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Raúl Zibechi: En América Latina igual que en África

La política de seguridad y defensa de Estados Unidos hacia América Latina, en el periodo posterior al 11 de setiembre de 2001, no suele ser formulada de forma tan nítida y transparente como lo hace el Pentágono en otras regiones. En no pocas ocasiones, quienes estudian y analizan las políticas de Washington hacia su patio trasero, chocan con opacidades y medias verdades, y deben rastrear los objetivos trazados por la superpotencia a través de una multitud de rastros dispersos, para luego armar el rompecabezas.

En el caso del Comando de África (Africom), creado el 6 de febrero de 2007, las propias publicaciones vinculadas a las fuerzas armadas estadunidenses develan los objetivos que se persiguen con su creación, con tanta transparencia que merecen ser leídas como forma de comprender mejor la polítca del Comando Sur (USSOUTHCOM) y la recién creada Cuarta Flota, con injerencia en América del Sur, América Central y el Caribe.

El Africom supuso la creación de un comando único para África, continente del que antes se ocupaban tres comandos: el Comando Europeo; el Comando Central, que se encarga de la estratégica región de Medio Oriente, y el Comando del Pacífico. El Africom involucra a todos los países africanos, con la excpeción de Egipto, que por sus vínculos con Medio Oriente e Israel está bajo responsabilidad del Comando Central.

En el discurso en el que anunció la creación del Comando de África, George W. Bush mencionaba los términos “desarrollo, salud, educación, democracia y crecimiento económico”, entre los objetivos prioritarios a desarrollar. Una primera cuestión a tomar en cuenta, que enseña la amplitud de campos de intervención de la fuerza militar.

El Pentágno considera que la creación del Africom obedece a “la creciente importancia geopolítica que África representa para los intereses de Estados Unidos”, según un informe de la revista Military Review (marzo-abril de 2008), portavoz del pensamiento militar. Entre los “intereses estratégicos” que Washington procura defender en África, figuran: combatir el terrorismo, contener conflictos armados y crisis humanitarias, retardar la difusión del sida, bajar la tasas de criminalidad internacional, garantizar el acceso a recursos naturales y contrabalancear la creciente influencia china. Fuera de duda, son las dos últimas las cuestiones centrales, y a las que el mencionando informe dedica el mayor espacio.

Respecto a la necesidad de “salvaguardar la energía”, objetivo prioritario del Pentágono, se concluye que Estados Unidos “llegará a depender cada vez más de la capacidad de África de producir petróleo, un artículo de existencia limitada”. Calcula que hacia 2015, 25 por ciento del petróleo que importa Washington provendrá de África, frente a sólo 18 por ciento de 2006. Ya en ese año, el petróleo africano estaba apenas por debajo del importado desde el golfo Pérsico (1.8 millones de barriles diarios frente a 2.2 millones), destacando Nigeria que es hoy el quinto proveedor de Estados Unidos. Según la revista militar, “el Africom podría involucrarse una vez más en la seguridad marítima del golfo de Guinea, con la finalidad de cooperar en el control de volatilidad (del precio del petróleo), dado que existe gran potencial para perforación petrolífera en aguas profundas”.

La “influencia de China en África” es la otra gran preocupación militar de Estados Unidos. “El continente está emergiendo rápidamente como un campo de batalla competitivo, que ha sido descrito por algunos intelectuales estadunidenses de defensa, como una guerra fría económica con China, especialmente por la obtención de recursos”, señala Military Review.

Los analistas militares consideran que la competencia por petróleo es “una preocupación estratégica para Estados Unidos”, lo que implica que es un tema militar de primer orden, que puede ameritar acciones de combate.

Con 700 empresas estatales chinas en África, el país asiático se ha convertido en el tercer socio comercial del continente luego de Estados Unidos y Francia, por delante de Gran Bretaña. El comercio bilateral África-China creció de mil millones de dólares en 1995, a 50 mil millones en 2006. Angola y Sudáfrica, con 20 mil millones entre ambas, encabezan la lista. En septiembre de 2002, Estados Unidos advirtió a China que no apoyara a “los países abundantes en recursos naturales sin considerar el nivel de desgobierno o mal comportamiento en el exterior de esos regímenes”, en el documento La estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos.

