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Dilbertina: Los Países de Latinoamérica y el Cisne Agonizante

Con respeto a mi amigo el Sr. Ronald Vidal.

Los hechos ocurridos en México en estos últimos meses, me llevan a reflexionar sobre los demás países del continente, los latinoamericanos, esos países que han sufrido durante años y años, guerras, muerte, pobreza extrema, el franco enfrentamiento de sus sociedades.

Durante mucho tiempo nosotros nos veíamos muy lejos de ellos, no volteábamos a verlos, tal vez sólo veíamos de reojo para criticar sus dictaduras, o ir de paseo a conocer Buenos Aires, el carnaval de Río de Janeiro o conocer la Suiza de América, ¡que soberbia! Que mal hicimos en no ver un poco su historia, en no ver los procesos por los que han pasado, ahora al ver a nuestro México lindo y querido, que de lindo solo le queda la letra de la canción, es una obligación leer su devenir político y no solo voltear ante el Cisne agonízate, los Estados Unidos. Aprenderíamos mucho más de los países de que tienen nuestras raíces, que hablan nuestro idioma, que nuestro mestizaje es igual o parecido al suyo, ver que lo que nos une a Estados Unidos es una frontera, un muro, un saqueo por parte de ellos, unas reglas que nos han dictado para bailar al son que nos toquen.

Estas últimas dos semanas han ocurrido dos hechos en México y en Estados Unidos que son de suma importancia.

En México, los atentados en Morelia, ahora tal vez podamos decir, por parte de los Zetas, y no solo el atentado en Morelia el día 15 de septiembre, sino los muchos asesinatos, balaceras, inseguridad, secuestros, que se vive en todo México, de norte a sur y de este a oeste, la semana pasada, yo misma sentí el miedo que produce el saber que en mi estado hubo una persecución de Narcos y Policías, el miedo de escuchar el incesante pulular de las sirenas, el desalojo de un centro comercial, dos hospitales, balas perdidas sobre la población civil, y por la noche seguir escuchando por detrás de mi puerta el ir y venir de esas patrullas que atemorizan, ¿que nos espera en México? ¿Cómo creer a Calderón y su súper gabinete de seguridad? ¿Por qué no nos dijo que también habría sangre de civiles, cuando se atrevió a declarar la guerra al narcotráfico de manera frontal con armas? ¿Por qué no hacerlo desde la base económica, donde les duela más? No es válido que Calderón salga y diga que sabía que era un cáncer, pero que al abrir al enfermo, vieron la metástasis había invadido al enfermo, ese enfermo es México. Sí alguien sabe porque se han publicado hasta ahora, las alarmantes cifras del 50% del crecimiento de consumo de drogas en México, que me lo explique por favor.

He leído varios artículos de lo que paso y sigue pasando en Colombia, al declarar por ordenes de los Estados Unidos, el franco ataque al narcotráfico por medio de las armas, tienen más de 40 años sufriendo de lo que hoy en México, gracias al Plan México y Plan Mérida estamos empezando a padecer, estamos en peores condiciones que en el año 1968, cuando en octubre mataron a cientos de estudiantes en la plaza de las tres culturas. A mi cabeza vienen más preguntas, preguntas que formularon, someramente, los senadores esta semana al joven aprendiz de Secretario de Gobernación, el amigo de Calderón, Juan Camilo Mouriño, preguntándole ¿de donde vienen las armas que tienen las bandas organizadas?, el respondió, algo que todos sabemos, de Estados Unidos, porque entonces no poner una barrera nosotros, un muro aún más grande que el de ellos, para evitar el tráfico de armas a nuestros países. También durante su comparecencia, dijo que no hay presos o desaparecidos políticos, Usted le cree? Rosario Ibarra de Piedra, luchadora incansable, madre de un desaparecido, dice que ahora está peor que en el 68, que ahora no sabes quién se lleva a los desaparecidos. Creo que sí alguien sabe del tema es ella, es esa mujer que tiene 40 años buscando a su hijo y ayudando a otras madres, esposas e hijos a buscar a un ser querido.

La siguiente noticia de esta semana, fue algo esperado, el hoyo negro, el desplomé del neoliberalismo, si bien es cierto que el modelo impuesto por Alan Greenspan en Chile, fue consideraron como el milagro chileno, milagro chileno que dicho sea de paso costo muchas vidas en el régimen dictatorial de Pinochet, muchos sabemos que existe mucha desigualdad en ese país gracias a ese modelo económico, que se ha demostrado que no sirve, ahora por fin los economistas voltean sus ojos a la teoría económica de Joseph E. Stiglitz, pero no aceptan totalmente la caída del modelo neoliberal. Joseph Stiglitz, lo dice muy bien, nos encontramos ante la peor crisis económica desde los años 30, todo estaría bien si solo pasara en los Estados Unidos y no tuviera repercusiones en todo el planeta, la mayoría de nuestras economías en América Latina están ligadas a este monstruo llamado Neoliberalismo y Globalización, ellos los USAS nos han llevado a fuerza de presión a establecer en nuestros países este sistema. ¿Que pasara con nuestras pensiones? , las famosas AFORES, ¿que pasara con nuestros precios en comida, nuestros créditos, nuestros empleos, nuestra pequeña empresa?, ¿cuanto pegara la crisis en nuestros países latinoamericanos?

Un amigo banquero me dice, no te angusties, en cuanto aprueben el plan de Rescate en USA todo se compondrá en México, pobre joven, que no ha vivido otra crisis en México, o siempre ha vivido en crisis y ya se acostumbro, los que hemos vivido crisis económicas en el país de norte sabemos que a nosotros nos pega el doble, ya que sus intereses están fincados en salvarse ellos a costa de los países de nuestra América. Al ver el primer debate entre McCain y Obama y no aceptar tajantemente que su sistema neoliberal fracaso, pienso que todo seguirá igual, sea quien sea que gane, tratarán de luchar porque este vuelva a resurgir, no han tenido suficiente, y claro primero buscaran atacar otras economías, para salvar la suya, abrir los ojos ante esto, me produce miedo.

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Lorenzo Meyer: El verdadero peligro para México

Desviar la atención. El auténtico peligro para la viabilidad de México ha estado a la vista de todos y desde hace mucho tiempo: la profunda corrupción de sus instituciones públicas.

Vicente Fox y la alianza conservadora que él encabezó encontraron muy útil concentrar el grueso de la energía y recursos del gobierno y sus aliados —medios de difusión, organizaciones empresariales, iglesias, el viejo corporativismo, etcétera— en difundir la idea de que el gran peligro para México eran la oposición electoral de izquierda y su proyecto. A estas alturas ya debiera de haber quedado claro que el auténtico enemigo de la sociedad mexicana ha sido otro: la gran corrupción pública y su inseparable acompañante, la impunidad.

Ambos factores, aunados a la falta de dinamismo de la economía y a la muy injusta estructura social, son las razones principales de que el crimen organizado haya alcanzado la posición dominante que hoy ejerce. Y lo peor es que quienes se supone que encabezan la lucha contra las organizaciones criminales son los que antes engañaron con el falso diagnóstico, pero que hoy se alarman porque la descomposición del entramado institucional ha llegado al punto de que ya apareció el terrorismo incipiente.

