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Esteban Garaiz: Dos lagunas

“Mal comienza la semana para el que ahorcan en lunes”, reza un viejo proverbio castellano. Mal comienza el IFE el proceso electoral federal 2008-2009 removiendo con un palo el avispero del 2006 con una enorme torpeza política y una muy discutible visión jurídica, yendo más allá de sus atribuciones legales, después de las severas omisiones por su culpable tibieza hace dos años, y poniendo en tela de juicio, de arranque, su imparcialidad.

El senador panista Ricardo García Cervantes ha declarado que el IFE se está “extralimitando”. El Consejo General tiene facultades para sancionar a los partidos políticos, y sólo a los partidos, cuando sus dirigencias violan la ley electoral. No para sancionar a los legisladores y mucho menos cuando se trata de acciones en el seno de las cámaras del propio Congreso, que tienen claramente establecidas sus propias normas. Además, son dos las fracciones parlamentarias que tomaron las tribunas y sólo una sancionada por ello; es jurídicamente falso que a Vicente Fox se le impidió entregar su informe de ley.

Por lo que toca a los plantones de electores frustrados por todo el montón de irregularidades cometidas por tantos actores expresamente prohibidos por el Código Electoral, durante las precampañas y campañas de 2006, parece verdaderamente un terrible despropósito sancionar a un partido por lo que numerosos ciudadanos irritados hicieron en lo individual en el ejercicio legal y pacífico de un derecho constitucional, expresamente establecido en el artículo 6º, como es el derecho de manifestación. En todo caso, fue un acto postelectoral, que en nada afectó el resultado de la elección. Además de que, socialmente, resultó un eficaz desfogue para mantener la paz social, en una irritación colectiva que podría haberse desbordado.

Se podrá alegar que hubo afectaciones a terceros en vía pública y es válida la observación, como en cualquier manifestación. Lenta se ve la Asamblea Legislativa del Distrito Federal para reglamentar el ejercicio de este derecho constitucional, que, como todas las garantías individuales debe tener y tiene sus acotaciones, básicamente derivadas de los derechos de los demás. Importante será que las autoridades —en este caso las del DF— reglamenten sobre el derecho de manifestación en la vía pública y establezcan mecanismos prácticos para conciliar los derechos de todas las partes. No estará de más recordar que los automóviles no tienen garantías individuales.

El Estado de derecho se violó sistemáticamente durante todo el proceso electoral de 2006, en las precampañas y en las campañas, y el Consejo General del IFE dejó hacer y dejó pasar. Hubo incluso consejeras que —leyendo tarjetas nerviosamente en el pleno— defendieron abiertas violaciones de dirigentes de corporaciones ajenas al proceso, a nombre de la libertad de expresión.

Que fueron violaciones a la ley, y que sesgaron la equidad de las campañas, lo dejó claramente establecido el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero siguen impunes las personas físicas que las cometieron. Al Consejo General, según entiendo, no le correspondía, ni le corresponde, sancionar a terceros que interfieran ilegalmente en las campañas y en el proceso electoral. Pero sí se puede y sí se pudo, hacer oír su voz autorizada. No vimos durante todo el proceso ni una sola condena colegiada y formal en el seno de las sesiones públicas del consejo, acerca de estos actos claramente violatorios de la ley electoral y de los principios rectores de la función electoral. Y ésa sí era claramente una atribución del Consejo General y, en consecuencia, una obligación ética y política de cada consejero. Fueron abiertamente omisos. Podían haber hecho oír su voz alta y no lo hicieron.

También tenían la responsabilidad, y siguen teniéndola, de presentar las denuncias correspondientes ante la Fepade. Peor todavía que hayan quedado impunes sin que el Consejo General suba la voz ante las descaradas intromisiones de extranjeros, en violación del artículo 33° constitucional. No era aceptable la explicación del Instituto Nacional de Migración de que el extranjero Antonio Solá estaba contratado por una empresa privada a su vez contratada por un partido político: en todo caso justificaría su situación migratoria, no su anticonstitucional interferencia en los asuntos políticos del país, razón suficiente para su expulsión.

El Ejecutivo federal, responsable de la aplicación del artículo 33°, castigó al extranjero Antonio Solá concediéndole la nacionalidad mexicana a los 20 días del nuevo periodo presidencial. Ahora ese mexicano representa a Felipe Calderón en Madrid. Por lo que toca al ciudadano José Luis Barraza, recibe un homenaje al concluir su presidencia en el Consejo Coordinador Empresarial, al que acuden obsequiosos el entonces presidente del Consejo General, Luis Carlos Ugalde, y Calderón. Para redondear la sanción por el delito electoral en abierta violación del código, todo el mundo pudo leer las turbias condiciones en que le fue asignada la venta de Aeroméxico.

