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Desde la Fe: 10 mentiras sobre la demanda contra el Cardenal Norberto Rivera en Los Ángeles

Si bien, a veces es difícil ser críticos con las situaciones que nos rompen esquemas viejos y oxidados, las que tambalean nuestras creencias y nos dicen cosas que nunca habíamos siquiera pensado. Creo que es necesario analizar en quién ponemos nuestra confianza antes de tomar decisiones y posturas respecto a actos tan abominables como lo es el la pederastia y el encubrimiento de quienes ofenden y lastiman de esta manera a los niños y sus comunidades.

Hemos tomado los textos de Desde la Fe para que pueda haber un debate abierto sobre las justificaciones que da el arzobispado mexicano respecto al tema del encubrimiento del pederasta Nicolás Aguilar siendo que en el sitio de tal revista no hay posibilidad de poner comentarios.

Joaquin Aguilar Méndez, right, a former altar boy, has sued the Rev. Nicolás Aguilar, shown in photo at left.

Joaquín Aguilar Méndez, right, a former altar boy, has sued the Rev. Nicolás Aguilar, shown in photo at left.

La discusión estará abierta para todos los que tengan material sobre el tema que se está tratando ya sea para apoyar los argumentos del arzobispado o contradecirlos. Este material pueden ser artículos, noticias, bibliografía, fotos, etc. No se publicarán comentarios/opiniones que se limiten a insultar o aplaudir sin tener un sustento concreto y referencias claras

Clitemnistra

Mentira 1: El cardenal Norberto Rivera Carrera fue demandado penalmente en la Corte Superior de Los Ángeles, California, por encubrir la conducta delictiva del P. Nicolás Aguilar Rivera, y por esa razón puede ir a la cárcel.

Respuesta:
Lo primero y más importante que debemos señalar es que el cardenal Norberto Rivera Carrera nunca encubrió al P. Nicolás Aguilar. Mientras fue Obispo de Tehuacán (Puebla) jamás recibió, en contra del P. Nicolás Aguilar, acusación alguna relacionada con abusos a menores de edad. De lo único que Mons. Rivera se enteró fue de una agresión perpetrada por un muchacho en el año de 1986, en contra del P. Aguilar, de lo cual se le advirtió a la Arquidiócesis de Los Ángeles que recibió al padre Nicolás Aguilar para trabajar un año.
En segundo lugar, es FALSO que el cardenal Norberto Rivera Carrera haya sido demandado penalmente. La demanda interpuesta en Los Ángeles, California, es de carácter CIVIL, y el presunto daño se repara económicamente, no con pena de cárcel.

Mentira 2. Al demandarlo civilmente, la supuesta víctima, Joaquín Aguilar, sólo está buscando la justicia y no tiene ningún interés económico.

Respuesta:
FALSO. La mayor parte de las demandas civiles interpuestas en los Estados Unidos de América pretenden obtener un jugoso recurso ECONÓMICO: el 95% de este tipo de querellas son ganadas por los demandantes. ES UN NEGOCIO SEGURO. Y es que el juicio civil en los Estados Unidos, en comparación con un juicio penal, no tiene el rigor de exigencia en cuanto a las pruebas. Es más una decisión sentimental del jurado, que una determinación objetiva.

Mentira 3. Los abogados de Joaquín Aguilar y la asociación SNAP no lucran con el dolor de las víctimas. Su lucha es desinteresada.
Respuesta:
FALSO. Los abogados que llevan estos casos en Estados Unidos contra la Iglesia Católica ganan la alta suma del 40% de las indemnizaciones obtenidas en los juicios. Es un NEGOCIAZO, pues reditúa aún más que invertir en la bolsa de valores y por eso, en los últimos días, varios bufetes norteamericanos se han asociado al caso de Joaquín Aguilar con la finalidad de ser partícipes de las jugosas ganancias que piensan obtener de este juicio contra el cardenal Rivera Carrera.

Mentira 4. El cardenal Rivera es culpable y debe pagar por ello.
Respuesta.
FALSO. Cuando sucedió el supuesto abuso del P. Nicolás Aguilar contra Joaquín Aguilar, monseñor Norberto Rivera era Obispo de Tehuacán; es decir, aún no era Arzobispo de México y por lo tanto no se le puede imputar responsabilidad de un sacerdote ni de lo acontecido en una diócesis que no estaban bajo su autoridad episcopal.