Una definición. Una forma de empezar a entender las razones de un fenómeno complejo es formular una definición adecuada, y la profesora Cindy C. Combs propone una particularmente útil del terrorismo: “Una síntesis de guerra y teatro, una dramatización de la violencia más condenable —la que se perpetra contra gente inocente— que se desarrolla frente a una audiencia con la intención de crear un clima de miedo con objetivos políticos”, (Terrorism in the Twenty-First Century: Universidad de Carolina del Norte, 2003, p. 10).

Lo ocurrido el pasado 15 de septiembre en la celebración de la Independencia nacional en Morelia —el estallido de dos granadas lanzadas deliberadamente sobre una multitud que celebraba un aniversario más de la independencia—, se corresponde con la definición de Combs: una brutal puesta en escena de la peor de las violencias, aunque ya no para crear sino para exacerbar el miedo colectivo. A partir de ese atentado quedó claro que nadie se debe considerar a salvo de la violencia criminal: ni pobres ni ricos, ni niños ni ancianos, ni los comprometidos ni los indiferentes, ni los de izquierda ni los de derecha. Obviamente, el objetivo final de quienes actuaron en Morelia es político: mandar un mensaje a los responsables de formular e implementar la política estatal contra el crimen organizado para que no interfieran con su actividad.

En principio, la acción en Morelia pareciera diseñada para demostrar a todos que, no obstante la movilización militar ordenada por Felipe Calderón desde diciembre de 2006, su gobierno no es capaz de cumplir su función básica y razón de ser: proteger la vida y bienes de los ciudadanos.

¿Quién exactamente decidió poner en evidencia la incapacidad de las autoridades mediante un ataque a gente absolutamente al margen de cualquier acción contra las bandas criminales? No lo sabemos aún, pero queda claro que esa acción es simplemente el eslabón más reciente de una cadena que empezó con el reguero público de cadáveres de narcotraficantes rivales, policías e incluso de algunos militares (¡más de 3,300 en lo que va de este año!). Esa mezcla de teatro y guerra subió de tono con las mutilaciones y decapitaciones de algunas de las víctimas, con los mensajes a las autoridades en sitios públicos y dio un paso más con las ostentosas matanzas colectivas, como las recientes en Yucatán y en La Marquesa —de una docena pasaron a dos docenas de ejecutados en una sola acción y sin que quede claro por qué se les ejecutó— para concluir con lo ocurrido el pasado día 15: el asesinato de ocho inocentes frente al gobernador del Estado, en una plaza supuestamente vigilada y en la tierra natal de quien está al frente del Poder Ejecutivo. Hasta ahora seguimos sin saber quién fue responsable del salto cualitativo en la inseguridad ni el motivo preciso de la acción.

El crimen organizado es una fuerza dominante en muchos municipios del país, pero recurrir al terrorismo es retar no sólo a un gobierno local, sino al federal y a sus poderosos aliados (a empresarios, a Washington, a la iglesia). ¿Para qué el desplante? ¿Se quiso dejar en claro ante todos que los criminales pueden imponer sus agendas por sobre las del resto de los actores políticos? ¿Buscaron cobrar el rompimiento de acuerdos ya pactados o inducir a buscar uno nuevo? Se pueden formular éstas y otras preguntas similares o diferentes —por ejemplo, ¿pudiera ser una acción llevada a cabo por algún grupo político para crear un clima de mano dura?—, pero de momento no hay respuesta. Sin embargo, la falta de información no impide abordar otros aspectos del fenómeno violento.

¿Un pago diferido? El régimen autoritario que caracterizó la vida política mexicana de casi todo el siglo XX presumió de haber construido el sistema de poder más sólido de América Latina y uno de los más estables del mundo. Pero esa estabilidad no democrática tuvo un costo muy alto que hoy seguimos pagando todos. Parte central de ese costo fue la institucionalización de la corrupción y de la impunidad y hasta hoy nada efectivo se ha hecho por poner fin a esa herencia infame.

En la etapa clásica del dominio del PRI sólo el presidente podía llamar a cuentas a los grandes corruptos. En las pocas ocasiones en que se puso a uno de ellos ante un juez, la acción poco o nada tuvo que ver con la justicia real y sí mucho con la “justicia selectiva”, tan útil al poder presidencial para mantener la disciplina entre la clase política; un buen ejemplo fue el encarcelamiento del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, por Carlos Salinas.

Sin embargo, frente a cada “quinazo” hubo centenas de casos conspicuos de impunidad. Manuel Ávila Camacho, por ejemplo, dejó hacer y deshacer a Maximino, su hermano; el círculo íntimo de Miguel Alemán empleó a fondo sus posibilidades de corrupción sin límites; Carlos Hank González se convirtió en símbolo de cómo un político pobre se transformaba en lo opuesto gracias a la protección presidencial. Arturo Durazo Moreno hizo de su amistad con José López Portillo la palanca para convertir a la policía capitalina en una estructura del crimen organizado. Las cuentas suizas de Raúl Salinas o la buena fortuna de los hijos de Marta Sahagún no se explican sin una relación directa entre poder presidencial y negocios privados. La lista de casos se podría extender hasta dar forma a un volumen similar al directorio telefónico.

Como no hay crimen organizado exitoso —y el mexicano vaya que lo es— sin algún tipo de complicidad entre criminales y autoridades, el ambiente de corrupción generado por el sistema autoritario del siglo XX resultó un excelente caldo de cultivo para que nacieran y prosperaran las organizaciones criminales hasta llegar a convertirse, de marginales y subordinadas, en rivales de la clase política. Lo anterior fue posible por la combinación de corrupción institucional con la cercanía geográfica del gran mercado norteamericano de las drogas. Como bien lo señalara Luis Astorga en su historia del narcotráfico mexicano —El siglo de las drogas, (México: Espasa Calpe, 1996)— esa actividad empezó a echar raíces en México hace ya más de medio siglo, protegida por algunos gobernadores y militares en el norte del país pero, con las condiciones propicias descritas, esa actividad creció hasta salirse del control del poder político e imponer sus propias reglas, que es la situación actual.

¿Qué hacer? No hay respuesta fácil, pero cualquier intento por romper el círculo vicioso requiere abrir varios frentes de lucha contra los auténticos enemigos de México. Hay que empezar por la difícil pero indispensable tarea de crear una policía auténtica. Perseguir seriamente no sólo a los narcotraficantes de base, sino a sus socios indispensables y que además de los policías corruptos es toda la red de empresas y empresarios lavadores de dinero y los miembros de la clase política que dan protección al crimen organizado: presidentes municipales, gobernadores, altos funcionarios del aparato de seguridad. Y finalmente, abrir oportunidades reales de trabajo a los jóvenes. Miguel de la Madrid anunció pero nunca se llevó a cabo la renovación moral de la política mexicana y desde 1982 la economía no tiene vitalidad.

En suma, que el verdadero enemigo de México es la combinación de corrupción pública con una economía formal sin brío. Si ambos problemas no se enfrentan con inteligencia y voluntad, no es imposible el retorno del Estado fallido del siglo XIX.

http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=9$2900000000$3918131&f=20080925

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Manu Dornbierer: Felipe Calderón “Un Peligro para México”

La famosa frase goebbeliana del candidato Felipe Calderon :

Lopez Obrador es un peligro para Mexico, se le puede hoy aplicar a el, pero con la diferencia de que el espurio ha demostrado durante 2 anos en hechos su alta incompetencia y peligrosidad, ya que el pais va en picada en todos aspectos.