Aprendiendo de los fracasos en Irak y Afganistán, donde la victoria militar se terminó evaporando, el Pentágono pretende ensayar “un nuevo paradigma de seguridad” en el que el desarrollo y la seguridad vayan de la mano y se refuercen mutuamente para anticipar crisis y conflictos. En su particular lenguaje, se trata de poner en primer lugar las “operaciones de estabilidad” que, en adelante, tendrán rango similar a las operaciones de combate. Esto se concreta en que el Comando de África asume el control de las agencias de cooperación para el desarrollo, como USAID y otras “organizaciones civiles”. Dicho de otro modo, y tal como lo formula Military Review: “¿Cómo se conforma una estructura que es un comando unificado militar, pero que necesita incorporar la suficiente participación civil y además no parecer que toma el control de estas agencias y autoridades?”

Ése es precisamente el punto. En este continente, los problemas centrales para Washington son hidrocarburos y el llamado “populismo radical”, que incluye desde Cuba hasta Venezuela y Bolivia, y un amplio abanico de movimientos sociales. Toca descubrir, denunciar y aislar, sin caer en formas de macartismo y estalinismo, a aquellos “civiles” que trabajan para defender los intereses imperiales, “sin parecer” que lo hacen para “un comando unificado militar” del Pentágono. En América Latina, la cooperación para el desarrollo evidencia que las fronteras entre lo militar y lo civil son casi imperceptibles.

* La Jornada

* http://www.jornada.unam.mx/2008/09/12/index.php?section=opinion&article=023a2pol

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Vicky Pelaez: EE.UU. necesita urgentemente otra guerra

“La guerra es el más viejo, vicioso y más lucrativo fraude”. —General Smedley Butler La vieja premisa de los historiadores, indicando que “en el transcurso de la historia, la guerra siempre ha sido utilizada por líderes poco visionarios como un remedio inmediato para solucionar los problemas económicos nacionales” está más latente que nunca aquí en los Estados Unidos donde buscan desesperadamente salir de la recesión que generó el gobierno de George W. Bush. Con el dólar en caída, los bancos con problema de solvencia, la bolsa de valores tambaleante, la burbuja de bienes raíces desinflándose aceleradamente, etc., no es extraño lo que declara el secretario de defensa Robert Gates al decir, “necesitamos aumentar significativamente nuestra capacidad militar para poder enfrentar grandes ejércitos. No sabemos lo que pasará en Rusia, China, Corea del Norte, Irán o en cualquier otro país”.

El Director de la Agencia Nacional de Inteligencia (DNI), John Michael “Mike” McConnell fue inclusive más explícito cuando presentó su Informe Anual a la Comisión de Inteligencia del Congreso sobre ‘los peligros latentes para la seguridad nacional’. Dijo: “Rusia, China y los países de la OPEC, especialmente Venezuela e Irán podrían utilizar su bonanza financiera para su expansión geoestratégica y política en detrimento de los intereses vitales de Norteamérica en el planeta”. En realidad lo que quiso decir es: “nuestros enemigos tienen plata y con ella pueden comprar gente y las compañías que quieran”.

Lo que más molesta a los halcones de EE.UU., es el resurgimiento de Rusia como potencia económica y militar. Sus incalculables recursos energéticos, de acuerdo a los estrategas estadounidenses, influirán en el futuro rumbo de la Unión Europea que no tiene otra alternativa para sus necesidades energéticas que el petróleo y el gas ruso. Esto la alejaría de Estados Unidos y haría resquebrajarse a la OTAN, que actualmente es el pilar del dominio norteamericano en Europa. En la percepción del Secretario de Defensa Robert Gates, estas condiciones obligan a las fuerzas armadas de EE.UU. a prepararse para la guerra contra Rusia. Por lo pronto ya planifican rodear Rusia con un sistema de radares y misiles que van a ser instalados en Polonia, República Checa y posiblemente Georgia. Así piensan controlar todo el territorio, pero los rusos les mostraron hace poco, que tienen misiles que no pueden ser interceptados.

Estados Unidos, primero, teme una futura alianza militar entre Rusia y China que le haría perder en una posible guerra, y segundo, percibe que la expansión financiera y económica de China en Africa, Asia, América Latina e inclusive en EE.UU. está debilitando la influencia norteamericana en el mercado global, y está haciendo reducir su acceso a recursos naturales. Así, China también entró en la lista de potenciales enemigos. A esto el Jefe del Comando Conjunto chino, general Chen Bingde, contestó: “No somos enemigos de nadie, y si EE.UU. está asustado de nuestro desarrollo económico y militar, eso quiere decir que Norteamérica no tiene intestinos y es extremadamente miedosa. Nuestro gasto anual militar es de 45 mil millones de dólares, mientras que EE.UU. derrocha unos dos millones de millones”.