Mentira 5. El Sr. Joaquín Aguilar puso la demanda civil contra el cardenal Rivera Carrera en la Corte de Los Ángeles porque en México la justicia está corrompida y a él no se le hizo justicia.

Respuesta.
FALSO. La demanda penal interpuesta por Joaquín Aguilar en el Distrito Federal en contra del P. Nicolás Aguilar, se llevó a cabo conforme a derecho y de forma expedita tal como consta en la Averiguación Previa. El Sr. Joaquín Aguilar no ganó la demanda, simplemente porque jamás pudo comprobar que fue violado.
Debemos señalar que el verdadero motivo por el que Joaquín Aguilar presentó la demanda en Los Ángeles fue por el jugoso negocio que representa el hecho de interponer en Estados Unidos una demanda civil. Estamos hablando de ¡millones de dólares!, y esas ganancias jamás las podría obtener en México.

Mentira 6. La declaración del cardenal Rivera Carrera no fue voluntaria, sino que lo obligó a ello el juez de Los Ángeles, California.

Respuesta.
FALSO. Ningún juez del mundo tiene la posibilidad de venir a territorio mexicano a cumplir con un proceso judicial que se sigue en su país. Eso sería una inaceptable violación de nuestra soberanía nacional. El cardenal Rivera Carrera aceptó, en acuerdo con los abogados de su acusador, acceder de manera voluntaria a la larga entrevista que le hicieron con la finalidad de demostrar que no está ocultando nada y que siempre estará dispuesto a colaborar con la justicia.

Mentira 7. Los cardenales Rivera Carrera y Roger Mahony se están peleando y contradiciendo entre sí, a fin de salvarse de las acusaciones.

Respuesta.
FALSO. Dos cardenales jamás se atacan. Ciertamente en este caso hay dos posturas distintas, pero nunca el cardenal Rivera ha atacado al cardenal Mahony, y nunca el cardenal Mahony ha descalificado al cardenal Rivera.

Mentira 8. El cardenal Rivera Carrera no ha hecho nada por proteger a los niños de los malos sacerdotes.

Respuesta.
FALSO. La Arquidiócesis de México, que gobierna el cardenal Rivera Carrera, tiene un programa preventivo para proteger a las posibles víctimas inocentes de los malos sacerdotes, y, nadie como él, ha sido contundente en la condena de estos crímenes al pedir a los fieles laicos que denuncien a los malos sacerdotes ante las autoridades civiles y las eclesiásticas de las diócesis correspondientes.

Mentira 9. En México existen miles de casos de sacerdotes abusadores, tal como ha sucedido en los Estados Unidos.

Respuesta.
FALSO. No se puede comparar la situación de ambos países. Son dos realidades totalmente distintas, dos culturas diversas y dos maneras diferentes de vivir la experiencia eclesial. Gracias a Dios, en México se han dado hechos aislados y los malos sacerdotes, o han sido expulsados del estado clerical, o están pagando sus delitos en la cárcel, que es el lugar donde deben estar.

Mentira 10. La Iglesia es rica. Lo han demostrado las diócesis de Estados Unidos que han pagado sumas millonarias a las presuntas víctimas.

Respuesta.
FALSO. La Iglesia en México no es rica, pues con grandes dificultades cubre sus necesidades más apremiantes. Las sumas millonarias que han pagado las diócesis norteamericanas han afectado gravemente su labor pastoral: la atención a los más pobres, la ayuda a los mexicanos inmigrantes y muchos programas caritativos y de bienestar social para los creyentes y a favor de ancianos, mujeres y niños de la calle.

Revista Desde la Fe

http://www.desdelafe.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=1761&Itemid=35

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Desde la Fe: ¿Cuál es la posición del Arzobispo de México?

De nueva cuenta el Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera ha sido difamado y calumniado por su presunta indiferencia ante los casos de pederastia. Sin embargo, tal como lo consta en la edición 501 de este semanario, la preocupación del Arzobispo de México la manifestó al Pueblo de Dios durante un mensaje en el que condena todo acto de abuso sexual de menores. A continuación reproducimos parte de ese mensaje:

Uno

La Iglesia de Jesucristo que se sabe santa por la gracia de su Señor, es a la vez profundamente consciente de su pecado y de su miseria, de su infidelidad a Dios y de su falta de testimonio ante el mundo, que con razón la cuestiona y le exige coherencia y sinceridad.