Por eso esta pidiendo 1 723 millones de pesos al Congreso para su personal publicidad que hasta el PRI le reprocha!

Pero hoy mismo el peligro es mayor y Mexico esta al borde del precipio:

1.- Por la inconstitucional lucha calderonista de entregar el petroleo a las companias extranjeras.

2.- Por la inminente aplicacion de un Plan Mexico, disfrazado de Iniciativa Merida, es decir la intervencion de militares gringos en Mexico, como en Colombia. Y todavia recorta aqui los programas sociales para meter 40% mas en su personal narcoguerra cuyo resultado son casi 6 mil ejecuciones y ningun beneficio para la sociedad mexicana!

Calderon logro su verdadero cometido al enfrentar, aun contra la opinion de la ONU, al Ejercito Mexicano contra los narcos. Hoy el Washington Post asegura que la intervencion es una necesidad para USA. Esta es la nota:

El grado de violencia criminal en Mexico, similar al de Afganistan:
Washington Post

La guerra en Mexico (contra el narcotrafico) es, a su propia manera, tan critica a los intereses de Estados Unidos como la de Afganistan; en ambos casos, un mayor compromiso estadunidense es requerido, afirma The Washington Post en su editorial La guerra de Mexico, publicado ayer (10 de septiembre 2008) .

Mas soldados y oficiales policiacos mexicanos han muerto combatiendo las bandas de la droga en los ultimos dos anos que el numero de tropas estadunidenses y de la OTAN abatidas combatiendo contra los talibanes. Las bajas civiles han sido igual de numerosas y de espeluznantes. Se han dado veintenas de decapitaciones, masacres de familias enteras y asesinatos de altos oficiales. Segun la cuenta oficial, los secuestros en Mexico ahora son de 65 al mes, en promedio, un rango mucho mas elevado que en Afganistan e Irak, senala.

Algunos funcionarios mexicanos argumentan que la escalada de la violencia es indicadora del exito del gobierno al enfrentar y atacar a las bandas de la droga, aunque han provocado un revire. La mayoria de los mexicanos parece creer que el gobierno esta perdiendo la guerra, afirma el Post.

El editorial senala que el desafio que enfrenta el presidente Felipe Calderon, quien valientemente declara la guerra a los carteles del narco, recibe relativamente poca atencion en Estados Unidos porque los estadunidenses, en muy raras ocasiones, estan entre las bajas.

Sin embargo, subraya que es el dinero de los consumidores de droga en Estados Unidos, y tambien el flujo de armas a Mexico, lo que esta nutriendo esta guerra.

Lo que esta en juego, afirma, no es solo el exito del gobierno liberal y amistoso del senor Calderon, sino la sobrevivencia de la democracia de Mexico; no solo la estabilidad de un vecino, sino la capacidad de Estados Unidos de controlar la inmigracion ilegal.

Record que recientemente el Congreso aprobo 400 millones para asistir al gobierno mexicano, la mayoria de los cuales seran usados para mejor armar y equipar al ejercito. Advierte que el problema mas grande del senor Calderon podria ser la ausencia de fuerzas confiables. La mayoria de la policia de Mexico es contratada y administrada localmente; solo 20 mil agentes son federales. El ejercito es menos corrupto, pero aun la dedicacion de 40 mil elementos ha fracasado en cambiar la marea contra las bandas. El nuevo financiamiento estadunidense deberia de ayudar, pero el proximo gobierno en Washington haria bien en explorar si mas asistencia podria ser ofrecida para capacitar a las fuerzas mexicanas, como los asesores estadunidenses han ayudado a profesionalizar al ejercito colombiano? .

Mas claro ni el agua. Preparense, incompetentes y/o corruptos militares mexicanos a que vengan a darles clases de como ser decentes, buenos y mas abusados los verdugos de Iraq y de Afganistan .

URGE LA DESTITUCION.

Despues de esta lectura del editorial del Washington Post, si tienes dos centavos de seso entenderas que por fin estan a punto de lograr su sueno dorado los que siempre han deseado que Mexico sea descaradamente una colonia gringa-fascista. Y los que no hayan tenido tan dulce sueno estaran de acuerdo que es ahora o nunca cuando hay que pararle el alto al espurio, pero no con ese panista verbo derrocar que hace pensar en reprimir. Destituir, si pero dentro de la ley.

La propuesta es de un grupo de juristas y de los que nos unamos: Hay que destituir a un presidente que ha llevado al pais a ser peor productor que el mismo minusculo Haiti ,que quiere entregar a extranjeros nuestro petroleo e instlar un Plan Mexico. Que mas esperan??
Jaime Cardenas y Jesus Gonzalez Schmall presentaron el 11-9-2008 en la Procuraduria General de la Republica una denuncia contra Felipe Calderon por traicion a la patria, ya que sus iniciativas de reforma energetica violentan diversas disposiciones constitucionales. Lo malo es que la PGR es una dependencia del Ejecutivo en vez de ser una instancia ciudadana independiente.

Y el jefe ah es nada menos que Calderon y su subalterno es el procurador Eduardo Medina Mora, tambien conocido por sus derechos de autor en el mundialmente repudiado caso Atenco, la venganza de Fox contra mexiquenses que no quisieron entregarle sus tierras para el nuevo aeropuerto del DF , que no llevara como el vigente el nombre de Benito Juarez del que retiro el retrato de su oficina en cuanto llego

De la PGR ambos juristas Jesus? Gonzalez Schmall y Jaime Cardenas fueron a presentar en el Senado, de acuerdo con el articulo 11 de la Carta Magna, una denuncia por ataques a las instituciones constitucionales y atentado al buen despacho de los asuntos publicos . En las denuncias contra Calderon participan tambien los juristas : Raul Carranca y Rivas, Juventino Castro y Castro, Virgilio Caballero (fundador del Canal del Congreso que pronto estara, como siempre debio estar, en la TV abierta), Raul Jimenez Vazquez, Teresa Aguirre, Jaime Lopez Vela y Alberto Montoya. Fueron tambien presentadas en el Partido del Trabajo.

Jaime Cardenas especifico que la exigencia de juicio politico (para Calderon) responde al atentado que el presidente designado por voluntad de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial , no por voluntad mayoritaria del pueblo de Mexico, hizo a la Constitucion al presentar seis iniciativas en materia energetica que pretenden entregar los recursos del subsuelo ,el petroleo, el gas y la petroquimica a intereses extranjeros. Y como tambien viola el Codigo Penal Federal , dijo, eso constituye o puede constituir un delito de traicion a la Patria, Jesus Gonzalez Schmall, por su parte preciso que el articulo 123 de dicha legislacion senala que incurre en delito de traicion a la patria el servidor publico que atente o contravenga el principio de soberania nacional y comprometa los recursos nacionales a potencias o intereses extranjeros.

La destitucion se puede dar en completa tranquilidad sin la participacion de los diputados, ni de la PGR; bastaria con las dos terceras partes de los senadores presentes en la sesion del 1 de diciembre, para cumplir la profecia de Porfirio Munoz Ledo que por cierto se concreto a decir que no cree que Calderon pueda terminar su periodo, dice el magistrado Raul Dominguez al que consulto para saber las reales posibilidades de la denuncia de los juristas antes citados
Me puso a sonar con un dia maravilloso que podria ser para Mexico despues de 36 anos de nefasto sometimiento, el de la verdadera Independencia del Neoliberalismo. La de Espana es ya obsoleta y ademas se esta revirtiendo o no, tesorito Mourino?

