidad: matar negros.

En 1831 y 1859, en sendas rebeliones, los esclavos Nat Turner y John Brown decidieron dejar de serlo. Ambos subieron al patíbulo. Pero antes, Brown escupió sobre la “justicia legal” de los blancos. Y Turner, con una sonrisa, dijo que “… la principal contradicción de Estados Unidos es que se proclama tierra de libertad y basa gran parte de su fortuna en la esclavitud del pueblo”.

El pacifista Luther King no se llamaba a engaño: “En este país, la democracia ha sido una de las palabras más apaleadas de la historia (…) La sumisión y la tolerancia no es el camino moral, pero sí con frecuencia el más cómodo”.

El premio Nobel de la Paz más joven de la historia (1964, 35 años) había encabezado en 1963 una manifestación de 200 mil negros que reclamaban la práctica de los derechos civiles. El presidente John F. Kennedy lo recibió en la Casa Blanca, mientras el gobernador George Wallace desafiaba las advertencias de envío de tropas si no se suspendían las prácticas discriminatorias en los 144 distritos escolares en el estado de Georgia.

¿Queda algo de todo aquello? En el decenio de 1970, el gran capital decidió el fortalecimiento de la burguesía negra. ¡Black is beautiful! Revistas para negros, series de televisión para negros, modas para negros, créditos para negros, peinados para negros, comida para negros, cosméticos para negros, drogas y mafias de negros para negros, y criminales de guerra negros al máximo nivel del Estado para provecho de la burguesía blanca imperial.

“I have a dream”, dijo el pacifista que admiraba a Gandhi. De haberlo conocido, Luther King hubiese pensado, como Gandhi, que la civilización occidental es una “buena idea”.

En 2008, el dream de Luther King se convirtió en el país donde uno por cada 100 adultos está en la cárcel. Récord mundial: 2 millones 319 mil 258 personas, según One in 100. Behind bars in America 2008, informe del Pew Center of the States. Los negros ganan por mayoría.

Al funeral de Georgia, el 7 de febrero de 2006, asistieron todos los blancos que “debían” estar. Coretta Scott King, esposa de Luther fallecida a los 78 años en una clínica de medicina alternativa mexicana, abrió un ojo y a todos los vio: los Bush y James Carter, William y Hillary Clinton.

El 19 de enero de 2007, George W. Bush anunció que su gobierno había decidido conmemorar un feriado nacional en honor al hombre que “despertó la conciencia de una nación”. Pobre Luther.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/04/02/index.php?section=politica&article=019a2pol

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