Daily Archives: March 27, 2008

Marta Tawil: Peligrosa discordia árabe

Este mes la cumbre de los países de la Liga Árabe que se realiza cada año tendrá lugar en Damasco, capital de Siria, país que desde 2005 se ha vuelto centro de acusaciones y amenazas de Estados Unidos, Francia y algunos países árabes. Lejos quedaron las cumbres en las que tres países, Egipto, Siria y Arabia Saudita, presentaban iniciativas y propuestas de manera negociada. Considerado como guardián de un cierto equilibrio regional, este “eje” tripartita se fragmentó en 2001 y recibió el tiro de gracia en 2003. El tema del terrorismo tal como lo define Estados Unidos y la cuestión iraquí activaron sus referentes geopolíticos de manera irreconciliable. La “amenaza” iraní construida por Estados Unidos y sus aliados árabes “moderados” (sauditas, jordanos, egipcios) más Israel sigue haciendo de Damasco parte del problema, no de la solución, regional.

La política saudita no siempre converge con la estadunidense, como demostraron los acuerdos de la Meca de febrero de 2007 para la formación de un gobierno palestino de unión nacional, algunos de sus posicionamientos respecto a Irak durante la cumbre árabe de Riad de marzo de 2007, el acercamiento al líder político del Hamas, Jaled Meshal (exiliado en Siria), y las conversaciones a regañadientes con funcionarios iraníes sobre soluciones alternativas a los problemas regionales. Pero la política estadunidense en el conflicto palestino-israelí y arabe-israelí limita estructuralmente su papel como mediador y el alcance de sus iniciativas es de corto plazo. En el conflicto palestino-israelí, Riad, Amán y El Cairo intentan adaptar sus posiciones, divididos entre su alianza con Washington y su opinión pública indignada con las imágenes de represión israelí en territorios palestinos.

Por lo que a Irak se refiere, Riad no ha establecido relaciones diplomáticas con ese país, a diferencia de Siria. El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, ha acusado a los sauditas de atizar la división iraquí; debilitado, Maliki ha tocado a las puertas de Siria y de Irán. El presidente Jalal Talabani visita Siria en el mismo momento que la secretaria de Estado estadunidense efectúa un tour por Medio Oriente con el fin de crear una alianza árabe contra Irán y Siria.

La política reactiva saudita refleja los intereses de un régimen sumamente religioso y conservador, que naturalmente entra en conflicto con el “populismo diplomático” del régimen de Damasco, populismo que incomoda ya que confirma a Siria como el actor estatal con la posibilidad, por vez primera, de posicionarse, con el Hezbollah libanés, en campeón del mundo árabe (en el pasado, esa posición había sido ocupada por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en los años 50-60, la revolución palestina y el presidente libio Muamar Kadafi en los 70, y el iraquí Saddam Hussein en los 80). Para los sauditas, egipcios y jordanos, no es Irán en sí, ni el poder militar del Hezbollah, lo que más preocupa, sino el apoyo que esos movimientos encuentran entre sus propias poblaciones y que atiza los problemas de legitimidad política de sus regímenes.

Es en Líbano donde se concreta clara y peligrosamente el enfrentamiento de la política siria, por un lado, y de Estados Unidos-Arabia Saudita, por el otro, tanto en el plano de acciones como en el del discurso. Las relaciones sirio-sauditas habían vuelto a la “cordialidad” luego de atravesar un periodo de fuerte tensión durante y después de la guerra en Líbano del verano de 2006. Esta vez la política de Riad de alejar a Siria de los brazos de Irán parece basarse en presiones exclusivamente. Riad ha amenazado con boicotear la cumbre árabe próxima, para enfatizar su objetivo de regresar a Siria al aislamiento, llegando incluso a retirar a su embajador en Damasco. Esta presión se une a los esfuerzos de Washington, quien ha aplicado nuevas sanciones financieras contra Damasco y enviado barcos de guerra a la costa libanesa. En el verano pasado París intentó resolver la crisis libanesa de manera espectacular, pero la prisa de Nicolas Sarkozy no hizo más que inquietar al régimen sirio. Europa sigue siendo la caja de resonancia de la política franco-estadunidense, mientras que países como España e Italia y, hasta hace unas semanas, Alemania, han intentado mantener una posición “centrista”, basada en sus intercambios bilaterales políticos y comerciales.

Mientras Riad apoya con millones de dólares al gobierno libanés y sus aliados sunitas, Siria busca neutralizar esos esfuerzos tratando de obtener, con ayuda de sus aliados en la oposición en Líbano, que el próximo gobierno obtenga un tercio de los asientos. El objetivo es evitar que Estados Unidos utilice a Líbano para concretar las amenazas contra Siria, mediante el tribunal internacional para enjuiciar a los asesinos de Rafiq Hariri, mediante más resoluciones del Consejo de Seguridad, mediante el desarme del Hezbollah. Mientras tanto, Líbano sigue sin presidente desde noviembre 2007, y su estabilidad económica y social sigue padeciendo las nefastas consecuencias del conflicto regional.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/03/27/index.php?section=politica&article=023a2pol

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Miguel Marín Bosch: Cinco años miserables

La semana pasada se cumplieron cinco años de la invasión y ocupación de Irak por Estados Unidos. Washington improvisó una coalición de una veintena de países, cuya participación, con excepción del Reino Unido, ha sido discreta, por no decir simbólica.