Los bancos espanoles se llevan en un ano mas oro del que se llevaron en 300 anos de colonia oficial. La del Neoliberalismo es la independencia que se aplica a este siglo y momento. Me imagino con los datos que me dio Raul, ese dia Si de los 128 legisladores que integran el Senado, asistieran a sesionar la mitad mas uno, la cual seria igual a 65; y de estos, las dos terceras partes serian 44, entonces existiran suficientes senadores para decretar separado de la presidencia a Felipe de Jesus Calderon e Hinojosa. UFFFFF.

Sin embargo hay tres disposiciones, dijome en la Constitucion (108 parrafo segundo, 110 parrafo penultimo y 111 parrafos cuarto y septimo) , que son tan viejas que en aras de la PRESIDENCIA INFALIBLE ni siquiera previeron el juicio? politico? contra el titular del Poder Ejecutivo, pero si tienen prevista su separacion con el voto de las dos terceras partes de los senadores presentes en la sesion en que sea acusado de delitos graves. Entonces procede, pregunte: SI procede.

PRESIDENTES NEOLIBERALES DESTITUIDOS.

Que no estamos preparados para destituir a un presidente, dicen los cobardes.

Somos menos que otros

En el Continente, de 1992 a 2005 cayeron Ocho presidentes neoliberales:

1.- En Brasil el derechista Fernando Collor de Melo, obligado a dimitir el 29-12- 1992 por una movilizacion que entro al Congreso y a la Corte Suprema al grito de Fuera Collor.

2.- En Venezuela, en mayo de 1993 el pueblo derroco a Carlos Andres Perez.

3.- En Argentina, el 20-12- 2001, le toco a Fernando de la Rua. Su reemplazo Eduardo Duhalde, solo duro 15 meses y tuvo que adelantar elecciones.

4.- Ecuador se quito de encima en febrero de 1997 a Abdal Bucaram; el 21-1- 2000 a Jamil Mahuad y el 20-4-2005 por insurreccion popular a Lucio Gutierrez.

En Bolivia Sanchez de Lozada, en 2003 cayo por genocida y en octubre de 2005 le toco a Carlos Mesa,su reemplazo.

No que muy machos , mexicanos? No hay necesidad de esperar 30 años para una revolucion en la que muera 1 millon de personas. Vayamonos por la via legal y pacifica de la separacion del puesto de ese peligro mortal para Mexico que es Calderon.

Fuente: Kika Roja

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Lorenzo Meyer: Un proyecto con más de 60 años

Camino al estado fallido. Este artículo estaba hecho cuando ocurrió el atentado terrorista en Morelia, un asunto tan grave que debe abordarse de inmediato. Lo ocurrido este 15 de septiembre significa el temido salto cualitativo en la cadena de fracasos de las instituciones públicas. La raíz de tales fracasos es la corrupción e impunidad que la clase política ha tolerado, fomentado y aprovechado de tiempo atrás. Finalmente se ha perdido el control. La responsabilidad de lo que acontece es de la minoría dirigente pero las consecuencias afectan a todos y todos tenemos que responder, aunque sin pretender que las diferencias sobre cuál es el interés nacional con relación al petróleo y asuntos similares se haya borrado.

El neoalemanismo. En más de un sentido, el panismo hoy es un nuevo alemanismo. El gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) fue el triunfo de la derecha posrevolucionaria sobre lo que quedaba del cardenismo. El panismo del 2000 a la fecha es el triunfo de la derecha no priista sobre los herederos del cardenismo. Sin embargo, y aunque en la práctica el grupo que se supone que hoy controla al Gobierno Federal es una derecha tan dura y corrupta como la alemanista, hay diferencias: ésta es menos eficaz, más torpe que aquélla.

Las semejanzas entre el proyecto de Alemán y el del gobierno actual se da en varios campos, entre otros en el petrolero. Las fuentes para sostener tal argumento son muchas, pero hay una particularmente significativa: los archivos del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Veamos algunos de sus numerosos documentos.

Desencuentro. En un memorando del 20 de agosto de 1948, el entonces primer secretario de la embajada norteamericana en México, Harry R. Turkel, informó sobre los pormenores de una conversación reciente con Jorge Viesca, secretario del presidente Alemán. El meollo de lo discutido se puede resumir así: desde la perspectiva alemanista, los serios problemas en los que entonces atravesaba la economía y la política mexicanas –déficit en el intercambio con el exterior, devaluación del 75 por ciento, inflación, carestía, descontento popular e incluso rumores de golpe militar- se podrían haber evitado o disminuido si Washington hubiera respondido positivamente a su petición de un préstamo sustantivo para llevar a cabo un programa acelerado de exploración y explotación petrolera en gran escala. Como el préstamo no se otorgó, el resultado fue la devaluación del peso con su consiguiente cauda de efectos negativos.

En los círculos del poder mexicanos se sospechaba –y con razón- que a pesar de las buenas relaciones de “Mr. Amigo” con el presidente Harry Truman, éste le había negado el préstamo para obligarle a cimentar su programa de expansión petrolera en la única otra fuente disponible: en las empresas petroleras de Estados Unidos. De esa manera, y desde la perspectiva norteamericana, así se matarían varios pájaros con la misma piedra: se marginaría a Pemex del plan de expansión, se abría de nuevo la puerta mexicana a las empresas petroleras privadas norteamericanas y se aumentarían las reservas cercanas de combustible, tan necesarias en caso de un nuevo conflicto mundial. En dicha reunión, el lado norteamericano se defendió y argumentó que el préstamo se había negado no como forma de presión, sino simplemente porque el Gobierno no había presentado bien su solicitud, (Archivo del Departamento de Estado. Asuntos Internos de México, 812.00/8-2048). Obviamente esa razón “diplomática” no debió de haber convencido ni a quien la formuló.

El proyecto. Del documento citado se desprenden varias conclusiones. En primer lugar, que hace ya sesenta años un gobierno tan conservador como el actual buscaba solucionar sus problemas económicos –entre otros, la baja recaudación fiscal- por la misma vía fácil que hoy se pretende volver a recorrer: invitar al capital externo a extraer para luego exportar el recurso natural no renovable más valioso del país y así superar sin resolver dificultades económicas y políticas. Alemán asumía la conducta propia del político y no del estadista: posponer o evitar la solución de fondo, buscar una temporal –la exportación de petróleo- y seguir adelante.

Para entonces, la embajada norteamericana ya tenía clara conciencia de que su lucha por reabrir la puerta del petróleo mexicano a sus empresas tenía como principal obstáculo no a Alemán y a su grupo de alegres explotadores del poder en beneficio personal, sino al ex presidente Lázaro Cárdenas y lo que quedaba del verdadero nacionalismo revolucionario. Durante la II Guerra Mundial y en los años siguientes, México había pedido una serie de préstamos al Export-Import Bank de Estados Unidos (Eximbank) para actividades de infraestructura y desarrollo económico y, en términos generales, había obtenido respuestas positivas, pero no en el caso del petróleo.