Resulta que EE.UU., en la perspectiva del Director de Inteligencia McConnell, tiene enemigos por todos lados y lo más alarmante dice que su número está creciendo en su propio “patio trasero”. Ya no es solamente Cuba sino Venezuela, Bolivia , Nicaragua y Ecuador. Para McConnell, Hugo Chávez es “más peligroso que su maestro Fidel Castro debido a las enormes cantidades de petrodólares que tiene y la dependencia norteamericana, aunque limitada, del oro negro bolivariano”. Lo que espera McConnell, es que la alianza estratégica latinoamericana, donde Cuba y Venezuela son líderes, no prospere, debido a ciertas “diferencias entre Raúl Castro y Hugo Chávez”.

Mientras tanto EE.UU. ha desatado una campaña sucia internacional millonaria para sabotear, no sólo el proyecto bolivariano, sino a todos los que quieren una independencia económica, para esto no excluye futuras guerras en nuestro continente, es decir, hacernos pelear entre hermanos para llenar sus arcas.

http://www.elciudadano.cl/2008/02/13/eeuu-necesita-urgentemente-otra-guerra/

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Dominic Lawson: The clash of civilisations at Beijing

For a country which is frequently described as “immune to criticism”, the People’s Republic of China – or rather, its governing elite – is remarkably sensitive. This week, for example, it emerged that the head of the BBC’s Cantonese- and Mandarin-language service has suddenly had her invitation to next week’s Beijing Olympics opening ceremony withdrawn.

A small thing, perhaps, but it is indicative of the truth of Amnesty International’s observation that the nearer the Games approach the more the Chinese government appears to be flouting various undertakings it had made to the International Olympic Committee when the Games were awarded to Beijing seven years ago.

Yesterday, even the head of the IOC’s press commission seemed to be embarrassed by developments: Kevin Gosper said that he was “startled” to be told that the organisers had reneged on their commitment to allow visiting journalists full internet access – for example to sites which might be critical of the government of the PRC. Mr Gosper admitted to reporters that, “the ground rules on censorship have been changed… this certainly isn’t what we guaranteed”. So, do you think that the president of the IOC, Jacques Rogge, might complain? Well, no: it appears that Mr Rogge had agreed to China’s demand that it be released from its agreement not to censor – only without telling, let alone consulting, his own press chief.

This, we should remember, is the same Jacques Rogge who declared only two years ago that: “It is clear that the staging of the Olympic Games will do a lot for the improvement of human rights in China.” As Amnesty International’s document People’s Republic of China: The Olympic Countdown – Broken Promises pointed out earlier this week: “In fact the crackdown on human rights defenders, journalists and lawyers has intensified because Beijing is hosting the Olympics. The authorities have stepped up repression of dissident voices in their efforts to present an image of ‘stability’ and ‘harmony’ to the outside world.”

Actually, buried in its dismal catalogue of the way in which the PRC is extending its use of punitive administrative detention – officially described as “Re-education through Labour” – Amnesty International does manage to find one example of a recent move towards a less harsh system of justice. Its report observes that: “In January 2008 the authorities declared an intention to promote and extend the use of lethal injection as a more ‘humane’ method of execution across China.” Somehow, I don’t think that’s what Jacques Rogge would have had in mind when he declared that the Chinese would act to improve its human rights as a result of being declared Olympic hosts.

It was, of course, inevitable, that the more the Games drew near, the more difficult it would be for the IOC to make any kind of fuss about China’s actions – even supposing that its delegates really cared very much about the Communist regime’s human rights record in the first place. The IOC’s chiefs are completely trapped: all they want now is to make it seem as if their decision to award Beijing the Games was the right one, so the last thing they will do is engage in a public slanging match with the Chinese authorities.

In a way this is a great shame. For all its apparent retreat from old-style communism, the Chinese government still uses the language of Stalinism when engaging in political dispute, to almost comic effect. Thus this week its Foreign Ministry spokesman responded to the news that President Bush had a pre-Olympiad meeting with a handful of former Chinese dissidents, by declaring: “These people have long since been engaged in anti-China splittism activities and hostile sabotage activities under the banner of so-called ‘human rights and religion’… By arranging such a meeting, the US side has rudely interfered in China’s internal affairs and sent a seriously wrong message to the anti-China hostile forces.”

As I say, this seems to demonstrate that the Chinese government is far from impervious to criticism. If they were as confident and self-assured as they are widely imagined to be, then they could simply ignore such a meeting, which is mere window-dressing – and certainly won’t stop the USA sending its athletes to take part in the usual way, with gold medals the sole object of the exercise.