La fase inicial del intenso ataque militar duró poco menos de ocho semanas. Con la toma de Bagdad, el presidente George W. Bush pudo declarar en mayo de 2003: misión cumplida. ¿Recuerdan esa imagen de Bush a bordo de un portaviones, con los brazos alzados? Era todo sonrisas.

La invasión fue fácil, pero la ocupación ha resultado ser una pesadilla. ¿Cuál es el saldo actual de esta aventura de Washington?

El pasado domingo murieron cuatro soldados estadunidenses, elevando así a 4 mil el número de efectivos muertos. Reino Unido ha perdido 175, y el resto de la coalición, 173. El 97 por ciento de las pérdidas estadunidenses han ocurrido después de que Bush proclamó la victoria.

Las autoridades estadunidenses calculan que cerca de 100 mil civiles iraquíes han muerto. El total debe ser mucho más alto, ya que no hay fuentes de información fidedigna.

Además de los desaparecidos, hay millones de desplazados. En 2003 Irak tenía una población de alrededor de 26 millones. Una quinta parte de sus habitantes se ha desplazado internamente o ha buscado refugiarse en los países vecinos, sobre todo Siria y Jordania. Se trata de uno de los mayores movimientos de personas en décadas recientes.

¿Cuánto está costando la guerra en Irak? Algunos calculan que se gastan unos 100 mil millones de dólares por año. Empero, la suma final será mucho mayor. Antes de la guerra, el entonces secretario de defensa, Donald Rumsfeld, había dicho que costaría entre 50 y 60 mil millones de dólares. Cinco años después Washington dice haber gastado 10 veces esa cantidad. Pero también se queda corto.

Una cosa son los gastos en los presupuestos que periódicamente somete la Casa Blanca para la aprobación del Congreso; otra muy distinta son los gastos escondidos o invisibles, es decir, los que no aparecen en las cuentas oficiales. La contabilidad de estos últimos es precisamente lo que analizan Joseph E. Stiglitz y Linda J. Bilmes en su libro que acaba de ser publicado: The three trillion dollar war: the true cost of the Iraq conflict.

Se trata de aquellas erogaciones que no aparecen en la contabilidad gubernamental. Por ejemplo, no se habla de los incentivos monetarios que se ofrecen para reclutar a más soldados. Tampoco se toma en cuenta el costo de rehabilitar a los efectivos heridos.

El tema de Irak ha incidido, aunque poco, en la campaña presidencial en Estados Unidos. Es obvio que la crisis económica y financiera de ese país preocupa más al electorado. Pero los candidatos se han apresurado a definir lo que sería su política hacia Irak. Desde luego que no es lo mismo hablar en campaña que actuar una vez en la Casa Blanca.

El senador John McCain, quien acaba de hacer un viaje al Medio Oriente, está satisfecho de la posición que asumió hace un año, cuando todos daban por muerta su candidatura. En 2007 McCain apoyó (él diría que fue su idea) un importante incremento en el número de efectivos estadunidenses (el llamado surge) para mejor controlar ciertas regiones y barrios de Bagdad y convencer a la población de la bondad de la presencia militar estadunidense. Según Bush y el artífice del plan, el general David Petraeus, la situación en Irak ha mejorado notablemente en el último año. Los bombazos son menos y las muertes también han disminuido. Pero aún hay lugares donde no se notan los efectos del llamado surge.

Los candidatos por el Partido Demócrata, en cambio, abogan por un pronto retiro de las tropas de Irak. El senador Barack Obama, que se opuso a la guerra desde un principio, ha dicho que, de llegar a la Casa Blanca, ordenará el retiro inmediato de las tropas. Dicha posición tiene el apoyo de la mayoría de los demócratas.

Cuando la senadora Hillary Clinton se percató de lo anterior, cambió su posición. En un principio propuso un retiro escalonado, que se llevaría a cabo en varias etapas, empezando varios meses después de asumir la presidencia. Ahora ha adoptado una posición casi idéntica a la del senador por Illinois.

En este último año de la administración de Bush se debaten dos cuestiones: el retiro de Irak de las fuerzas de la coalición, y un posible ataque aéreo a Irán para destruir sus instalaciones nucleares. La insistencia de algunos en Washington de atacar Irán llevó al almirante William J. Fallon, el comandante de las fuerzas estadunidenses en el Oriente Medio, a renunciar a su cargo el pasado 11 de marzo. Simplemente no estaba de acuerdo con aquellos políticos que insisten en bombardear Irán.

Uno de esos políticos es el vicepresidente Dick Cheney. En su recorrido por el Medio Oriente, el domingo pasado, Cheney se entrevistó con varios dirigentes israelíes. Desayunó con el líder de la oposición, Benjamin Netanyahu, pero no hablaron de la deplorable situación de los palestinos en los territorios ocupados. El tema que dominó su conversación fue Irán, cuestión predilecta de estos dos políticos halcones.

En este año de campañas presidenciales el electorado estadunidense está más interesado y preocupado por cuestiones internas. Está buscando a un candidato que mejore la economía y resuelva la cuestión del desempleo. También quiere que se reduzcan los gastos médicos, que se proteja el medio ambiente, que baje el costo de la energía y que se reforme el sistema educativo. Estas son algunas de las cuestiones en que la administración de Bush ha sido un rotundo fracaso.

Entre la crisis económica y la situación en Irak, el nuevo presidente de Estados Unidos tendrá un difícil, por no decir imposible, inicio de gestión.

* La Jornada
* http://www.jornada.unam.mx/2008/03/27/index.php?section=opinion&article=023a1pol

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