Esta conciencia es la que constantemente nos hace voltear la mirada al Señor crucificado para pedir perdón, pero sabemos que ese perdón está condicionado a perdonar nosotros también a los que nos ofenden y pedir perdón a quienes hemos dañado.

Dos

En su mensaje al pueblo de Dios el Cardenal Rivera mencionó: “Como Arzobispo Primado de México quiero expresar públicamente mi dolor, solidaridad y preocupación pastoral por aquellos niños y niñas que han sido víctimas de abuso por parte de sacerdotes criminales que, con esos actos tan deleznables y condenables, han causado enorme daño, dolor, tristeza e indignación en sus inocentes víctimas.

“Siempre he condenado esos terribles actos inmorales y he pedido al Pueblo de Dios que si sabe de estos crímenes, tengan el valor y la responsabilidad de denunciarlos tanto a las autoridades civiles como eclesiásticas”.

Tres

El Arzobispo confesó que “Como Pastor que tiene el deber de velar por sus fieles y ahuyentar a los lobos del rebaño, con mi autoridad episcopal he condenado públicamente los actos de pederastia y he advertido a mis sacerdotes aquí, delante del Pueblo de Dios, que si alguno de ellos comete estos abominables actos, es denunciado y probado el delito, ni un servidor ni la Arquidiócesis de México defenderán o tolerarán al delincuente, antes bien, dejarán que la autoridad civil o eclesial, actúe con todo el rigor de la ley y pague en consecuencia por sus crímenes”.

Cuatro

Por desgracia, según serios estudios, la mayor parte de los delitos de abuso sexual se dan dentro del seno familiar y sólo un porcentaje menor en ámbitos externos, como son la Iglesia o la escuela. Las autoridades tienen el deber impostergable de realizar programas preventivos que ayuden a evitar esos lamentables y destructivos sucesos y a combatir con toda fuerza del Estado las redes criminales de explotación y prostitución infantil.

Desde la Fe

http://www.desdelafe.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=912&Itemid=35

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Bernardo Barranco V: Los dilemas mediáticos del cardenal Rivera

Ha pasado un mes de las inapropiadas declaraciones del cardenal Norberto Rivera, quien sentenció el pasado 7 de diciembre en el penal femenil de Santa Marta Acatitla: “Ustedes –dijo a las reclusas– encuentran en esto gente aquí, pero también gente afuera que mata la fama, la dignidad, el buen nombre de las personas, ¡verdaderas prostitutas, verdaderos prostitutos de la comunicación que deshacen la fama de los demás!” Sin dar nombres ni referencias precisas, manifestó su resentimiento contra algunos comunicadores, periodistas y medios. Más allá de la pérdida de compostura, el tema amerita una reflexión para dimensionar la crisis severa por la que pasan el cardenal y la arquidiócesis de México, involucrando al conjunto de la Iglesia mexicana.

En un artículo publicado en estas páginas (“Crisis mediática del arzobispado”, La Jornada, 22/8/07), ya advertíamos del desencuentro entre el cardenal y los medios de comunicación, que comprendía desde las denuncias sobre su presunta complicidad y encubrimiento a pederastas y la manera en que encaró la despenalización del aborto en el Distrito Federal; cuestionábamos el papel del vocero de la arquidiócesis, Hugo Valdemar, al ponerse los guantes y subirse al ring para, después de haber sido vapuleado, proclamarse “el primer perseguido político de la administración de Marcelo Ebrard”. En ese momento cuestionamos los débiles argumentos de victimización como explicación del estrepitoso derrumbe de la imagen mediática de Rivera. No es la persecución a la Iglesia ni son los enemigos de la fe, no es el relativismo secular ni los embates a las tradiciones religiosas las causas: es el accionar del cardenal, empecinado en un ciego protagonismo, quien junto con su vocero es responsable de la desavenencia entre los medios y la arquidiócesis.