Desde julio de 1944 el propio presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt, le había hecho saber al secretario de Relaciones de México, Ezequiel Padilla, que si el gobierno mexicano necesitaba recursos para aumentar su producción petrolera, debía recurrir al capital privado norteamericano, aunque más adelante se matizó la posición: Washington podría interesarse en ayudar a Pemex a localizar nuevos depósitos pero a condición de que éstos se consideraran como reservas estratégicas para la defensa continental, (Foreign Relations of the United States, 1945, Vol. IX, Washington, Departamento de Estado, 1969).

Cuando Alemán asumió el poder, el gobierno norteamericano estaba al tanto de cuál era la posición del ex presidente Cárdenas. En un memorando fechado el 12 de agosto de 1948, el embajador norteamericano, de nuevo basándose en conversaciones entre Turkel y otro político mexicano –con Manuel Germán Parra, profesor y economista que se movía a sus anchas lo mismo entre alemanistas que entre cardenistas-, señalaba que Cárdenas se oponía a usar el petróleo como la salida fácil a los problemas económicos del Gobierno. Para el general michoacano, México no debería volver a ser un gran exportador de petróleo; se debería colocar en el exterior apenas el crudo necesario para compensar las importaciones de derivados del petróleo que México se viera obligado a hacer. Según Parra, para el ex presidente que había nacionalizado el petróleo sólo una emergencia internacional justificaría exportaciones irrestrictas de hidrocarburos, es decir, únicamente si ocurría algo semejante a lo sucedido durante la II Guerra Mundial y Estados Unidos necesitara el combustible. En todo caso, sería una medida temporal pues los recursos estratégicos y no renovables del país no se deberían poner nunca en el mercado internacional como si fueran una materia prima cualquiera.

Por lo que respecta a la decisión de volver a admitir empresas privadas extranjeras al sector petrolero, Cárdenas era partidario de evitarlo. Sin embargo, el ex presidente estaba dispuesto a pasar el trago amargo de volver a recibir empresas petroleras norteamericanas si ésa era la única manera de evitar el desabasto interno, pero siempre y cuando no se admitiera al principal enemigo de la expropiación de 1938 –a la poderosa Standard Oil- ni se firmaran “contratos riesgo”, es decir, que a las empresas que se contratara para trabajar en campos mexicano se les debería pagara por su labor con una suma pactada de antemano pero nunca con una proporción del petróleo que encontraran, pues ya se hablaba de entregarles el 20 por ciento del valor de lo que extrajeran, (archivo citado, 812.00/8-1248).

Como bien sabemos, al final Alemán se impuso sobre el ex presidente Cárdenas y entre 1949 y 1951 firmó cinco “contratos riesgo” con otras tantas empresas norteamericanas aunque se cuidó de no hacerlo con la Standard Oil. De manera indirecta, pero clara, Cárdenas manifestó su oposición a lo que consideró una política contraria al interés nacional mexicano en materia de petróleo. Lo hizo, entre otras maneras, vía la publicación de una serie de artículos críticos de un legislador michoacano, Natalio Vázquez Pallares. Finalmente, en los 1960 esos contratos se cancelaron, aunque México debió de indemnizar a las empresas petroleras afectadas.

Un capítulo histórico que no concluye. La lucha por el control del petróleo mexicano se inició hace prácticamente un siglo, con el maderismo, y no ha cesado. Es cierto que ha habido periodos de tregua más o menos prolongada, pero nada más. Cada vez que la economía mexicana entra en dificultades la presión externa por recuperar algún grado de control sobre nuestro combustible ha renacido. Debemos resistir la tentación de la solución fácil en aras del auténtico interés colectivo de largo plazo.

http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/181885.un-proyecto-con-mas-de-60-anos.html

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J. Enrique Olivera Arce: ¿Unidad para qué?

Desde lo más profundo de la descomposición del sistema económico y político de la Nación, se llama a la unidad de todos los mexicanos para hacerle frente a la escalada de violencia en que incurre el crimen organizado. Retóricamente suena bien y efectivamente, sólo con la unidad se puede ir al rescate y reconstrucción de un tejido social en crisis en el que todos estamos involucrados. Sin embargo, no son pocos los que desgarrándose las vestiduras claman por ello llevando agua a su molino. Para estos, unidad, es la consigna de moda y el especular sin sustento alguno sobre los responsables de la condenable agresión a inermes ciudadanos en Morelia, es la tarea. Pareciendo discordante y fuera de lugar el que mediáticamente desde el PRI surja la pregunta: ¿Unidad para qué?

Interrogante contra corriente que resulta por demás lógica, cuando al mismo tiempo el Secretario de Gobernación afirma que no habrá cambios en la estrategia del gobierno federal en el combate a la delincuencia organizada., sin mediar una evaluación autocrítica y creíble sobre los resultados hasta ahora obtenidos en la sacudida al avispero. Y mucho menos sobre la situación que hoy guarda el Estado-Nación, caldo de cultivo para la trasgresión impune del estado de derecho.

Después del niño ahogado, todos a una a tapar el pozo. (¿Quiénes?) ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Con qué? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pues para empezar, una guerra no se inicia dando palos de ciego, sin tener claros propósito, objetivos, estrategia, y medios para alcanzar la victoria. Naturalmente, también y en primer término, identificar al enemigo, conocer de sus propósitos últimos, calificando a su vez su capacidad real y potencial para saber a que y a quienes se pretende enfrentar.

Se nos dice de un poderío financiero del enemigo, muy superior a las disponibilidades del gobierno; se habla de sus nexos con aliados externos desparramados por todo el orbe, y se afirma todos los días, que se le va venciendo en la medida del alto número de capos de rostro patibulario que las fuerzas del orden atrapan o eliminan y que, en esa misma medida, son substituidos por otros de igual o sin duda ya, peor catadura. El cuento de nunca acabar. Pero nunca, hasta ahora, se ha tenido la atingencia de informar a la ciudadanía que el ejército de capos y sicarios que operan en el terreno, está al servicio de poderosas empresas criminales y altos ejecutivos que desde lujosas oficinas, con sofisticada tecnología planean y conducen impunemente sus ilícitas operaciones, lo mismo en México que en otras latitudes.

Nada parece indicar que contra estas altas esferas de la delincuencia organizada, personajes de cuello blanco y finas maneras, se privilegie la estrategia de la guerra emprendida. Nada se nos dice al respecto ni se observan avances en tal sentido. La cabeza principal de la hidra sigue siendo un misterio no resuelto. No se conoce al enemigo más allá de los daños que hoy lamentamos.

Por los resultados y daños colaterales, para el común de los ciudadanos queda la impresión de que no se ha tomado para nada en cuenta lo anterior. El enemigo, al que ya se califica “traidor a la patria”, es un fantasma que está en todos lados y al mismo tiempo no está en ningún lugar. Lo mismo podría ubicársele en el bando de los malos que en el de los que se dicen ser los buenos. La corrupción y la impunidad que domina en México, impide establecer distingo alguno para diferenciar a los unos de los otros.

La sabiduría popular enseña que “según el sapo es la pedrada”. Y está visto que no se alcanzará la victoria oponiendo violencia a la violencia en el terreno, si no se combate al corazón del enemigo en su madriguera, oponiendo inteligencia superior a la que hoy por hoy parece dominar en las altas esferas de la industria del crimen, como bien lo saben los señores de las fuerzas armadas que conocen de la manufactura del paño.