Arranca un nuevo proceso electoral. La reforma constitucional que prohibió comprar espacios en la radio y en la televisión para propaganda electoral es, sin duda, un enorme paso que, lejos de limitar la libertad de expresión, contribuye de manera definitiva a la equidad. Quedan dos peligrosas lagunas: una es el ya mencionado artículo 33° sin reglamentar. La otra es el poroso sistema de sustituciones en la integración de las mesas directivas de casilla, que tantas suspicacias provocó en 2006. Habrá que volver sobre estos temas.

http://www.milenio.com/node/91684

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Gerardo Fernández Casanova: Impostores e imposturas

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Aún con todas las trampas de que se valen los manipuladores de los medios masivos de comunicación, la real globalización ha hecho cada vez más difícil para los impostores imponer sus imposturas; esto es importante porque el imperio se ve impedido para impresionar con sus imprudencias y dejar la impronta de impopulares improperios (cacofonía dedicada, con todo respeto, a los mentirosos: Uribe, Calderón y Bush, en orden de aparición).

1.- El gerente de la sucursal Colombia del pentágono, Alvaro Uribe, se pasó por el arco del triunfo la legalidad internacional y el más elemental derecho a la vida para violar el territorio del vecino Ecuador y asesinar a varios miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos al comisionado de ese grupo para la negociación del acuerdo humanitario para el intercambio de rehenes. No contento con tal desaguisado, el referido gerente tuvo la desfachatez de comunicarse con el Presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para darle una explicación mendaz de los acontecimientos, con lo que agregó un segundo ultraje al obligado respeto entre pares. No satisfecho con tanto error, ahora pretende convertir a la víctima en acusado, diciendo que las FARC reciben apoyos de los gobiernos de Ecuador y Venezuela, con lo que el conjunto de errores se convierte en un conflicto regional serio. Como sería de esperarse, el Presidente Correa alzó la voz en protesta por la violación de la soberanía ecuatoriana y, de inmediato, recibió la solidaridad activa del Presidente Chávez de Venezuela; ambos movilizaron tropas a sus respectivas fronteras con Colombia y rompieron relaciones diplomáticas. El conflicto está presente y somos muchos los que apostamos a su pronta solución por la vía política la que, por cierto, no puede limitarse al simple otorgamiento de disculpas.

De ninguna manera es posible suponer que el ejército colombiano actuó a la ligera y cometió un error. Notoriamente se trata de un acto que fue seriamente conocido y autorizado, si no es que promovido, por el más alto mando de ese país, con oficinas a la orilla del Potomac. Se trata de un operativo para medir la capacidad de respuesta del ofendido, de manera de poder propiciar otra serie de operativos de mayor efecto en la región, como pudieran ser los alientos separatistas de las oligarquías de Venezuela en el Zulia, de Bolivia en Santa Cruz y del propio Ecuador en Guayaquil, todos incluidos en el tablero del ajedrez de la geopolítica de los gringos en Sudamérica, como instrumento para destroncar el movimiento emancipador bolivariano. No es casual que las respectivas embajadas de los Estados Unidos en esos países actúan descaradamente en el aliento a los sectores secesionistas.

Soy un devoto pacifista y, precisamente por eso, saludo la inmediata respuesta militar de Caracas que desplegó tropas a la frontera con Colombia. Bush es el destinatario del mensaje: sus afanes de dominio en la región encontrarán respuesta; una locura al estilo Irak no será, tampoco, un paseo tropical para sus marines. La paz reclama el respeto.

2.- Hablando de impostores, el colega de Uribe en la sucursal mexicana, no canta mal las rancheras en eso de los errores (afortunados, también por cierto). Apuesta su escaso capital político al colocar al tal Mouriño en la Secretaría de Gobernación, y pierde. El delfín apareció con cola; no sólo falseó documentación para hacerse aparecer como mexicano nacido en Madrid, sino que prevaricó al firmar contratos de transporte de combustibles de PEMEX, siendo presidente de la comisión de energía de la Cámara de Diputados y como subsecretario de energía cuando su jefe fue secretario de ese ramo. Resultó ser otro impostor. Si lo sostiene, pierde y si lo hace renunciar, también. Resultó afortunado por el hecho de que le dio la puntilla al proyecto de apertura de PEMEX a la inversión privada. Esta semana apareció en la pantalla televisiva un mensaje cursi que habla del tesoro que los mexicanos tenemos en las aguas profundas del Golfo de México el cual, originalmente, incluía unas manos estrechándose, simbólicas de la conveniencia de la asociación con los que sí saben explotar petróleo en aguas profundas; en las dos ocasiones que registré el mensaje las manos y el comentario no aparecieron. Tampoco ha aparecido el famoso diagnóstico que habría de realizar la bancada panista en San Lázaro. Afortunadamente la pita se les enredó; la movilización popular, con AMLO a la cabeza, está repitiendo la experiencia del desafuero. También parece que el PRI de Beatriz Paredes (que no el de Beltrones y Gamboa) saca a relucir sus documentos básicos para manifestar su rechazo a la privatización; más vale salirse a tiempo que quedarse colgados de la brocha, como le sucedió a Madrazo con el desafuero.

Hasta aquí el triunfo de la no privatización. Ahora habrá que trabajar en torno a la sí nacionalización efectiva de PEMEX. La empresa no puede continuar siendo desmantelada por los tecnócratas de la intervención administrativa del FMI en el gobierno ilegítimo; el riesgo es mayúsculo al agregarse el rencor por la nueva frustración.

A los impostores se les cae la máscara.

* Argenpress
* http://www.argenpress.info/nota.asp?num=052708&Parte=0

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