Al parecer el factor detonante en una primera aproximación simplista fue el impacto del trabajo periodístico de Sanjuana Martínez, en particular la edición del libro Manto púrpura. Algunos comentaristas apuntan a cierto paralelismo con los escándalos por encubrimiento en Estados Unidos que costaron a la Iglesia desprestigio y millones de dólares en indemnizaciones. Por su parte, actores religiosos han insistido en que se ha “orquestado una campaña de odio y repudio hacia el cardenal por parte de grupos extremistas de izquierda… que pone en riesgo la integridad del arzobispo” (La Jornada, 4/11/06). Sin embargo, la Iglesia mexicana y el cardenal siguen gozando del privilegio y del arropamiento de los grandes medios electrónicos televisivos y de nutridos sectores de la clase política. En cambio, el comportamiento político y posicionamiento mediático del cardenal Rivera, que se ha gestado desde hace más de 10 años, ha desencadenado una reacción que no calificaría de anticatólica, sino anticlerical; comprar la tesis utilizada por los católicos estadunidenses del anticatolicismo y del complot es desmedido en el caso mexicano. Ahí están investigaciones como la de Verónica Veloz, referida en este espacio, mostrando que el afán de posicionamiento político, más que religioso, de Rivera ha tenido a la larga un “efecto bumerán” debilitando la autoridad moral requerida para un prelado que ostenta investidura cardenalicia. Basta analizar los artículos de opinión de 2007, los chistes populares, los apodos y los cartones periodísticos para calibrar la magnitud perniciosa de dicho efecto. La posición de que los medios son espejo del accionar de los actores es una teoría superada en el campo de la comunicación; los medios construyen realidades, relatos e imágenes que reflejan la correlación y exhiben las miserias o bondades de los protagonistas públicos. La inconsistencia de Rivera va de la mano de la crisis de liderazgo que reina en diferentes ámbitos de la vida política y económica del país. El propio Valdemar reconoce que 2007 ha sido un año crítico para el cardenal, quien ha suspendido sus conferencias de prensa dominicales para abrir nuevos frentes. Su vocero ha dedicado este mes a hacer un recuento de daños, diseñar una nueva estrategia y ha pedido tiempo para “reconquistar” a medios agraviados por las altisonantes declaraciones de su cardenal herido.

Aquí vale la pena preguntarse por la concepción tradicional que el arzobispado tiene de la función de los medios de comunicación. Da la impresión de que es pragmática e instrumentalista, como si fueran herramientas mediante las cuales se puede modificar la conciencia de los receptores. Esta concepción utilitaria de los medios fue desarrollada a partir del éxito de los televangelistas en los años 70, cuando lograron revertir momentáneamente el mapa religioso de Norteamérica; sin embargo, nuevos estudios han demostrado que, aparejada al deslumbrante “espectáculo religioso” proyectado en televisión, operaba una estructura que daba seguimiento particular a los prospectos. Existe en Valdemar una ausencia en la dimensión dialógica que perciba a los medios como un lugar cultural dentro de los cuales se compite por construir la realidad desde procesos culturales diferenciados y con aristas heterogéneas, es decir, desde el diálogo y el reconocimiento de la pluralidad y diversidad. La “nota” no debe basarse sólo en la denuncia ni en la crítica –ésta se ha desgastado– ni mucho menos por show del rating, vía sensacionalismo. Hace falta que la Iglesia genere una nueva actitud de humildad, apertura y de diálogo acompañada de capacidad de propuesta en asuntos públicos.

Con jaloneos y retrocesos, los medios han sido un factor importante en la transición democrática. Falta mucho para elevar el nivel de compromiso de éstos con los valores democráticos, la objetividad en el manejo informativo de la agenda pública y mejores niveles. Hay riesgos latentes, pero hasta hace muy poco se decía que eran intocables el Presidente, los militares y la Iglesia; hoy esa intocabilidad ha desaparecido y es parte de la crítica y del quehacer democrático

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/01/09/index.php?section=opinion&article=018a1pol

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Carlos Martínez García: Aquí y allá, clérigos sin sensibilidad

Sus implacables dichos llenan las primeras planas de los diarios, pero contribuyen al creciente vaciamiento de sus templos. Los jerarcas católicos descalifican a su propia feligresía, y al hacerlo la hieren más. No hay ejercicio de comprensión, de acompañamiento, hacia quienes las difíciles condiciones de la vida cotidiana de por sí mantienen lacerados y en permanente estado de marginación.