Así que unidad ¿para qué? ¿En torno a qué? ¿A los gobernantes en turno? ¿A un sistema de procuración de justicia cuestionado? ¿O a una inexistente política con visión de Estado que sin atentar contra los derechos humanos y clima de libertad cuya construcción ha costado mucha sangre al pueblo de México, haga de la racionalidad, buen juicio, honestidad, y un profundo amor a la patria su estandarte? La unidad a secas, en abstracto, al costo social y político que sea, únicamente conduce al pensamiento único; al fascismo dictatorial que el enemigo real pretende imponernos.

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Lorena Aguilar Aguilar: Crimen organizado e histeria colectiva: el marco perfecto para la represión

Desde hace ya varios meses se viene respirando un clima de inseguridad en la ciudad de Mérida, la percepción de los habitantes ha cambiado de manera radical: ya no se vive en la “ciudad blanca” donde nada pasa, ahora nos percibimos mucho más vulnerables ante las olas de asesinatos que el crimen organizado ha venido dejando a lo largo y ancho del país, aunque la mayoría de ellos se han dado con la complicidad de las propias autoridades.

Dentro de este contexto se han alzado voces de manera histérica exigiendo combates mucho más efectivos en contra de la delincuencia, pero claro de esas voces ninguna ha exigido que el problema sea atacado desde el fondo, es decir, nadie ha pedido acabar con la desigualdad social, nadie ha pedido mejores oportunidades de trabajo para jóvenes de los sectores populares, nadie ha pedido que estos mismos jóvenes sean incluidos en las agendas de las clases políticas,que tengan acceso a una educación, salud y bienestar de calidad que les pueda permitir un modo digno de vida. De todas las voces que se han levantado nadie ha exigido justicia y seguridad social.

Aprovechando el clima de nerviosismo que se ha generado en la ciudad a raíz de los “levantones”, decapitados, cateos a casas particulares y demás tipos de actos, todos vinculados al narcotráfico, se han lanzado mensajes por Internet y celular con el objetivo de crear una especie de histeria colectiva entre la sociedad, en estos mensajes se habla de una serie de asesinatos que el narcotráfico podría llevar a cabo.

El objetivo de los mensajes que circularon se cumplió. Se logró generar una especie de sicosis, sobre todo entre familias de la zona norte de la ciudad, la clase media alta y alta, ante la supuesta amenaza de que se secuestrarían y asesinarían a 50 personas escogidas al azar si las autoridades no retiraban los retenes que se instalaron supuestamente para combatir la delincuencia organizada.

Los mensajes que circularon vía email y celular han sido el marco perfecto para el despliegue policial e incluso militar desproporcionado que se ha dado en Yucatán. Ahora bajo el pretexto del combate al narcomenudeo se justifica la violación a la libertad de tránsito que se esta dando. La presencia de cuerpos policíacos y militares, lejos de mantener la calma han contribuido a alimentar el clima de nerviosismo que impera en estos momentos.

Por una parte es comprensible el estado de alarma que pueden llegar a causar los hechos de las últimas semanas y meses, no solamente en el estado, si no también en el resto del país, pero por otra parte me pareció sorprendentemente absurda la facilidad con la que se manipula a la población cuando no se tiene claro cual es el problema de fondo.

Una cadena de mensajes sin fundamento pusieron en zozobra a los habitantes, quienes piden a gritos a las autoridades que se fortalezcan las medidas de seguridad y castigos más efectivos a los delincuentes, sin reflexionar un momento que es lo que esta generando esta serie de hechos, simplemente se limitan a escuchar y repetir, sin reflexionar, lo que dicen los medios masivos de comunicación, los cuales le han contribuido de manera activa con el ambiente de temor que se esta dando.

Para la mayor parte de la sociedad, embrutecida por los mass media, ha sido mucho más cómodo actuar de manera neurótica que enfrentar la realidad; no son capaces ejercer un punto de vista crítico, ya que se les ha sido eliminado, no hacen más que repetir lo ven y escuchan.

Sin embargo, lo más preocupante que ha generado toda esta situación es que a partir de ahora todo abuso policial o cualquier acto represivo que se lleve a cabo bajo el discurso de combatir el crimen organizado o el narcotráfico o lo que se les ocurra inventar en estos momentos no solamente estará plenamente justificado, si no también que será aplaudido por todo aquel que presa del miedo y completamente idiotizado por la radio y la televisión exige a gritos que se ponga un alto a la violencia en el país, claro sin sentarse a reflexionar en lo más mínimo.

Le han tomado la medida a la sociedad que ha caído en este sucio juego; los medios de (des)información van alimentado el miedo colectivo que genera el crimen organizado para que de esta manera las autoridades puedan legitimar un despliegue policial que raya en lo represivo sin tener la más mínima intención de combatir realmente las causas de fondo que originan la delincuencia, mientras tanto esta continúa campeando a sus anchas, y así estamos encerrados en un círculo que parece no se romperá.

http://www.kaosenlared.net/noticia/crimen-organizado-histeria-colectiva-marco-perfecto-para-represion

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Jorge Zepeda Patterson: Prensa y negros del arroz

No hay posibilidad de ser ingenuo luego de algunos meses de cubrir a la clase política Felipe Calderón se quejó el jueves de que los periodistas sólo damos malas noticias. Y tiene razón: nota roja, pleitos entre políticos, ineptitudes de las autoridades e infamias similares. Pero los periodistas nos preguntamos: ¿podemos escribir y hablar de otras cosas sin caer en la frivolidad o la irresponsabilidad? ¿Hay manera de difundir los discursos sin transparentar el escepticismo que inspiran?

Hace unos meses difundimos las declaraciones triunfalistas de Calderón en el sentido de que estábamos ganando la guerra en contra del crimen organizado. Recibieron despliegue de ocho columnas, de la misma forma que las contundentes declaraciones de Fox hace cuatro años, y las de Zedillo hace 11, que anunciaban la erradicación de la inseguridad ¿Qué se supone que debamos de hacer la próxima ocasión que el Presidente asegure, como ya lo hizo, que defenderá la canasta básica, mejorará la economía o vencerá a los cárteles de la droga? ¿Es mala leche hablarle de desempleo al ex candidato que se declaró “el presidente del empleo”?

Las autoridades acusan a los periodistas de ser cínicos y escépticos, de buscar por fuerza “los negros del arroz” en toda acción del poder público. Es posible que así sea. Pero puedo asegurar que no hay posibilidad de ser ingenuo o mantener en alta estima la condición humana luego de algunos meses de cubrir a la clase política. Se aprende pronto que la autoridad sólo dice lo que conviene a sus intereses. En el mejor de los casos es parcial al resaltar ciertos temas y obviar otros; en el peor, simplemente miente. Luego de algún tiempo el reportero no tiene sino dos caminos: corromperse y divulgar la idílica versión oficial o buscar “los negritos del arroz”.

Ciertamente los periodistas somos malos fiscales a la hora de investigar los vicios públicos. Carecemos de los instrumentos jurídicos y la calificación necesaria. Pero al menos podemos detectarla. Y tenemos que hacerlo porque los fiscales autorizados no están sirviendo. Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana Roo, fue el último miembro de la alta clase política que cayó en prisión. Eso fue hace nueve años. Usted escoja: ¿ya no hay corrupción o aumentó la impunidad?