Perhaps, however, such statements by Chinese official spokesmen are not really intended for our consumption, but designed to whip up their own people into an ever more frenzied nationalism. Like the governments of the Soviet Union in its later years, crude nationalism and the violent stigmatisation of real or imaginary enemies are among the only remaining ways for an undemocratic regime to continue to assert its necessity and its proximity to the popular will.

In this sense, the Olympic Games actually do sit very well in Beijing. While the slogan of the 2008 event is “One World, One Dream” – and the Opening Ceremony will be a gigantic paean to what the regime doubtless describes as One-Worldism and One-Dreamism – the truth is that there is no greater global demonstration of the power of nationalism than the Olympic Games.

That is why the athletes compete in their national colours, and that is why about as much time is devoted to the playing of national anthems in ceremonial prize-giving ceremonies as is spent running around the track. Expect the atmosphere in the stadiums to become distinctly intimidating – if not actually martial – when Americans are up against Chinese athletes in the final stages of the events.

Grotesque as this spectacle of clashing nationalisms is bound to be, I have to admit that it will also be absolutely unmissable: World War Three, but with hurtling athletes in place of thermonuclear missiles.

http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/dominic-lawson/dominic-lawson-the-clash-of-civilisations-at-beijing-882552.html

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Xulio Ríos: El nuevo escenario taiwanés

El discurso pronunciado por Ma Ying-jeou en la ceremonia de asunción de las funciones presidenciales ha reflejado con nitidez la voluntad del KMT de impulsar la aproximación con el continente. Sobre la base del “consenso de 1992” (en esencia, aceptación del principio de una sola China aunque sujeto a diferentes interpretaciones), Ma ha apelado a un diálogo constructivo entre las dos orillas del Estrecho de Taiwán, para dar paso a una nueva era. Reiterando sus “tres negativas” (a la independencia, a la unificación y al uso de la fuerza), el nuevo presidente de la República de China ha dejado en claro su voluntad de mirar hacia el continente. Mientras algunos independentistas se movilizaban contra el “régimen extranjero” que asume el gobierno de la isla, el saliente Chen Shui-bian, desprovisto de la inmunidad presidencial, encara la investigación judicial por el manejo de los fondos especiales de la presidencia que en 2006 originó importantes movilizaciones en la isla.

¿Son infundadas las expectativas de Ma? Sin duda, en lo económico, cabe esperar un notable acercamiento, que se verá favorecido por el compromiso y el impulso de las elites empresariales de ambos lados, así como también por la progresiva regularización de la comunicación directa.

Por otra parte, la cooperación política entre el KMT y el PCCh también se intensificará. La semana próxima, por ejemplo, visitará el continente el actual presidente del KMT, Wu Poh-hsiung.

Igualmente, en el ámbito de la seguridad, pueden producirse cambios significativos. Hu Jintao ofreció en marzo pasado la posibilidad de celebrar un tratado de paz. Según un informe del ministerio de Defensa taiwanés, hecho público el 12 de mayo, las tensiones políticas de los últimos años derivaron en un reforzamiento apreciable de las capacidades militares de China en relación a la isla, con un aumento significativo de las patrullas aéreas, del numero de misiles que apuntan a Taiwán, o la intrusión de un mayor número de naves espías bajo el paraguas de misiones científicas. El aumento de la confianza mutua puede facilitar el logro de avances en esta materia.

Por último, en lo que atañe a la proyección internacional de Taiwán, cabe imaginar que la “tregua diplomática” reivindicada por Ma en su discurso presidencial encuentre cierto eco en Beijing, tanto en lo que se refiere a la rivalidad por la fidelización de los aliados como a la participación en diferentes organizaciones del sistema internacional.

Ma y el KMT afrontan este nuevo tiempo de la política taiwanesa con la “tranquilidad” que le otorga no solo la sólida mayoría parlamentaria de que dispone, sino también con una oposición en crisis, con un nuevo liderazgo (Tsai-Ing-wen fue elegida el pasado día 18 en sustitución de Frank Hsieh) que deberá centrar su atención en la reorientación del discurso y la actividad del PDP a fin de recuperar la credibilidad perdida en los últimos años.

No obstante, la precaución y la prudencia condicionarán la política de Ma en relación al continente. En declaraciones a Associated Press, pocos días antes de la toma de posesión, Ma señalaba que la unificación es improbable en décadas.

* Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-IGADI).
* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=055294&Parte=0

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