Con pocos días de diferencia, en España y en México conspicuos clérigos hicieron aseveraciones que culpabilizan a quienes en realidad son víctimas. En la misa dominical, dirigida por el obispo auxiliar de la ciudad de México, Carlos Briseño Archl, en ausencia del titular, Norberto Rivera Carrera, el sustituto dejó plena constancia de que está aprendiendo bien de su maestro y superior. Al respecto vale recordar que Rivera Carrera, en el contexto de un oficio religioso, llamó “prostitutos y prostitutas de la comunicación” a quienes, según él, destruyen el buen nombre y honor de las personas. El cardenal se refería a medios y personajes que dieron cabida a los señalamientos que sobre él se recrudecieron el recién terminado año, en el sentido de que era encubridor de pederastas. En su ya conocido y fulminante estilo hizo descender fuego contra sus críticos, pero nada de diálogo y explicaciones porque él es uno de los llamados “príncipes de la Iglesia”.

En la línea descalificatoria bien marcada por Norberto Rivera, el obispo auxiliar de la arquidiócesis de la ciudad de México, Carlos Briseño, según nota de Alma E. Muñoz, en su homilía “arremetió contra las madres de familia que trabajan. Las acusó de despreciar y ‘minusvalorar’ su papel de amas de casa, así como de abandonar el cuidado de una familia ‘en aras de una vida con más confort y de una realización personal al margen del esposo y los hijos’” (La Jornada, 31/12/07). Fue más allá, “el prelado utilizó la figura del emperador romano Herodes para criticar a este grupo de mujeres y a los jóvenes, por considerar que influyen en la desintegración familiar”.

Un hecho complejo, las mujeres que por distintas circunstancias trabajan, es presentado por el obispo de una manera simplista y grosera. El símil utilizado, el de Herodes, no sólo es exagerado, sino que raya en la injuria hacia las mujeres que laboran fuera de sus casas y que son obligadas a hacerlo por las difíciles circunstancias que cotidianamente confrontan. Circunstancias muy lejanas a las ideales que el clérigo imagina.

Por su parte, en España, el obispo de Tenerife Bernardo Álvarez señaló que en los numerosos casos de pederastia que afectan a miembros de la Iglesia católica “puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan” (nota del corresponsal Armando G. Tejeda, La Jornada, 28/12/07). Consentidas, o no, las relaciones sexuales entre sacerdotes católicos, o ministros de cualquier otro culto religioso, y menores de edad son delitos que de ninguna manera pueden justificarse, y menos con explicaciones endebles como la del obispo español.

El abuso sexual de los clérigos católicos es de tal magnitud que ha afectado gravemente las finanzas de la institución eclesiástica, debido a las millonarias indemnizaciones en dólares pagadas a las víctimas. Pero sus mayores estragos no son financieros, sino que están en el terreno de la merma en la credibilidad de la Iglesia católica, debido a los malabares de todo tipo a que ha recurrido para evitar que cientos, ¿o miles?, de sacerdotes sean encarcelados. En el proceso de evasión de responsabilidades por parte de la burocracia clerical que dirige desde Roma los destinos de la institución, la más lastimada ha sido una amplia parte de la feligresía que comprueba cómo en lugar de hacer salir la verdad de las redes de complicidad que prohíjan la pederastia, se han tendido mantos de tinieblas para solapar a los predadores sexuales de infantes.

En el contexto bosquejado, el de la impune red encubridora, lo manifestado por el obispo de Tenerife –quien presenta a inermes sacerdotes provocados por la lascivia de precoces cazadores de placeres prohibidos– es un acabado ejemplo de barbarie clerical. Estamos ante la cerrazón, que se niega a comprender que debido a sus propios excesos, fallas y estructura vertical, la Iglesia católica se encuentra en franco declive. Pero no hay sensibilidad para avizorar y evaluar los signos internos de la paulatina declinación. En su hermenéutica son siempre los de afuera los responsables, los que asedian a la inmaculada organización eclesiástica. Todo, desde su hermenéutica excluyente, es una asonada de sus adversarios.

Dice el libro veterotestamentario de Eclesiastés, capítulo 3, “que todo tiene su tiempo”. Y el tiempo de lanzar invectivas en todo lugar y contra todos por parte de una jerarquía eclesial insensible ya debe llegar a su fin. Si no por convicción, que los clérigos aquejados de insensibilidad lo hagan por conveniencia, para permanecer y no ser arrasados por el vendaval que merma la cantidad de quienes todavía les escuchan.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/01/02/index.php?section=politica&article=014a1pol

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