Los lectores piden que los medios hablemos de otras cosas: de los casos de éxito de la sociedad civil, de todo aquello que la comunidad está haciendo. Hay que hacerlo, sí, pero no podemos olvidar que nuestra mayor responsabilidad es evitar que la vida pública sea patrimonio de la autoridad. No podemos dejar los asuntos que atañen a todos en las manos exclusivas de una clase política que nos muestra, una y otra vez, que actúa para su beneficio y, en muchas ocasiones, en detrimento de todos.

Nos encantaría que las autoridades nos dieran motivos para sentirnos orgullos de difundir lo que hacen o dicen. Sería formidable aplaudir la llegada al gabinete de algún personaje con prestigio, y no sólo jóvenes desconocidos sin mayor mérito que la incondicionalidad que le deben a su jefe. Festejaríamos la destitución del góber precioso, el enjuiciamiento de los Bribiesca o el fin de los privilegios de los monopolios.

El Presidente aseguró que difundir malas noticias de forma sistemática equivale a renunciar a la esperanza. Por el contrario, no publicarlas equivale a resignarse, a vivir en espejismos, a encerrarse en la negación, hasta que el destino nos alcance. Mostrar los vicios públicos y las incongruencias de los poderosos representa la única esperanza de que algún día las cosas cambien, aunque sólo lo hagan para no ser exhibidos en la prensa.

* El Universal

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/73613.html

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Ricardo Rocha: Cada quien a los suyo

Se manifiestan pobres y trabajadores inconformes contra una política económica que no genera empleos

Tiempos difíciles los que hemos vivido en las horas recientes, pero más los que se avecinan. En las grandes avenidas los ricos y las clases medias altas expresan su hartazgo por la inseguridad, la impunidad y una violencia desatada como nunca antes: ¡si no pueden, váyanse!
También en las calles se manifiestan los pobres y los trabajadores inconformes y feroces contra una política económica que no genera empleos, que achica los salarios y encoge un dinero que cada vez alcanza menos para la supervivencia. En las plazas públicas se concentran las brigadas en defensa del petróleo y advierten de movilizaciones cada vez más intensas si se procede a la privatización de Pemex.
Días estos en que la criminalidad es salpicadero escatológico con descabezados sin fin en un territorio cada vez más ancho. Al mismo tiempo, asaltan un cuartel militar a espaldas de la mansión del ex presidente. Y aparecen las narcomantas de tecnología láser con una calidad de impresión y una sincronía que espantan tanto como las acusaciones y las fotos del presidente pa’ bajo.
Mientras tanto, en EL UNIVERSAL leemos que fallan los pactos y se disparan los precios. También que se derrumban los pronósticos optimistas sobre el crecimiento económico. Según la Cepal, si acaso llegaremos a 2.3%, el más bajo de toda esta América Latina, incluidos países centroamericanos y del Caribe: seremos los peores o los más incapaces. Y si a esto agregamos el factor inflación —ya a un alarmante 6%—, pues lo más probable es que no sólo no crezcamos sino que descrezcamos abajo del cero. En paralelo, los alimentos son materia de especulación o desaparecen por escasez.
Por si fuera poco, una caída inoportuna y la agenda presidencial se sale de control: se cancela un mensaje mañanero y radiotelevisado en la mañana del día 1. Extinguido por conveniencia el viejo ritual del informe, el péndulo se va hasta el otro extremo: ningún mensaje integral sobre hacia dónde —para bien o para mal— camina el gobierno. Se suprimen también un encuentro con la prensa y la comida con el gabinete y sus amigos. No son buenas señales.
Tampoco son buenos los presagios; en el mero mes de exacerbaciones patrióticas, el país volverá a desgarrarse por un debate petrolero que todavía apunta al todo o nada; una dura negociación al interior del Congreso que ha desbordado ya los recintos parlamentarios y que divide y confronta al país en todas partes. Y en el momento más crítico una nueva disputa por el Zócalo que ahora puede rebasar aquello de que “cada quien su grito”. Se está reeditando la lucha por la Independencia. Es, de nuevo, la disputa por la nación en un momento climático y de rabia social apenas contenida.
Días de truenos e incertidumbre que muchos, sin embargo, se niegan a ver y admitir. Como si la realidad no fuera demasiado evidente. Otra vez encerrados en sus burbujas de cristal antibalas. Sin asomarse jamás por las ventanillas de sus aviones privados para no ver la molestia de los cinturones de miseria en los despegues y aterrizajes: el autismo como autocomplacencia, la ceguera como defensa.
En la nueva versión del día del presidente, un paseo por los medios nos dice que todo va bien, que los problemas son menores, que los inconvenientes se están superando, que el futuro es promisorio y que no hay de qué preocuparse. También desmiente una y otra vez su salida anticipada, aunque la posibilidad sea de suyo remota o guajira. Lo cual no es tampoco buen síntoma cuando se cumple apenas un tercio de su gobierno.

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Arnoldo Kraus: México como secuestro

México, dice la organización no gubernamental IKV Pax Christi, ocupa el primer lugar en el número de secuestros a escala mundial. Terrible noticia, doloroso deshonor. La veracidad de la información es cruda y real. Ha conseguido que voces tan dispares como la de Felipe Calderón y la de Marcelo Ebrard consideren que los secuestros, la violencia y la inseguridad se conviertan en materia urgente dentro de sus obligaciones y prioridades. A ellos se han unido y se unirán muchas figuras públicas de nuestra nación. No es para menos. Mañana nuestros políticos van a Palacio Nacional. Hablarán. Nosotros esperaremos. Seremos, como siempre, los Godot mexicanos.

Se repite, con razón, que la educación, la vivienda y la salud son bienes indispensables y obligaciones del Estado hacia sus ciudadanos. Ahora debe agregarse a ese listado la seguridad como compromiso. A diferencia de las otras cualidades, cuya presencia o ausencia es obvia, la seguridad no era, hasta hace algunos años, tema de discusión cotidiana. Los políticos mentían diciendo que combatirían las muertes por inanición, pero no enlistaban dentro de sus discursos efectistas el combate contra la violencia. Ahora todos van a Palacio Nacional. Hablarán de los secuestros. Nosotros esperaremos. Seremos, no me aburro de repetir, el Godot, de Becket: nunca llega quien debe llegar.

El miedo, la desconfianza hacia los políticos y la policía, la violencia callejera y la presencia de la industria del secuestro han hecho que la seguridad, incluso de los más desprotegidos, ocupe lugar preminente en la conciencia de la vida cotidiana. Secuestro y violencia, no como enfermedad, sino como epidemia, se han adueñado de las primeras páginas de muchos rotativos nacionales e internacionales; se han apoderado de la conciencia del vivir de la ciudadanía mexicana. Conciencia dolorosa que se paga con angustia y con dinero. Conciencia que debería ser inconsciencia. Caminar por las calles con temor es anormal. Caminar con miedo es legado de nuestra clase política.

La angustia se comparte. Los ciudadanos la vivimos por la certeza de la inseguridad y los políticos porque su prestigio se cuestiona. Los gastos también corren por caminos paralelos. Las familias sufren lo indecible hasta lograr acuerdos con los secuestradores mientras que los políticos-policías invierten cifras millonarias, seguramente del erario nacional, para contratar guardaespaldas y comprar armamentos. (Imposible no abrir este paréntesis: he preguntado en muchas ocasiones en qué rubro hacendario quedan inscritos los guardaespaldas que cuidan a los políticos y a los empresarios y nunca he obtenido respuesta. La cifra ahí invertida debe ser elevada. Podría utilizarse, pienso, para cuidar a la ciudadanía.)

El secuestro se ha convertido en epidemia. Las epidemias son contagiosas. La del miedo por ser secuestrado y/o asesinado en la calle, no por atropello o por terremoto, sino por deambular en las calles calderonistas o ebrardistas es nefanda y vigente. Ni siquiera la tradicional inmunidad de nuestra clase política los ha protegido. Sendas declaraciones y vistosos desplegados en los periódicos dan cuenta del contagio.

Calderón, Ebrard y casi todos nuestros políticos están preocupados. Deben haber leído lo que se dice de su nación y de su ciudad en el mundo; les deben haber informado de las esquelas en los periódicos. Esas noticias, lo saben, son sólo la punta del iceberg. Nadie confía en la justicia mexicana. Como signo de inteligencia, es probable que ellos desconfíen tanto de nuestra justicia como el uno desconfía del otro, y como nosotros desconfíamos de ellos. Partiendo de esa premisa podrían sanear un poco las calles y paliar el miedo que nos habita. Partiendo de las descalificaciones que se prodigan deberían criticar lo que hacen y lo que no hacen.

No recuerdo en cuál película –palabras más, palabras menos– dice el hijo del actor principal: “entre los ladrones y la policía confío más en los primeros por su sinceridad”. A ese guión, que transcurre todos los días, en todas las calles, y en todos los tiempos del PRI, del PAN y del PRD agrego que aunado al malestar contra el cuerpo policial camina, imparable, una perturbadora desconfianza hacia la clase política. Como en tantas otras circunstancias, en México la realidad copia y supera la ficción. Gracias a la corrupción, a la impunidad y a los yerros de nuestros presidentes las películas detectivescas de Hollywood son, en México, palmaria realidad.

Hace muchos años escribí un artículo intitulado: “Adiós a la calle”. Repasaba la cruda verdad en la que se había convertido la ciudad de México y lamentaba que muchos niños ya no tenían la oportunidad de hacer de las calles su casa. Esa premonición crece sin coto. Hoy, aunque duele, preocupa distinto la escasa oportunidad de jugar en las calles. Esa preocupación ha sido remplazada por los secuestros y por la violencia.

Mi desconfianza hacia los políticos es nauseabunda, incurable e infinita. Me encantaría equivocarme. Mi esperanza es que las náuseas y la desconfianza que se profesan Calderón, Ebrard y anexas devenga acciones positivas.

La Jornada

http://www.jornada.unam.mx/2008/08/20/index.php?section=opinion&article=023a2pol

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Hermann Bellinghausen: Un centímetro más allá

“Ni que fuera para tanto”. “Hombre, qué tanto es tantito”. La agresión sexual contra mujeres y menores habrá quien diga que es inevitable, parte de la condición humana. O que existen problemas más importantes, luchas más heroicas y urgentes que combatir los hábitos de agresión machista (siempre humillante, predadora, impune).

En este periodo nacional en que predominan la crueldad, la corrupción y el desprecio a la vida humana (convertidos en los bien remunerados oficios de secuestrador y sicario), la violencia sexual dejó ya una cicatriz en la fama de México, y una herida abierta. Sí, se acabaron el desdén, el ninguneo, la ironía, la negación para las muertas de Ciudad Juárez (¿habrá que sumarles a la niña de 12 años asesinada la semana anterior pues, junto con dos amigas de la misma edad que sobrevivieron, fue usada como parapeto de una banda de delincuentes en balacera con otra?). Todas ellas son un síntoma, una tragedia colectiva, un aviso.

Menor respeto han merecido del gran público, los grandes medios y las grandes autoridades los asesinatos de tres mujeres nahuas en Zongolica, mayores de edad o ancianas. Sus cuerpos aparecieron con huellas de abuso sexual. Ni el presidente de la República, ni su ombudsman, ni las fuerzas armadas admiten que esas cosas ocurren. Columnistas hay que hasta hacen chistes. Ocupando tan sólo un pedacito de la boyante nota roja, las mujeres mueren por ser mujeres.

El hostigamiento contra ellas, la violación y el abuso son pluriclasistas y no respetan ideologías. El gobierno de Jalisco, histérica y etílicamente católico, solapa a sus autoridades ¡de justicia!, descubiertas in fraganti teniendo sexo con menores “contratadas” para animar sus fiestas. El mandatario de Puebla pasó a la historia con sus dos botellas de coñac bien cogidas, y ahora imparte conferencias motivacionales a sus correligionarios sobre cómo manejar dichas “crisis” atizadas por la oposición y cómo limpiar la imagen con dádivas al pobrerío y la prensa leal. Ahora la represión es más sexista que nunca: Guadalajara, Atenco, Oaxaca.

Pero en todas partes sopla el aire. ¿Quién arrojará la primera piedra? Recientemente, organismos civiles y colectivos de San Cristóbal de las Casas han denunciado la presencia de varones agresores en sus propias filas: cuates, colegas, compañeros de lucha por las buenas causas. Un verdadero acontecimiento, una conmoción, y la aceptación de que no son los únicos casos, ni los primeros.

Ataques de género se suceden en escuelas, cárceles, sacristías, centros de trabajo, hogares y gendarmerías de todo el país. Cuántas veces nadie dice nada. La agresión es “normal”, casera, con frecuencia intrafamiliar, negada por victimarios, víctimas y elusivos testigos (esas madres que “no vieron” al padre, padrastro o tío metiéndose con la hija, y que se llevan la negación a la tumba). Nunca faltan compadres propasados, amigotes del hermano, maestros, entrenadores, confesores, guardianes de la ley. Ni esas muchachas deprimidas hasta la inanición que se blindan contra las emociones y callan en ausencia de ternura y comprensión.

“Así son los hombres”. Incontinentes ¿por naturaleza? Con tantito poder, a cuántos aqueja el síndrome Bill Clinton. La opinión de la mujer carece de importancia para los varones en sus escarceos. Ya no digamos cuando el hombre trae intención de abuso a-como-dé-lugar, para probar que sí es macho y porque puede, puede. Pasa hasta en las mejores familias. En el primer mundo y en todos los demás.

Lo que está sucediendo en el ámbito progresista de San Cristóbal puede enrarecer el ambiente. O bien volverse un fenómeno liberador y de gran valor educativo. No falta quien vea en las denuncias y movilizaciones de ONG y grupos feministas revanchismo, ánimos de linchamiento, “exageraciones”. ¿Y si sí, qué? Estos no parecen ser el motivo de fondo, sino romper el silencio, como dicen ellas en una carta pública a los hombres.

“También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así hay gente que no nos cree. Ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es pactar con la violencia. Es no considerar nuestra lucha por ser dueñas de nuestros cuerpos como una lucha tan importante como las otras en las que estamos.”

Un agresor es un agresor. No entiende (ni lo cree necesario) que “un no siempre significa no”, inclusive en el matrimonio. Hasta la mujer más desinhibida, tolerante o imprudente tiene derecho a decidir qué, cuándo y hasta dónde. Un centímetro más allá, todo es violencia.

* La Jornada

* http://www.jornada.unam.mx/2008/06/16/index.php?section=opinion&article=a12a1cul

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